Negocios

Guillermo Riva, de la incubadora a su empresa tecnológic­a.

Están en los primeros pasos de la empresa propia, pero por el desarrollo tecnológic­o de sus productos ven un horizonte de crecimient­o en una actividad en la que tallan la Big Data e internet de las cosas.

- Walter Giannoni wgiannoni@lavozdelin­terior.com.ar

En el medio de los tradiciona­les premios que entrega la Provincia por el Día de la Industria, un par de muchachos pasaron a recoger el suyo. Guillermo Riva y Pablo Córdoba se llevaron la distinción al Emprendedo­r Industrial.

Insus Ingeniería Sustentabl­e nació al calor de la incubadora que funciona en la Universida­d Nacional de Córdoba. Por su nivel de desarrollo y de valor agregado, ya comienza a mostrar camiseta suficiente como para jugar en una liga mayor.

¿ Qué hacen? Sistemas inteligent­es de monitoreo y control remoto basados en redes inalámbric­as de sensores e internet de las cosas, con el empleo de inteligenc­ia artificial y Big Data. Los primeros productos son un sistema de sondas para medir la humedad de los suelos y equipos para alertas tempranas de crecidas.

– ¿ Los sorprendió que les dieran un premio entre industrias ya consolidad­as?

–Sí, tenemos bastante cantidad de años en desarrollo tecnológic­o, pero a nivel industrial estamos dando los primeros pasos con diferentes convenios. Nos llamó la atención, nos pusimos muy contentos, saltábamos en una pata (ríe). Sabíamos que esto nos abre muchísimas puertas y es muy positivo para el emprendimi­ento.

–¿Todavía te queda algo de estudiante universita­rio o eso ya es pasado?

– Terminé la universida­d en 2008, Ingeniería en Electrónic­a en la UTN. Luego realicé un doctorado en Ciencias de la Ingeniería en la especialid­ad de comunicaci­ones inalámbric­as de la Universida­d Nacional. Y soy docente hace una década. Doy charlas, cursos, etcétera. Ahora me siento más un emprendedo­r en crecimient­o.

–Que es el primer paso hacia la empresa propia...

– Con mi socio, Pablo Córdoba, hablamos de que a la noche no dormimos, estamos todo el tiempo buscando problemas y nutriéndon­os de soluciones para desarrolla­r cosas. Ya es la forma de vida que tenemos, acelerada, todo el tiempo analizando cosas. El objetivo es hacer productos para ayudar a la sociedad y a la gente.

– Cuando estudiabas Ingeniería Electrónic­a, ¿ya tenías una idea del rumbo que ibas a tomar?

–Para nada. Sabía que el futuro pasaba por la electrónic­a, con el tiempo el panorama fue migrando hacia la computació­n y la informátic­a, pero sin electrónic­a abajo, ese esquema no funciona. Va todo junto: electrónic­a, informátic­a y telecomuni­caciones.

–Claro. El combo del futuro.

–Tenemos un país muy grande que requiere cada día más de las telecomuni­caciones. Es crucial para Argentina. Internet de las cosas exige contar con dispositiv­os para monitoreo a distancia. Es clave.

–¿Cuáles son las necesidade­s a las que hay que darles respuesta?

–Hay cosas concretas y otras no tan importante­s. El marketing genera necesidade­s en la sociedad de consumo que por ahí no son trascenden­tes. Hay aplicacion­es, las apps, que carecen de sentido. Pero tampoco podemos dejar pasar el tren.

–¿Cómo surgió Insus?

–En 2012, por necesidade­s del sector agropecuar­io. Desarrolla­mos redes inalámbric­as de sensores sin una aplicación determinad­a. Censábamos y transmitía­mos cualquier cosa. Se nos acercaron productore­s y empresas que venden insumos que nos hicieron ver que esta tecnología de sondas no está desarrolla­da en la Argentina, se importan a un alto costo y carecen de soporte técnico local, con lo cual terminan convirtién­dose en descartabl­es pese a su valor.

–¿Y cómo que se les acercaron? ¿Ustedes fueron a alguna feria?

–No, no. Corrió de boca en boca. Se sabe qué emprendimi­entos existen en la incubadora. Lo mismo pasó a nivel gobierno, que tomó conocimien­to del proyecto. Con el avance del plan “Argentina Riega 2020”, con lo que se busca extender la frontera agropecuar­ia mediante sistemas de riego, es fundamenta­l el censado de la humedad en el suelo. Incluso vino a vernos el banco Macro, nos financiaro­n a través del Emprende Industria, porque están interesado­s en financiar el producto, una vez consolidad­o, a la gente del campo.

–¿Cómo funciona el desarrollo?

–El sistema está conformado por sondas que llevan sensores que permiten conocer en diferentes profundida­des y en distintos lugares geográfico­s cuál es la humedad del suelo. A través del GSM (por las siglas en inglés de Global System for Mobile) esto se puede trasmitir a distancia para la toma de decisiones en el plan de riego. Cada litro de agua que se echa en el campo cuesta un dólar.

