Negocios

Antonio Covarrubia­s y su revancha en la construcci­ón en seco.

Integrado al Grupo Edisur, impulsó la primera fábrica de casas con el sistema “steel framing”. Es su revancha en una pasión que trae de tierras lejanas: la construcci­ón en seco.

- Walter Giannoni wgiannoni@lavozdelin­terior.com.ar

Es argentino, pero vivió en Estados Unidos gran parte de su vida, donde su profesión lo llevó a trabajar para grandes compañías, pero también a especializ­arse en la construcci­ón de inmuebles con el sistema steel framing.

Con su regreso a Córdoba, dos décadas atrás, el arquitecto Antonio Covarrubia­s trajo ese conocimien­to y, con suerte diversa, comenzó a aplicarlo en un mercado difícil para todo lo que no fuera edificació­n tradiciona­l.

Pero quiso la vida y la amistad que con Horacio Parga, el presidente de Edisur, los planetas se alinearan para poner en marcha Steelplex, la primera fábrica de viviendas con esa tecnología que parte de la conformaci­ón del insumo básico: la perfilería de acero. Y ese dato es clave. –¿Es posible clavar un clavo en las paredes de este tipo de casa?

–Por supuesto, pero es mejor un tornillo entarugado, que son especiales para esto.

–¿Por qué se metió en esta epopeya de tratar de imponer un producto que a los argentinos les resulta extraño? –Desde los 10 años, cuando mis padres fueron contratado­s para ir a

trabajar a Estados Unidos, viví en este tipo de casas. –¿Dónde trabajaban?

–Mi padre era ingeniero y estaba en una empresa muy grande llamada “United Technologi­es”. Fue en 1959. Ahí hice primaria, secundaria, terminé, vino la Guerra de Vietnam y mis padres, en 1967, decidieron mandarme a hacer el servicio militar a la Argentina. Acá me encontró el Cordobazo. En esa venida, observé cosas que no eran lo común para mí en la construcci­ón. –Por ejemplo…

–Hacer casas con ladrillos como las levantaban los romanos hace dos mil años no era común para mí. Lo raro era ver ese sistema. Cada casa tardaba años en construirs­e, con un sistema de financiaci­ón también extraño para el mundo. Me acuerdo que el dólar valía 350 pesos y acá se ahorraba billete por billete para ir a comprar ladrillos y levantar 30 centímetro­s de pared. Al otro mes lo mismo.

–Es decir que también le llamaba la atención la manera de financiar la obra familiar, algo que todavía existe.

–Claro. Cuando la casa estaba más o menos terminada, la gente no le debía nada a ningún banco, porque la había hecho de a poco a lo largo de años. En cambio, en los Estados Unidos, todo se debe. El banco es dueño de su casa hasta que usted se jubila, casi.

–En un viejo show, Cacho Buenaventu­ra decía: “Cuando terminé de hacer mi casa, los chicos ya se habían ido”.

–Yo compré mi primera casa en Estados Unidos cuando tenía 24 años. Al año la vendí para comprar

otra más grande. Cuatro casas, a medida que iba creciendo la familia. En todos esas compras, lo máximo que habré entregado por vivienda habrán sido 10 mil dólares. –Todo lo demás, crédito hipotecari­o.

–Pero la casa valía un millón de dólares. Es decir que, si al final de pagar la vendía, me hacía de un millón. –Resumido: otro sistema y otra forma de financiar.

–Allá son muy prácticos. Esa casa grande, cuando es viejo, ¿para qué la quiere? No dudan y se achican. –¿Ejerció en Estados Unidos?

–Sí, en líneas generales, es un país donde el Estado habilita el ejercicio de la profesión con un sistema que es equivalent­e a volver a rendir toda la carrera. En el caso de la arquitectu­ra, el state board pide ocho años de estudios o de trabajo para poder tomar nueve exámenes y un oral. Eso lleva unos 12 años. Recién ahí viene la matrícula. La mayor parte de los arquitecto­s no lo concluyen. Pueden trabajar, pero dentro de un estudio. –Firma otro.

–Claro. Yo tengo las matrículas de California, Nevada, Utah, Arizona, Canadá… y gracias a eso pude trabajar en Austin Company, que construyó en aquella época las plantas industrial­es de grandes empresas. Volví a la Argentina en 1996, cuando mis hijos ya habían empezado su camino. –¿Vino a trabajar en lo suyo? –Importé todo el sistema steel fra

ming para trabajar aquí. A partir de 1997, me puse a levantar viviendas. La primera en el country del Jockey Club, también en Lomas de los Carolinos. Unas 50 casas. Ahora, 20 años después de haber comenzado, la Secretaría de Vivienda de la

UNDÉFICITD­E VIVIENDASC­OMO ELDEARGENT­INANO SEPUEDEAFR­ONTAR HACIENDOCA­SASQUE DEMORANUNA­ÑO.

Nación está por incorporar este sistema como de construcci­ón tradiciona­l, con lo cual se evita un paso de certificac­ión. –Volvamos al ladrillo de greda: es tecnológic­amente muy viejo.

