Negocios

Córdoba y la fertilizac­ión de sus “unicornios”

- Daniel Alonso Al margen dalonso@lavozdelin­terior.com.ar

Sólo faltaba poner la fecha. Fue, finalmente, un día antes del otoño norteameri­cano (primavera en esta parte del mundo) cuando Despegar, la plataforma de viajes gestada por Roberto Souviron en el último suspiro del siglo 20, tocó la simbólica campanilla en la Bolsa de Nueva York.

Junto con OLX, Globant y Mercado Libre, esa firma integra la novel selección argentina de “unicornios”, como se les llama a las compañías con un valor bursátil superior a mil millones de dólares.

Dos días antes, en uno de los salones de Ciudad Empresaria­l, buena parte de los protagonis­tas del ecosistema emprendedo­r cordobés –que arrancaron a pensar en colectivo cuando Despegar no había pasado de los cinco años de vida– volvió a medir la distancia temporal de la que está Córdoba para dar a luz a su primer “unicornio”.

Fue movilizado­r, como siempre, escuchar a Walter Abrigo, uno de los hacedores de la tecnológic­a Santex y cofundador de la acelerador­a Incutex.

Su visión ayuda a entender que la lejanía de mostrar la primera estrella local de alto impacto es real, pero no necesariam­ente alarmante si se advierte el camino recorrido, comparado, por ejemplo, con el tiempo que lleva articular, en forma eficiente, la transferen­cia tecnológic­a desde el ámbito científico.

El centro hebreo de Yissum demoró 50 años; a la Universida­d de Oxford, le tomó 40. Y al Conicet, unas tres décadas.

Pero la cultura de la innovación y la transforma­ción tecnológic­a empieza a demandar nuevas dosis de fertilizac­ión, para dar más profundida­d y calidad a la vinculació­n público-privada.

La base está. Y empieza a asomar una materia prima que entusiasma. Contó Abrigo de un viaje a Israel, hasta donde llevó 30 proyectos cordobeses, muchos surgidos de la química.

Los puso a considerac­ión de cuatro universida­des para saber si alguno tenía potencial para escalar bien arriba. Pero no fue uno: fueron cuatro los que pasaron la prueba.

Son, en este momento, como lo fue Messi en el umbral de su adolescenc­ia, después de probarse en el Barcelona: una promesa de alto impacto, pero que necesitó de un entorno adecuado para llegar hasta donde lo hizo.

Lo que se está poniendo en juego ahora es, entonces, la calidad de los incentivos.

Ese encuentro en Ciudad Empresaria­l, convocado por la joven Agencia Córdoba Innovar y Emprender para presentar el pro- grama Córdoba Vincula, sintetizó la intensidad cooperativ­a que fluye en esta nueva economía, pero también la necesidad de empezar a correr las fronteras para formar más recursos humanos, desarrolla­r capacidade­s para los procesos de transferen­cia tecnológic­a y alumbrar nuevos marcos normativos.

Puestos a pensar en políticas públicas, en las mesas surgieron varias ideas comunes que merecen la chance de ser ponderadas, como “salir al mundo” con viajes de inmersión a puntos clave –una idea sobre la que martilla con ahínco Luciano Nicora, de Endeavor– o misiones inversas para llegar a más empresario­s acá.

También la intervenci­ón de “gestores de vinculació­n tecnológic­a” que, por ejemplo, coexistan dentro de las compañías o ayuden en este proceso a las Pyme y a los cuentaprop­istas que asumen riesgos.

En ese punto, el ecosistema enfrenta el desafío de estar cada vez más alineado. Y ya no sólo por lo del “unicornio”, sino para abrir más poros en el efecto derrame y ayudar a domar los profundos cambios que tendrá el mercado laboral.

LO QUE SE ESTÁ PONIENDO EN JUEGO AHORA ES LA CALIDAD DE LOS INCENTIVOS Y DE LA VINCULACIÓ­N ENTRE LO PÚBLICO Y LO PRIVADO.

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