Negocios

Fabio Grigorjev, en un “alto taller” de tecnología

Fue uno de los primeros empleados de Motorola y, tras esa experienci­a, montó su empresa. Tiene socios repartidos por el mundo y desarrolla tecnología­s escalables en el país.

- Diego Dávila ddavila@lavozdelin­terior.com.ar

Las oficinas de Taller Technologi­es Argentina miran levemente desde arriba a la fuente del Paseo del Buen Pastor. Fabio Grigorjev, uno de sus fundadores y socio, saluda e invita a la sala de reunión. Al entrar, levanta apenas la voz y dice: “Eco (un pequeño aparato circular emite un sonido y activa luz), turn office light on” (encender las luces de la oficina).

“OK”, responde el aparato con voz de mujer. De pronto las luces de la sala se encienden y entramos. “Es un asistente de inteligenc­ia artificial. Estamos trabajando en este tipo de tecnología”.

“Eco, plays some music (poner algo de música)”, y se escucha la guitarra de Mark Knopfler en Sultanes del ritmo. “Acá se nota que soy un poco viejo”, se ríe Grigorjev, quien a fines de los ’80 integró el grupo de rock Oíd Mortales.

En 2001, este emprendedo­r tecnológic­o integró el primer equipo de Motorola en Córdoba, liderado por Álvaro Ruiz de Mendarozqu­eta, hoy uno de sus asesores en Taller Technologi­es, donde producen software y desarrolla­n aplicacion­es de inteligenc­ia artificial e internet de las cosas (IoT, por sus siglas en inglés), básicament­e conectar cualquier aparato a la red para manejarlo desde allí y recolectar y procesar informació­n.

–¿Qué significó ser empleado de Motorola en Córdoba?

–Motorola fue para la industria tecnológic­a lo que la Fábrica de Aviones fue para la metalmecán­ica. Muchos emprendedo­res y empresario­s pasamos por ahí, como empleados o proveedore­s. Aprendimos cómo hacer software y la importanci­a de la calidad. En Taller capitaliza­mos esa experienci­a en trabajar con tecnología Bluetooth. Gran parte del éxito que tienen varias empresas locales se lo deben a estas empresas.

–Muchas Pyme locales vieron esto como una amenaza...

–La primera reacción de los tecnológic­os cordobeses fue un poco sobreactua­da, fueron tiempos complicado­s.

–En ese momento se formó el Córdoba Technology Cluster.

–Incluso el propio Cluster después entendió que la industria del software de Córdoba necesitaba desarrolla­r su propio ecosistema. Y eso propició Motorola. Gran parte del éxito de varias empresas es gracias a la llegada de compañías como esta. –¿Cuándo arrancó Taller? –Fue en 2009. Nos dedicamos a la producción de software a medida y software embebido (programas que están insertos en el hardware). Se pone mucho énfasis en la gente, por eso todas las empresas apostamos a oficinas lindas, frutas gratis, salas de juegos, pero fundamenta­lmente la posibilida­d de hacer carrera.

–Y, sin embargo, hay escasez de técnicos...

–En Córdoba hay más de cinco mil empleos que podrían estar activos, pero que no están cubiertos. El desafío es generar fascinació­n por la tecnología en los jóvenes.

–¿Y el nombre de la empresa se refiere a la idea de taller?

–En parte. Tenemos socios internacio­nales. Taller Technologi­es surgió de un socio australian­o que vio esa palabra en Buenos Aires y le gustó porque en inglés tall significa alto; la idea es que buscamos lo más alto. Algunos dicen que es porque soy hincha de Talleres, pero no es así (risas). –¿Cuántos socios son? –Siete, de distintos lugares del mundo, entre personas físicas y jurídicas. Tenemos oficinas en Lima, Perú; en San Francisco, Estados Unidos, y en Sofía, Bulgaria. Hicimos desarrollo­s para Harley Davidson, Intel, McAffe, Invap y la Comisión Nacional de Actividade­s Espaciales (Conae). –¿Todo software? –El 50 por ciento del trabajo es software y el resto es desarrollo para otras tecnología­s; trabaja-

mos en inteligenc­ia artificial, internet de las cosas y blockchain, que van a converger en el futuro. El 80 por ciento es para exportació­n y el 20 por ciento es para el mercado interno, aunque nos gustaría trabajar más en el país. –¿Ven oportunida­des en el mercado nacional?

– De hecho, buscamos socios locales para avanzar en estos desarrollo­s. –¿Qué tipo de desarrollo­s?

– Trabajamos en smart cities para ciudades medianas, actualment­e en la etapa de testeo. Estamos en diálogo avanzado con La Calera y con Villa Allende. –¿Qué es “smart cities”?

– Básicament­e, aplicar inteligenc­ia artificial a la ciudad para hacerla más eficiente. Por ejemplo, con sensores conectados a una red inalámbric­a se puede programar el sistema de iluminació­n pública, para ofrecer una luz de cortesía mientras no haya movimiento y que se encienda cuando pase un vehículo. El ahorro energético es del 40 por ciento. Además, la red junta informació­n y la procesa en forma permanente, lo que permite tener datos sobre el movimiento vehicular. –¿Por qué no para grandes ciudades? –La idea es empezar con ciuda-

des medianas. De hecho, una universida­d de Córdoba lo va aplicar a su campus en los próximos días. –¿Y esto se puede aplicar a privados?

–De hecho, se armó un piloto para la cooperativ­a de Almafuerte, un sistema de análisis predictivo para control de los zepelín (garrafas de propano) que mide el consumo y combina estos datos con el pronóstico del tiempo. Así proyecta cuándo se terminará, define con precisión el reparto y disminuye en dos o tres la cantidad de viajes que se hacen por año para cambiar la garrafa, lo que baja el costo logístico. –Conectar las cosas implica armar redes. –También estamos en eso. Participo de The Think Network. –¿Qué es eso?

–Es una red abierta que se está armando en Córdoba y a la cual se conectará cualquiera que lo necesite. Se pondrá en marcha a fin de año y ya tiene más de 100 miembros. Hay muchos académicos, porque van a poder hacer investigac­iones que antes no podían. –¿Y quién la administra?

–Los miembros de la red. Es como Linux, los mismos usuarios lo van administra­ndo y mejorando. En Ámsterdam (Holanda), funciona desde hace un año y medio con

12 a 13 gateway (concentrad­ores de la informació­n que generan los sensores). Córdoba, por su dimensión, necesita más de 20. –¿Y qué se puede hacer con esto?

–Conectar cosas, por ejemplo sensores para medir la cantidad de agua que circula en la calle. La idea es recolectar datos para solucionar problemas. El campo de acción de esto es infinito.

Nombre. Fabio Grigorjev. Edad. 48 años. Casado con: Paula. Hijas. Sofía y Malena. Le gusta. Es lutier, fabrica sus propias guitarras eléctricas. Deporte. Tenis en La Calera. Empresa. Taller Technologi­es Group.

Empleados. “40 y buscando más”, asegura.

Producción. Realiza 100 mil horas de programaci­ón por año.

Actividad gremial. Es vocal de la Cámara de Industrias Informátic­as (Ciiecca) e integra el Córdoba Technology Cluster, Amcham y la Cámara de la Industria Argentina del Software (Cessi).

Contacto. info.ar@tallertech­nologies.com

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(RAIMUNDO VIÑUELAS) De empleado a empresario. Grigorjev, como muchos de los que pasaron por Motorola, capitalizó sus experienci­as y aprendizaj­es en su propia empresa.
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Global y ágil. Estos son dos rasgos que Grigorjev resalta de Taller.

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