Invitación a conectar con lo humano
Unas 400 personas asistieron a la cuarta edición del Human Camp, que busca inspirar a través de experiencias.
“No es de la mayoría, pero es una conversación que está entrando en el mundo corporativo”, dice María Eugenia Estenssoro, periodista, emprendedora y conductora del Human Camp, el evento inspiracional que se realizó días atrás en Córdoba.
Estenssoro se refiere a las nuevas miradas sobre el liderazgo, los vínculos y un paradigma más humano e integrador de la persona con sus valores.
“Hablaba y disfrutaba de un ego aterrador, pero ahora empecé a meterme para adentro, cuido y limpio las velas de mi barco para seguir navegando en esta vida”. Sentado, ante 400 personas en penumbras, Federico Seineldín habló ante todos con el corazón abierto: del peso de su apellido, de los mandatos, del poco diálogo con sus hijos, de la “versión” de él que muchos conocen pero “que ya no está”.
“En este camino conocí mi fragilidad”, confesó quien ganó el premio Endeavor, fundó Njambre y ahora apuesta a Arbusta –con Emiliano y Paula, “los socios que elegí”, remarcó– una empresa que vincula a jóvenes sin formación ni experiencia laboral con el mundo de las tecnologías, donde faltan los recursos calificados.
Antes, Lorena Castaño, directora de la cooperativa Los Carreros, en Córdoba, relató cómo en sus 40 años de vida le tocó lucharla. Y David Ruda, fundador de Tarjeta Naranja, abordó los desafíos cuando, como profesor de gimnasia, inició la tarjeta de crédito, apostando a sus colegas. También estuvieron Nicolás Pichon-Riviére, socio de Pegasus; Tomás Rojas, gerente de marketing de Danone, y Mariana Íbero, directora de Capital humano de Farmacity.
“Nuestra misión es sembrar humanidad en distintos ámbitos del quehacer humano”, explicó Clara Pazos, directora ejecutiva de Human Camp.
“Generamos encuentros a través de historias de personas que se dan la posibilidad de interpelarse y compartir algunos de sus aprendizajes que pueden serviles a otros a iniciar una búsqueda personal”, agrega.
“¿Quién soy?”, dijo en voz alta Íbero. “Más allá de madre, de esposa, de los roles, ¿quién soy?, insistió. “No me lo puedo responder al día de hoy, pero sí me pude dar cuenta de que vivo disociada, que mi rol de ser número uno me demanda ser rápida, certera, tomar decisiones, saber de negocios, de recursos humanos, saber, decidir, deber y saber; pero muchas veces por dentro estoy rota, porque me gustaría mostrarme frágil”, admitió.
Así, reconoció que su trabajo fue integrarse: las alegrías y las tristezas, los momentos de luz y los de sombras.
“Tengo que integrar a la Mariana dulce, amorosa y sociable a la Mariana oscura que existe, que compite o que no tiene ganas de levantarse de la cama”, sostuvo. “La respuesta pasa por conectarme con quién soy, cuál es mi propósito y entender para qué vivo”, sostuvo.