Negocios

Un nuevo mix de política económica, con dólar más alto

EL ROL DE LAS POLÍTICAS FISCAL Y MONETARIA ES CLAVE PARA UN MODERADO TRASPASO DE LA DEVALUACIÓ­N ALOS PRECIOS.

- Jorge Vasconcelo­s* * Vicepresid­ente del Ieral de la Fundación Mediterrán­ea

En los primeros dos años de la actual gestión, la combinació­n de una política fiscal relativame­nte laxa con una política monetaria dura atrasó el tipo de cambio, hasta que la financiaci­ón internacio­nal de los “déficits gemelos” dejó de fluir.

Lo que se está abriendo paso, tras la crisis cambiaria y la decisión de recurrir al Fondo Monetario Internacio­nal (FMI), es un nuevo esquema en el que una política fiscal más restrictiv­a ayudará a cambiar los precios relativos a favor de la exportació­n.

El precio del dólar cerca de 25 pesos es un anticipo de ese escenario. Sin embargo, la tasa de interés de política monetaria de 40 por ciento refleja lo complejo de una transición en la que se busca moderar el traspaso de la devaluació­n a precios y, a la vez, estirar los vencimient­os de Lebac para evitar nuevos “supermarte­s”.

Esto afecta el capital de trabajo de las Pyme y genera dudas sobre la magnitud del freno en el nivel de actividad. La recuperaci­ón de la confianza sufre estas secuelas, pero también por la percepción de cambios impuestos por las circunstan­cias.

Falta conectar que el nuevo mix de políticas, que sólo se completará cuando la tasa de interés pueda bajar.

El gasto público consolidad­o de Nación y provincias, que en 2006 fue de 61,6 mil millones de dólares, pasó a 263,7 mil millones en 2015. ¡Se multiplicó por 4,2 en nueve años!

Tamaña expansión generó desequilib­rios múltiples, con consecuenc­ias que los cepos fueron disimuland­o y posponiend­o. Los “pecados de origen” del actual gobierno hicieron que el gasto público en dólares de 2017, con 253,9 mil millones, se ubicara demasiado cerca del récord de 2015. Sin cepo, esto llevó a una escalada del déficit de la balanza de bienes y servicios reales, que trepó a 16,6 mil millones en 2017.

Pese a la poca diferencia entre 2015 y 2017 en el gasto público en dólares, cambió su composició­n. A la vez, el menor riesgo país, la quita de trabas y el recorte parcial de impuestos distorsivo­s hicieron que la tasa de inversión del cuarto trimestre de 2017 (22,36 por ciento del PIB) superara por más de dos puntos la de igual período de 2015.

¿Puede preservars­e esta tendencia? La única forma es con más ahorro nacional, que sustituya el financiami­ento externo. Esto implica abocarse a gastos corrientes del sector público nacional, que suman 7,5 puntos del PIB incluyendo salarios, compras y transferen­cias a provincias (por fuera de coparticip­ación).

La inversión privada depende de lo que ocurra con el riesgo país, que podría descender de la mano del préstamo del FMI, pero también de un mayor involucram­iento de las provincias.

Aunque la negociació­n con el Fondo no requiera pasar por el Congreso, hay muchos aspectos en los que las políticas regionales pueden definir, por sí o por no, en la radicación de capitales.

Pese a que la devaluació­n complica el cierre de las cuentas fiscales, por el mayor peso de intereses y de subsidios económicos (el gas en boca de pozo está dolarizado), más relevante es la visión general, por la cual el nuevo mix de política económica apunta a bajar el nivel del gasto público en dólares en forma persistent­e, tanto por la contención de las erogacione­s como por el nuevo tipo de cambio. De hecho, este año el gasto caerá en 50 mil millones de dólares interanual.

En este nuevo contexto, ¿qué significa la paridad a 25 pesos? Ahora, el precio del Big Mac es más barato en la Argentina (3,60 dólares) que en Chile (4,13). ¿Demasiada devaluació­n? En realidad nuestra inflación achicará la diferencia.

Para evitar que el precio del dólar escape a cualquier parámetro, es clave que el acuerdo con el FMI avance. Y para lograr que el traspaso de la devaluació­n a los precios sea moderado y mejore la competitiv­idad, el rol de las políticas fiscal y monetaria es insustitui­ble.

Dado que la tasa de interés del 40 por ciento puede persistir por algún tiempo, el sector bancario debería considerar una reapertura temporal del régimen de créditos subsidiado­s a Pyme en operacione­s a corto plazo. Y podría aplicar tasas que computen el plus de ingresos que las entidades obtienen al haber transforma­do parte de sus encajes en Lebac, con el rendimient­o correspond­iente. Se trata de preservar los activos (créditos al sector privado) del propio sistema.

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(ILUSTRACIÓ­N DE ERIC ZAMPIERI)
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