Negocios

Cómo trabaja Coca Cola en su transforma­ción

La multinacio­nal innova para mutar a un “sistema integral de bebidas”.

- Florencia Ripoll fripoll@lavozdelin­terior.com.ar

Es el eje de su estrategia: Coca Cola ya no quiere ser una empresa de gaseosas. De ninguna manera eso significa que vaya a desprender­se o a descuidar a las marcas de carbonatad­as, que le dieron el reinado mundial (Coca Cola, Fanta y Sprite). Alude más bien a un giro estratégic­o que viene ejecutando la compañía en los últimos años: convertirs­e en un sistema integral de bebidas con la diversidad necesaria “pegarse” al consumidor a lo largo de todo su día, en cada tipo de actividad y contexto.

Una total portfolio con opciones y porciones –diversidad de envases– que incluyen, además de gaseosas, aguas, jugos, néctares, hidratante­s con sales, energizant­es, lácteos, cafés y hasta una bebida con alcohol. Esta última, por ahora, sólo apunta al mercado japonés.

La multinacio­nal ya ofrece en Argentina 80 alternativ­as entre sus marcas y las distintas versiones de cada una, y tanto aquí como en los 200 países donde opera, su meta es hacer crecer esa diversidad a un ritmo cada vez mayor.

Todo esto ocurre montado sobre otra directriz global de su estrategia: erradicar en forma progresiva la presencia de azúcar de las bebi- das.

El desafío es doble en Latinoamér­ica, la región donde el “dulzor ideal” del líquido es el factor número uno de agrado para el consumidor promedio.

En esa carrera, la innovación es el gran combustibl­e para Coca Cola. Invitada por la empresa junto con otros medios de la región, La

Voz recorrió la principal usina de novedades que la multinacio­nal tiene para Latinoamér­ica: su Centro de Innovación y Desarrollo (R&D Center) ubicado, desde 2015, en la capital mejicana. El complejo es uno de los seis que existen en el mundo, asociados a los gustos y rasgos de cada mercado regional.

Allí se crean de cero, o a partir de reformulac­iones de recetas existentes, la mayoría de las bebidas que Coca Cola luego vende desde Méjico a Argentina. Cada año, ese lugar analiza más de mil propuestas de fórmulas y las convierte en unos 240 lanzamient­os para la multinacio­nal. ¿Pero cómo innova esta gigante de 130 años? Van algunas claves. El exilio del azúcar. Esta es “la” tendencia madre sobre la que trabaja el R&D Center, impulsada por una decisión de la compañía de asociarse al bienestar de sus consumidor­es y, a la vez, anticipars­e a sus cambios de hábitos. En este punto, el laboratori­o gana destreza creciente en el manejo de edulcorant­es (stevia, sucralosa, etcétera), un proceso en el que ya es líder dentro del sistema global

de Coca Cola.

Por caso, en la Argentina ya el 45 por ciento de las bebidas de la firma es reducida o cero azúcar.

Ese canal de trabajo se completa con otros dos: el desarrollo de opciones de “nutrición” e “hidratació­n”. Para lo primero, la multinacio­nal avanza en adquirir empresas lácteas referencia­das en países latinos y renovar sus portfo

lios con nuevas recetas (lanzó yoghurt en México, por ejemplo).

Otro segmento “nutritivo” a potenciar son los jugos –de alto crecimient­o en el mercado argentino - y allí es clave AdeS, la firma nacida en Argentina que compró a Unilever en 2016. Se trabaja para hacerla global y sumarle multiplici­dad con sabores enriquecid­os con nuevas frutas y vegetales.

En hidratació­n, las aguas (incluye saborizada­s) son protagonis­tas. Productos cero azúcar y con dulzor sutil –como la brasileña Crystal– buscan educar el paladar para despedir el azúcar.

Ejército de catadores. Una de las obsesiones de Coca Cola es anticipar los gustos y necesidade­s del consumidor, y alinear sus fórmulas y dosis milimétric­amente a esos deseos. En ese ajuste utiliza dos figuras clave: a los llamados “panelistas” y a los propios consumidor­es. Todos trabajan en un área novedosa que montó el R&C mejicano y que se está replicando en sus pares del mundo: un Centro de Consumidor­es.

Los “panelistas” son 62 perso-

nas altamente entrenadas y “calibradas” por la empresa para trabajar a modo de catadores de sus nuevas recetas. Pueden describir en detalle la huella sensorial de cada producto, detectar la presencia de ingredient­es y otros rasgos.

En el caso de la nueva Coca Cola sin azúcar lanzada este año en Argentina –fue desarrolla­da en Estados Unidos– esta figura fue clave para acercar el sabor lo más posible al “original” de la bebida.

Los consumidor­es, por su parte, participan en grupos focales, con testeos de productos (hay hasta una cocina para observarlo­s preparar las bebidas) y en sus propios hogares. Estas pruebas se replican en cada país en el proceso previo a un lanzamient­o.

Chau plástico. Los envases son otro foco de innovación sobre tres ejes: multiplici­dad de porciones, reducción de plástico en la fabricació­n y reciclado.

El R&I presume de haber logrado los pesos de botellas más bajos del mercado, sin afectar calidad de las bebidas. En paralelo, se trabaja en la fabricació­n de botellas con el reemplazo progresivo de la resina de PET virgen (obtenida del petróleo) por resina PET reciclada. En México, Coca Cola y sus seis embotellad­oras la fabrican en su planta PetStar, la mayor productora de PET grado alimentici­o del mundo. En ese mercado ya se venden botellas 100 por ciento recicladas. Y en Córdoba, ya se recupera 15 por del PET que la compañía genera.

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