–Afuera es obsoleto, a menos que no quede otra salida. Un déficit de viviendas como el de Argentina no se puede afrontar haciendo casas cuya construcci­ón demora un año, cuando se puede hacer con este sistema en dos o en tres meses. A eso hay que agregar las ventajas técnicas del steel framing.

–¿Y cómo se generó su relación con Edisur para convencerl­os de que levantaran esta fábrica donde estamos ahora?

–Con Horacio Parga nos conocemos desde hace muchos años. Somos amigos, en algún momento vivimos en el mismo edificio. En 1998 hicimos juntos el colegio Cinco Ríos, en Villa Allende. Fue una de las últimas obras grandes en steel

framing, porque un par de años después, con la crisis de 2001, se cortó la financiaci­ón. –¿Pero cómo fue que dijeron: “Armemos la fábrica”?

–Con el gobierno anterior no se podía hacer nada de nada. En un par de ocasiones, Horacio me llamó para ver si podíamos iniciar cosas juntos. Pero no estaban dadas las condicione­s para definir, porque no había crédito. –Velocidad y financiami­ento.

–Es lo ideal, es la forma de hacerlo. Cuando cambia el gobierno en el país, nos comunicamo­s y decidimos estructura­r la empresa.

–Imagino que esto también es clave para el rápido desarrollo de Manantiale­s. Está la tierra, esto acelera el proceso.

–Es una parte para darle valor agregado a esa expansión de Córdoba. Respuesta rápida con lote, vivienda, tecnología, eficiencia y préstamos, porque son hipotecabl­es. Es decir, lo normal en el mundo. En muchos lugares de Europa las personas no llegan a comprar su vivienda en toda su vida. En Estados Unidos, una persona le debe la vivienda al banco 25 años. Pero casi todos tienen casa.

–Un arquitecto amigo me decía: el sistema es un escalón hacia otra propiedad.

–Yo me mudé varias veces en mi vida. En los países desarrolla­dos mudarse por cuestiones de empleo es habitual. De igual modo, se puede comenzar por una casa pequeña y terminar con el tiempo en una grande.

–En la recorrida me pareció que la clave de la fábrica son las tres máquinas que trajeron para hacer la perfilería. –Son máquinas que conforman la pieza y preparan el perfil para ser usado. En lugar de trabajar manualment­e sobre el perfil, estas máquinas, al mismo tiempo que conforman el perfil, le va insertando los agujeros, las caladuras, etcétera. –Para armar el “mecano”. –Con eso se estructura­n paneles, y con esos paneles, un sinfín de edi- ficios: casas, aulas, colegios, hospitales, lo que sea. Podemos hacer 25 casas por mes en un solo turno. –Escalable mil por mil, digamos.

–Bienvenido­s a la era del acero. Sólo que llegamos 128 años después de la Exposición Universal de París, donde Gustave Eiffel presentó su famosa torre de 300 metros. Era 1889. ¿Usted sabe cuál fue en esa exposición el país que ganó el primer premio al mejor edificio extranjero? –Ehhh, no…

–¡Argentina! (saca una imagen). El Pabellón Argentino, hecho totalmente en acero por Albert Ballu, ganó. Cuando terminó la exposición, lo desarmaron y tardaron 10 años en armarlo en Buenos Aires para funcionar como Museo de Bellas Artes, hasta que fue demolido para hacer una plaza en 1932. ¿Qué nos pasó que éramos líderes y terminamos en la nada? –Eso digo.

–Nos quedamos con el ladrillo mientras el mundo continuó con el acero. Los países asiáticos hacen 140 pisos en acero. Cuando escucho que hablan de 70 mil viviendas con materiales tradiciona­les, me mato de risa. Imposible.

–¿Cómo va a vencer que la gente golpee la pared y suene a hueco?

–¿Cuando usted sube a un avión lo golpea para ver de qué esta hecho? No. Y sin embargo lo protege a 10 mil metros de altura. ¿Y un transatlán­tico de qué está hecho? Vamos a usar materiales y gastar más plata para mitigar eso que usted dice, pero sólo por una cuestión cultural y no de durabilida­d. –¿Y la cuestión sísmica?

–No es lo mismo manejarse con una casa de cinco mil kilos que con otra de 30 mil. Esta construcci­ón jamás se va a desmoronar. Mientras esté bien atada y anclada, es sismorresi­stente. Imagine la cantidad que hay en California. –¿Cuál es la idea de abrir la fábrica a todo el mercado?

–Imponerlo. Nadie tiene patentes en este sistema. Está totalmente abierto a la demanda del mercado. Necesitamo­s que se forme gente para que el sistema crezca. La capacitaci­ón es fundamenta­l para su expansión. –La última: ¿Todavía le quedan costumbres norteameri­canas?

– Sí, el orden. La forma cómo nos manejamos aquí me inquieta y me molesta. Tanto en los temas políticos, la corrupción, como en cuestiones de la vida cotidiana. Un alumno no le puede faltar el respeto a un profesor. A eso no me acostumbro.

 ?? (PEDRO CASTILLO ?? En la planta. “Aquí nos quedamos con los ladrillos; y el mundo, con el acero”, dice Covarrubia­s.
(PEDRO CASTILLO En la planta. “Aquí nos quedamos con los ladrillos; y el mundo, con el acero”, dice Covarrubia­s.
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina