¡Anoperder lacalma!
La que pasó fue una semana complicada para los inversores, con un cóctel explosivo para el mercado local.
Desde el norte. La tasa del Tesoro de Estados Unidos a 10 años superó el techo psicológico del tres por ciento (desde 2014 que no ocurría).
Fisco. Entró en vigencia la retención del Impuesto a las Ganancias para inversores extranjeros, lo que llevó al desarme de las posiciones en pesos, aumentando la demanda por el dólar.
Nueva ley. Siguen las demoras en la aprobación de la nueva ley de mercado de capitales.
Tarifas. Hubo turbulencia política en la discusión por el futuro de las tarifas, que generaron más incertidumbre en la plaza financiera.
Resultado previsible: una corrida hacia el dólar, caída del índice Merval y el Banco Central perdiendo reservas.
La situación es complicada, pero no preocupante. El mensaje es claro, por lo menos a corto plazo.
El Banco Central demostró que no va perder la batalla contra la inflación y que juega fuerte en el mercado.
Se produjo una venta récord de dólares y una suba de casi 300 puntos básicos en la tasa de política monetaria, para contener la depreciación del peso y evitar el traslado a precios.
Cautela
La clave, bajo este escenario, es mantener la cautela. Consideramos que las inversiones en pesos se presentan favorables.
Por ello, aumentamos la ponderación en renta fija en pesos hasta el 60 por ciento de la cartera. Las Lebacs de corto plazo siguen siendo atractivas.
A su vez, los bonos que rinden la tasa Badlar más un margen (PBA25) y aquellos que ajustan por inflación (DICP), son una muy buena alternativa.
Por el lado de las inversiones en dólares, para amortiguar los efectos externos de la suba de tasas, posicionamos el 30 por ciento de los activos en bonos del tramo medio de la curva (AY24).
El 10 por ciento restante lo destinamos a acciones del panel líder, en el que mantenemos una postura optimista de mediano plazo para las acciones locales (GGAL, YPF, BMA y Byma).