Negocios

La transparen­cia ahora desafía a las empresas

La nueva ley de responsabi­lidad penal corporativ­a exigirá implementa­r programas de integridad internos.

- Paula Martínez pmartinez@lavozdelin­terior.com.ar

En el mundo, la lucha contra la corrupción está tomando otro cariz: ya no sólo se apunta a la punibilida­d, sino que ahora se hace foco en la prevención, y el sector privado es un actor clave.

Argentina está rezagada en la implementa­ción de normas para evitar y detectar casos punibles, pero está previsto que, luego de las elecciones legislativ­as, el Congreso sancione, finalmente, la ley de responsabi­lidad penal empresaria­l.

El proyecto fue aprobado por Diputados, el Senado introdujo cambios que se avalaron por unanimidad, y ahora tiene que volver a la Cámara Baja. Se prevé que para los primeros días de noviembre el país ya cuente con una ley a tenor con las exigencias de la Organizaci­ón para la Cooperació­n y el Desarrollo Económicos (Ocde).

De los 41 países firmantes, sólo Argentina no tiene una norma de este tipo; otros de la región, como Chile, Brasil, Colombia y Perú, ya legislaron.

Controles internos Aunque las leyes anticorrup­ción comenzaron hace 40 años en el mundo, las de responsabi­lidad empresaria tienen menos de una década en América latina.

En un proceso similar a lo que ocurrió con el lavado de activos, hay estándares internacio­nales que apuntan a instalar mecanismos que alerten sobre hechos de corrupción. En la jerga se denomina compliance (cumplimien­to, en inglés) y hace referencia a la implementa­ción, dentro de las empresas, de programas de prevención, detección y planes para remediar situacione­s.

“El mundo exige transparen­cia para competir. Las multinacio­nales lo piden a su cadena de valor y hay empresas que no pueden participar de licitacion­es en algunos países porque no atienden este tema”, dice Paula Cortijo, especialis­ta en compliance.

“La falta de transparen­cia implica costos. Las multinacio­nales saben que, dependiend­o del nivel de corrupción en un país, su negocio le va a costar entre cinco y 30 por ciento más caro. A eso se suma el riesgo de ser multados en su país de origen y de la mancha en su reputación”, advierte.

Cortijo es directora de Transparen­cia Latam, una consultora enfocada en integridad corporativ­a que acaba de abrir en Córdoba, junto con Germán Gianotti y Manuel de Allende, abogados especialis­tas en temas tributario­s y penal económico.

El proyecto de ley argentino cambia el eje en la discusión de la corrupción. Asume que el Estado no puede controlar todo y deja en cabeza de las empresas la prevención. Es un proceso similar a lo que se vivió con la ley de lavado.

Con esta nueva norma, la empresa no sólo será penalmente responsabl­e por los actos delictivos de sus directores (esto ya existe), sino por los que realicen cualquiera de sus empleados y su cadena de valor.

Para paliar la responsabi­lidad, todas las firmas (no importa su tamaño) deben implementa­r un “programa de integridad”, capacitar a su personal y designar un responsabl­e. La ley apunta a la prevención general, ofrece un incentivo a la empresa al permitir denunciar los problemas detectados y también implementa­r un “acuerdo de colaboraci­ón eficaz” para colaborar con la justicia.

Aunque se penalizan actos de privados con el sector público, este recién ahora se está adaptando, por lo que la Comisión Nacional de Valores, la UIF y otros organismos están recibiendo capacitaci­ón desde el exterior en este tema.

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Hay equipo. Manuel de Allende, Germán Gianotti y Paula Cortijo.

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