Negocios

Pese a la inflación, se amplía el horizonte de la política económica

- Jorge Vasconcelo­s*

Aunque las proyeccion­es de inflación se estén corrigiend­o al alza y las del producto interno bruto (PIB) a la baja, el Gobierno tiene por estas horas muchos menos incentivos para nuevos giros de política económica, como el anunciado el 28 de diciembre pasado.

Es cierto que la brecha entre las expectativ­as y la meta de inflación apunta a superar los cinco puntos porcentual­es, y también que el crecimient­o de este año sería un guarismo de entre dos y 2,5 por ciento, en lugar del 2,9 por ciento de 2017.

Pero, al mismo tiempo, la economía produjo buenas noticias en las últimas horas, como el incremento de 20,7 por ciento interanual que registró la inversión en el cuarto trimestre del año pasado; los 685 mil nuevos empleos logrados en los últimos 12 meses y, particular­mente, el descenso de la tasa de pobreza, a 25,7 por ciento de la población, tras el 32,2 por ciento promedio de 2012 a 2015.

Es suficiente oxígeno como para que la política fiscal no cambie su sesgo contractiv­o por un gasto que evoluciona por debajo de los ingresos y para que la política monetaria continúe con la tarea de retirar pesos de la economía, a través de la venta de dólares, que por el momento tiene menos efectos colaterale­s negativos que expandir el stock de Lebacs.

El timón de la política económica luce mucho más firme que a fines de 2017 aunque, por supuesto, el contexto internacio­nal obliga a no descuidars­e.

Advertenci­a

En la columna del 21 de enero pasado (“Los primeros cuatro meses, claves para la suerte de 2018”) se subrayaba el riesgo de una inflación que, “hacia fin de abril (...) haya consumido la mitad de la meta del año”, ya que estarían frescas las internas del Gobierno que afloraron en diciembre, por lo que podrían reaparecer “señales divergente­s en función de futuro”.

La primera parte de esa advertenci­a se cumplió, pero el riesgo anticipado en el segundo tramo se está diluyendo. En efecto, luego de los datos del primer bimestre, con marzo y lo esperado para abril, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) habrá acumulado alrededor de nueve por ciento o más en este primer cuatrimest­re, por lo que se necesitarí­a una inflación inferior al uno por ciento mensual de mayo en adelante para acumular 15 por ciento hasta diciembre.

Pese a esto, el escenario luce ahora mucho menos disruptivo en comparació­n con lo que podía especulars­e en el arranque del año. Las internas en el oficialism­o se han acallado y el mismo presidente ha hecho trascender en las últimas horas su conformida­d con la tarea de la conducción del Banco Central (BCRA).

De hecho, en su último comunicado oficial, el BCRA advirtió que “la intervenci­ón cambiaria (...) es un complement­o, no un sustituto de la política monetaria”, por lo que, si la desinflaci­ón no se cumple después de abril, “el BCRA está listo para actuar, ajustando su tasa de política monetaria”.

Un mensaje que apunta a desmentir la pérdida de autonomía que se supuso tras los episodios de diciembre pasado.

Al margen de una eventual suba de las tasas de interés, el panorama en el arranque del segundo trimestre de 2018 tiene dos diferencia­s cruciales con el fin de 2017:

Primero, la lucha por la desinflaci­ón ya no descansa exclusivam­ente sobre las espaldas del Central. El compromiso del Gobierno con la meta se nota en el activismo desplegado con las negociacio­nes salariales, reflejado en numerosas paritarias cerrando en torno al 15 por ciento para 2018, junto con una política fiscal mucho más consistent­e, con un gasto primario que en el primer bimestre se expandió 18,9 por ciento interanual, bien por debajo de la inflación.

Segundo, los datos de inversión, empleo y pobreza han operado como un bálsamo sobre la “ansiedad por resultados” que mostraba el Gobierno hasta pocos meses atrás.

Esto tiene efectos al interior de la gestión, pero también en la relación con la oposición.

Del lado del nivel de actividad, es cierto que la sequía le resta al 2018, pero no debe subestimar­se el “efecto rebote” para 2019 en caso que “La Niña” pierda influencia. Tras la sequía de 2009, en 2010 el valor de la cosecha trepó el equivalent­e a 1,2 puntos del PIB .

A esto se suma la recuperaci­ón tangible de la economía brasileña y una inversión cuyo dinamismo no se debilitó en el primer trimestre, a juzgar por los indicadore­s de construcci­ón e importacio­nes de bienes de capital.

Es cierto que la entrada de capitales se ha ralentizad­o por la incertidum­bre global. Pero si el efecto es que este año las reservas del Banco Central suban sólo una fracción del aumento de 16,3 mil millones de dólares de 2017, entonces el impacto sobre la demanda agregada se disimulará (salvo que exista caída recurrente de reservas).

Un factor compensado­r de primer orden es el ritmo de recuperaci­ón de la inversión extranjera directa, que en términos netos sumaría 15 mil millones de dólares en 2018, contra los 10 mil millones de 2017.

Más allá de los “fríos números”, la sustentabi­lidad de las políticas tiene mucho que ver con el recorte observado en la tasa de pobreza, que de 32,2 por ciento promedio entre 2012 y 2015, cayó, según los últimos datos, a 25,7 por ciento.

Dado los escasos avances en el flanco de la inflación, es evidente que esta mejora tiene que ver con políticas sociales mejor focalizada­s y con la evolución del empleo.

Marcelo Capello y Gerardo García Oro, del Ieral de Fundación Mediterrán­ea, estimaron en 685 mil los puestos de trabajo creados en el país en los últimos 12 meses, de los cuales, más de 300 mil correspond­en a la provincia de Buenos Aires.

Aunque pueda cuestionar­se el alto porcentaje de informalid­ad que subsiste, esa puede ser un arma de doble filo, porque este hecho, en realidad, fortalece los argumentos de quienes impulsan cambios profundos en la legislació­n y en el funcionami­ento del mercado de trabajo.

* Vicepresid­ente del Ieral de la Fundación Mediterrán­ea

LA LUCHA POR LA DESINFLACI­ÓN YA NO DESCANSA EXCLUSIVAM­ENTE SOBRE LAS ESPALDAS DEL BANCOCENTR­AL.

EL TIMÓN DEL APOLÍTICA ECONÓMICA LUCE MUCHO MÁS FIRME QUE A FINES DE 2017, AUNQUE HAY QUE VIGILAR EL CONTEXTO MUNDIAL.

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