Negocios

Sube la espuma en la producción y demanda de cervezas artesanale­s

En medio de la Oktoberfes­t, hubo un congreso de productore­s en Villa General Belgrano que analizó el fuerte crecimient­o de la oferta y de la demanda.

- Carina Mongi Correspons­alía

VILLA GENERAL BELGRANO. De golpe, la cerveza artesanal ganó volumen en Córdoba y en el país. La bebida preparada en forma casera dejó de ser sólo un

hobby de garaje y comenzó a ganar mercado como producto gour

met en bares y restaurant­es. De pasatiempo social giró a fenómeno comercial, posibilita­ndo el crecimient­o de un nicho para gente deseosa de probar sabores diferentes, en medio de un mercado con productos industrial­izados y parecidos entre sí.

Ese es el camino que recorriero­n, entre otros productore­s, Leonardo Ferrari y su esposa Mariana, de Antares, una marca ya consolidad­a a nivel nacional.

Comenzaron en 1994 con una olla de 20 litros y hoy producen cinco millones de litros al año. Cuatro años después de ese inicio de aficionado­s en su casa de Mar del Plata, montaron una pequeña fábrica en un bar.

Recién en 2005 dejaron las ocupacione­s que “les daban de comer”, como ingeniero químico y diseñadora industrial, para vivir de la cerveza que hoy distribuye­n en todo el país.

En ese crecimient­o debieron aprender a ser empresario­s y manejar el negocio. Ferrari destacó que se produjo un cambio en el gusto de la gente: “Se refinaron los paladares, en vinos, cafés y muchas categorías, y la cerveza no fue la excepción”, dijo.

Ferrari fue una de las 120 personas, en su mayoría pequeños y medianos productore­s, que asistieron al primer “Bier Kongress” (Congreso Cervecero, en alemán), que se realizó aquí, en paralelo a la Fiesta Nacional de la Cerveza que culminará mañana.

Durante el congreso, especialis­tas y productore­s brindaron charlas sobre distintos aspectos, desde buenas prácticas, uso de insumos y consejos empresaria­les.

Hasta unos 15 años atrás, la informació­n y los proveedore­s eran escasos. Hoy esa realidad cambió y los conocimien­tos y equipos están al alcance de quien desee iniciarse, incluso en casa.

“Antes había mucho de prueba y error”, admitió Marcelo Oviedo, otro miniproduc­tor. El camino ahora está mucho más allanado para los nuevos emprendedo­res cerveceros. “No es pádel” “En Córdoba la actividad ha explotado, están abriendo uno o dos bares por semana o los que ya existen se reconviert­en y agregan canillas de cerveza artesanal. La demanda excede lo que las fábricas podemos elaborar”, apuntó Diego Pastorino, de cervecería El Búho, con base en La Cumbre.

Diego es otro de los que convirtió un “pasatiempo” en un emprendimi­ento sustentabl­e. “Esto no es una moda pasajera, sino una tendencia. No es pádel”, aseguró.

En su caso, decidió apostar pa- ra un cambio de vida y dejar Buenos Aires y su puesto de gerente de sistemas en una empresa para radicarse en Córdoba a producir cerveza.

El Búho está por cumplir 15 años, con una producción de 20 mil litros por mes, al tope de la potenciali­dad de la empresa, que se consumen en el bar-restaurant­e que posee en La Cumbre y en otros locales. Pastorino asegura que fue el mercado el que los impulsó a crecer y no a la inversa.

Marcelo Oviedo es el presidente de la Asociación de Productore­s Cerveceros de Villa General Belgrano, que suma 15 fabricante­s artesanale­s. También buscando un cambio de vida, una década atrás dejó su trabajo de paramédico en la ciudad de Córdoba para crear en Calamuchit­a la marca Interlaken.

Oviedo asegura que la mayor demanda de cerveza artesanal es una tendencia mundial. “Ahora le toca a Latinoamér­ica”, agrega. El primer año produjo tres mil litros. Luego, creció en cantidad y calidad y hoy y fue ganando mercados.

Marcelo Roggio, de Peñón del Águila, apunta: “No nos quedó otra opción que hacer cerveza”, El parque temático de ese nombre, emplazado en La Cumbrecita, los motivó a sumar una cerveza propia para su restaurant­e. Arrancaron con menos de mil litros, pasaron a 10 mil y hoy fabrican unos 120 mil, con una planta nueva y bares propios.

Es además la primera cerveza artesanal en lata de Argentina. “Pasa como con el vino: la gente tomaba vino de mesa y luego comenzó a descubrir otro mundo, y con la cerveza descubrió cientos de opciones y gustos”, añade Roggio.

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Bares. Junto con la movida artesanal, varias marcas locales trabajaron la integració­n vertical con sus propios bares.

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