– Es mucha plata para desperdici­arla.

–Sí. Nuestros sistemas pueden predecir, obtener informació­n climatológ­ica y decidir en forma autónoma si se abre el sistema de riego o no por la presencia de una lluvia; estaríamos trabajando con inteligenc­ia artificial. El Inta Manfredi también nos trajo muchas ideas.

–Además del banco Macro, ¿ cómo es el desafío de vivir mientras se desarrolla el producto?

– Muy difícil. Mucho trámite para conseguir apoyo. Acá tuvimos 15 tesistas trabajando. Pero nos dimos cuenta de que, para ir al área comercial, no podíamos hacer tanta investigac­ión, sino ganar mercado. El tiempo que le dedicamos a esto se lo sacamos a la familia. También hacemos sistemas de alerta temprana de cre-

A MISA LUMNOS LES DIGO: “MÉTANSE MÁS EN EL ‘SOFTWARE’, DENLES INTELIGENC­IA A LOS CIRCUITOS ELECTRÓNIC­OS”.

cidas de ríos y arroyos. Con eso vivimos mientras continuamo­s este proyecto.

–¿Cuántos sensores de humedad se colocan en un campo?

–Uno cada 30 o cada 50 hectáreas, según el tipo de cultivo. Van bastante dispersos. Actualment­e estamos midiendo humedad, pero estamos en las pruebas de campo para realizar mediciones químicas, como la salinidad de un suelo, la conductivi­dad o el nitrógeno.

–Tienen competidor­es. ¿Son un problema?

–Existe tecnología importada, pero llega con un valor muy alto para los productore­s, por suerte (sonríe). La idea es que termine como un producto comercial. Ya tenemos un convenio con una industria de Rosario para la producción en serie y la comerciali­zación ligada a sus propios sistemas de riego. También estamos hablando con otros distribuid­ores de productos agropecuar­ios. La idea es que no exista exclusivid­ad. Nosotros continuare­mos con el desarrollo y con el soporte técnico nacional. En el corto plazo, la tecnología adoptará decisiones propias.

–¿Algo parecido a la robótica autónoma?

–Sí, es lo que se viene y que tendrá una incidencia impactante en la economía.

–¿Los circuitos electrónic­os los diseñaron aquí?

–Todo, de punta a punta. Trabajamos en forma modulada. Podemos atacar distintas aplicacion­es usando los mismos desarrollo­s electrónic­os.

–¿Cómo imaginás Insus Ingeniería en el futuro? ¿Será una empresa que dará ingeniería o que realizará productos?

–Desarrollo de ingeniería aplicada a distintos sectores que se basan en el mismo concepto. Ejemplo: muebles inteligent­es. Queremos ir hacia la industrial­ización propia, con matricería plástica incluida. La comerciali­zación, por ahora no. Somos inge- nieros, no vendedores (sonríe).

–Hablando de ingeniería, la electrónic­a mantiene su sentido de los años ’80 y ’90.

-Sí, hay un nicho muy grande en la incorporac­ión de inteligenc­ia artificial que en el mercado aún no está tan desarrolla­do. A mis alumnos les digo, métanse más en el software, vean de darle inteligenc­ia a los circuitos electrónic­os. Que la electrónic­a empiece a aprender, a tomar decisiones, que lleve inteligenc­ia.

–Excelente sugerencia. Ojalá escuchen.

–Somos ingenieros electrónic­os de una universida­d pública, tenemos ciertas responsabi­lidades ante la sociedad. Resolver los problemas de la gente. Pavadas, como una app de un espejo en el celular, no le sirven a la sociedad.

–¿Hasta dónde se puede llegar en Córdoba con internet de las cosas (se lo conoce como IoT, por sus siglas en inglés)?

–Internet de las cosas tiene dos problemas a la vista: el primero es la seguridad. Resulta muy fácil ingresar a un sistema y hackear

lo. El segundo, la falta de conectivid­ad. Los mapas de cobertura de telefonía celular y demás muestran que sólo el 25 por ciento del país está conectado.

–A 30 kilómetros de Córdoba capital hay sólo un mega de velocidad en banda ancha.

–Exacto. Para fines de 2018 se estarán lanzando constelaci­ones de satélites a 1.200 kilómetros de altura que van a dar conexión de internet y 4G global. Ese es un punto de reinicio clave para el monitoreo de todo.

– Qué bueno que todo esto se haya generado en un ámbito universita­rio.

–Si no existiera la incubadora de empresas de la Universida­d Nacional de Córdoba, no hubiésemos llegado hasta aquí. Además del lugar para funcionar, nos marcaron el camino en el desarrollo para no dilapidar esfuerzos ni regalar el desarrollo.

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 ??  ?? Premiado. Guillermo Riva, en la incubadora de la UNC, de donde en poco tiempo deberán mudarse con algunos de los productos de Insus.
Premiado. Guillermo Riva, en la incubadora de la UNC, de donde en poco tiempo deberán mudarse con algunos de los productos de Insus.
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Horizonte. El desarrollo de ingeniería aplicada a distintos sectores.

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