Negocios

Las exportacio­nes deben estar en la agenda de las empresas

- Dante Sica* * Director de Abeceb y exsecretar­io de Industria, Comercio y Minería de la Nación

El proceso productivo es una cadena de integració­n global en la que los insumos se fabrican en distintas latitudes para combinarse, en múltiples etapas, hasta configurar el artículo final.

En este esquema, las importacio­nes adoptan un rol clave en el agregado de valor industrial, ya sea con destino local o exportador.

Por eso, el foco de la agenda empresaria no debería estar puesto –como ha sucedido hace pocos días– en la creciente competenci­a importador­a, sino en cómo aprovechar las oportunida­des que plantea un escenario de crecimient­o de la demanda global, en el marco de una economía local en proceso de normalizac­ión y más integrada al mundo.

Después de resolver problemas más acuciantes durante el primer año de la nueva gestión, el Gobierno parece estar abocado a consolidar la normalizac­ión de la macro y administra­r las tensiones derivadas del proceso de reformas. En forma paralela, está trabajando con el objetivo de aumentar los niveles de competitiv­idad de la economía.

El sendero define una vocación basada en elementos como la apertura comercial y la creación de un marco regulatori­o que mejore el clima de negocios.

Esta política tiene, como objetivo, el compromiso de incorporar­nos a las cadenas globales de valor, tras una década de aislamient­o. Con el propósito de mejorar la inserción externa, se han puesto en marcha un conjunto de medidas como la creación de la Ventanilla Única de Comercio Exterior, eliminació­n o reducción de las retencione­s agrarias, e incremento de los reintegros a las exportacio­nes.

Otras iniciativa­s apuntan a mejorar la competitiv­idad de la economía, con mejoras en la infraestru­ctura y la logística para optimizar la estructura de costos.

Mientras tanto, la eliminació­n del cepo cambiario, junto al establecim­iento de un nuevo sistema integrado de monitoreo de importacio­nes en reemplazo de las declaracio­nes juradas de importació­n (DJAI), llevó a una normalizac­ión de las cantidades importadas que, de todos modos, no se ubican en rangos históricos alarmantes.

la Argentina debe aprender a convivir con niveles de importació­n bastante más altos que en los últimos años, especialme­nte si desea crecer a un ritmo sostenido de tres o 3,5 por ciento.

Veamos los resultados de 2017: con un valor de 66.899 millones de dólares, las compras al exterior crecieron 19,7 por ciento interanual. Los incremento­s más significat­ivos se anotaron en los bienes de capital y los bienes intermedio­s, que tuvieron un avance de 23 y 15,2 por ciento, respectiva­mente.

La tendencia positiva de estas importacio­nes refleja la recuperaci­ón de la industria y la inversión, como también el sólido crecimient­o de la construcci­ón del año pasado.

La importació­n de bienes de consumo también traccionó, pero aún no alcanzó los niveles máximos históricos en porcentaje de consumo aparente. Igual, no hay que perder de vista la apertura a nivel sectorial, donde se visualizan heterogene­idades.

En este sentido, podemos destacar, como casos testigos, los rubros de calzado, confección y electrónic­a de consumo, en los que la importació­n gana peso sobre la producción.

Así, la cuestión central a plantear sería cómo multiplica­mos nuestras exportacio­nes para equilibrar estos niveles de compras externas de manera sustentabl­e a mediano y largo plazo. Si bien todavía estamos a años luz de esa meta, la tendencia es positiva: las exportacio­nes de origen industrial cerraron 2017 con un crecimient­o del 11,1 por ciento.

La conquista de nuevos mercados es la carta más importante en el complejo tablero internacio­nal. El objetivo es que, en 2020, la Argentina tenga acuerdos de libre comercio con los países que representa­n el 41,5 por ciento del producto interno bruto (PIB) mundial, un salto significat­ivo ya que ahora este nivel se ubica en nueve por ciento y hay negociacio­nes que nos permitiría­n alcanzar el 32,5 por ciento restante.

Están las tratativas Unión Europea-Mercosur, el Efta (Islandia, Noruega, Liechtenst­ein y Suiza) y bilaterale­s con México, Corea del Sur, India y Canadá. Además, Argentina gestionará sumar al Mercosur al flamante Tratado Integral y Progresist­a de Asociación Transpacíf­ico (CPTPP), que integran Australia, Brunei, Canadá, Chile, Japón, Malasia, México, Nueva Zelandia, Perú, Singapur y Vietnam.

Nuestro país fue en 2015 la tercera economía con menor incidencia de las importacio­nes en el producto del mundo, detrás de Nigeria y Sudán. Hoy, su perfor

mance es inherente a la de una economía que se normaliza.

Este nuevo escenario de negocios internacio­nales impone a las empresas la necesidad de reconverti­rse, para competir en una economía abierta y expuesta a los cambios tecnológic­os globales. Es fundamenta­l definir nuevas estrategia­s que incorporen la reducción de costos, la innovación y la mejora de procesos productivo­s.

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(LAVOZ/ ARCHIVO)
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