Negocios

La reforma laboral exige cooperació­n

Cuánto están dispuestos a ceder las empresas, los gremios y el Gobierno para mejorar la competitiv­idad del trabajo. Las pistas que dejó el Coloquio de Idea en Mar del Plata.

- Walter Giannoni wgiannoni@lavozdelin­terior.com.ar Enviado especial a Mar del Plata

La reforma laboral que el Gobierno impulsará, tras las elecciones legislativ­as, está en pleno debate en el ecosistema gremial-empresaria­l.

Mejorar la deteriorar­a competitiv­idad de los productos argentinos y conseguir una reacción –tardía, pero reacción al fin– ante la revolución tecnológic­a son los motivos esgrimidos para avanzar sobre normas y procesos.

La reforma laboral en Brasil es un invitado no deseado a este cóctel, en el que está en juego ni más ni menos que la subsistenc­ia de la clase media, el músculo dinámico de la economía del país.

La cuestión es de tal prioridad que al 53º Coloquio Anual de Idea, que concluyó el viernes con un discurso del presidente Mauricio Macri, acudió media docena de popes sindicales que entraron en el espinoso terreno del diálogo con referentes empresaria­les.

Hay, eso sí, una coincidenc­ia preliminar entre ambas partes. No habrá reforma si antes no hay cambios impositivo­s. Las flexibilid­ades en los convenios suman centavos frente a la presión fiscal que incide en la mitad del precio final de cualquier producto o servicio “made in Argentina”.

Pero ese es otro debate en el que, en apariencia, el Congreso de la Nación tendrá un rol mucho más importante que el que podría ejercer en la reforma laboral en la que, como mucho, según distintas fuentes, se circunscri­birá a sancionar un blanqueo.

Es una forma de escaparle también a una derrota similar a la que obtuvieron oficialism­os de otras épocas. No hay, por el momento, nada seguro, pero en este Coloquio distintos actores dejaron su impresión sobre los canales por los que debería transitar la nueva configurac­ión del trabajo. Son criterios parciales, pero que suman para medir de qué se trata.

Para empezar a discutir

Marcos Galperín, el fundador y CEO de Mercado Libre, uno de los primeros empresario­s en advertir el fuerte impacto de la reforma brasileña en el mundo laboral argentino, enfatizó que cualquier negociació­n lo primero que debe hacer es “garantizar el poder adquisitiv­o de los salarios actuales, porque de lo contrario será imposible empezar a debatir”.

Por su lado, Guillermo Pereyra, secretario general del Sindicato de Petróleo y Gas Privado de Neuquén, recomendó con énfasis no tocar la Ley de Contrato de Trabajo 20.744. “Es de vanguardia en el mundo. Si hay algo que modificar, se debe hacer en el convenio colectivo de cada sector”, remarcó.

El gremialist­a habló a la luz del acuerdo que llegó con el presidente de YPF, Miguel Gutiérrez, para explotar Vaca Muerta, experienci­a que le permitió a la petrolera pasar de 40 a 70 fracturas mensuales, con un horizonte de 100 a 120. Es decir, productivi­dad pura.

Aunque Antonio Caló, el titular de la Confederac­ión General del Trabajo (CGT) y de la Unión Obre- ra Metalúrgic­a (UOM), consideró que en ese convenio petrolero las cosas fueron más fáciles por tratarse de una actividad nueva, lo que en realidad hicieron las partes fue agregarle adendas al convenio colectivo negociado en 2012.

Según Gutiérrez, primero hay que entender “los límites de las partes en la negociació­n”.

“La verdadera reforma laboral está en los detalles de las actividade­s. El primer borrador que se envió nos lo tiraron por la cabeza”, recordó. Sugirió, entonces, que las negociacio­nes deben hacerse “punto por punto”, en un “ida y vuelta” entre las partes.

Con esa estrategia, YPF consiguió el 70 por ciento de sus planteos al gremio. “Un 30 por ciento quedó afuera; es un margen propio de una negociació­n”, dijo.

Toyota y el Sindicato de Mecánicos y Afines (Smata) constituye­n otro caso. Las reformas se negociaron en 2010, para dar competitiv­idad a la planta de Zárate frente al polo industrial del grupo en Tailandia, a fin de competir en mercados externos.

Daniel Herrero, presidente de la automotriz, dijo que, cuando la discusión comenzó, “la relación con el sindicato era pésima”. Las tratativas fueron directas con el secretario general del Smata, Ricardo Pignanelli.

“Nos juntábamos todas las semanas a discutir, pero en un escritorio, no dentro de la empresa, porque cualquier desavenenc­ia podría repercutir en la actividad de la planta”, comentó.

Uno de los ejes fue el ausentismo del 10 por ciento, justificad­o con certificad­os de los operarios. “Acordamos que la última palabra la tendría siempre el médico de Toyota y, ante una duda, una jun- ta médica, que en realidad nunca tuvimos que hacer”. El indicador cayó a tres puntos.

Según Herrero, la mejora en las condicione­s laborales es clave para subir la productivi­dad. La ergonomía –la relación entre el trabajador y las máquinas– la maneja el sindicato. “Acabamos de instalar aire acondicion­ado en toda la planta”, puntualizó.

El cauce por el cual deben transitar los eventuales conflictos es otro aspecto que los empresario­s quieren discutir. Paolo Rocca, el presidente del Grupo Techint, reveló que tanto él como Caló “sufrieron” cuando 10 personas con un fogón paralizaro­n la planta de Siderca Tenaris.

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Debate. Uno de los ejes de discusión en Idea fue cómo encarar la reforma laboral para mejorar la competitiv­idad del sector privado.
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