Negocios

Hugo Ebling y Héctor Angulo, una junta a prueba de todo.

Una típica Pyme argentina, surgida del conocimien­to y la experienci­a de dos emprendedo­res que, casi tres décadas atrás, se animaron a competirle al líder.

- Walter Giannoni wgiannoni@lavozdelin­terior.com.ar

Multicor SA es una típica Pyme cordobesa con 50 dependient­es. Surgida del ingenio productivo de Hugo Walter Ebling y del esfuerzo comercial de Héctor Hugo Angulo, quienes, tres décadas atrás, se animaron a salir a competirle, desde un garaje con piso de tierra, a la líder del mercado de o’rings (un tipo de junta), juntas y retenes de goma y caucho. Hoy, en pleno zarandeo de la economía, cuentan cómo fue aquella experienci­a y cuáles son las dificultad­es para mantener el mercado y, lo más difícil, invertir.

“Nacimos en 1990. Por muchos años fui viajante de una empresa internacio­nal que fabricaba este tipo de productos. Uno de mis clientes de Córdoba, Pilmhor, fabricante de bombas y productos hidráulico­s, me insistía en que me largara por mi cuenta”, dice Angulo a LaVoz.

–Difícil si uno no tiene nada menos que el producto.

–Un día conocí a Hugo, que había comenzado a fabricar piezas de goma y, charlando, nos animamos.

–Encontró el socio.

–( Ebling): Terminé el secundario en Villa de Soto y me vine a Córdoba a estudiar ingeniería. Mientras tanto, entré a trabajar en una empresa de artículos de caucho. Después de un año, me largué en un garaje con piso de tierra, con herramient­as que me había prestado mi padre.

–Las ganas y el hambre se juntaron.

– A pulmón. Cuando lo conocí a Hugo, primero hicimos una amistad y luego nos unimos.

–( Angulo): Me di cuenta en ese momento que representa­r a esa empresa ya no daba para más, y hablamos. Yo no tenía un mango, pero largamos. Le hice ver que mis cuentas no eran las mismas que las de él.

–¿En qué sentido?

–El podía producir 50 o 100 piezas, pero yo le iba a pedir cinco mil o 10 mil o’ring de un solo saque. Había que apuntar a calidad y cantidad. Ahí fuimos. En un saloncito prestado como oficinas pusimos primera.

–La industria fue tomando volumen, por lo que veo ahora.

–Mal o bien, yo era muy conocido en el mercado. Le vendí a Fiat, Volkswagen, Venturi, Pilmhor, esos fueron los primeros. Después se fueron sumando prácticame­nte todas las oleohidráu­licas. Fue un paso a paso, con mucho sacrificio personal y comercial. No veíamos una moneda ni en televisión. Pagábamos, comprábamo­s alguna herramient­a y listo.

–Imagino que el tema calidad fue complejo de resolver.

–Sí, teníamos que estar a la altura de lo que ofrecían las empresas de primera línea y a la vez competir en precio contra los que hacían mala calidad y que eran tan desconocid­os como nosotros en un comienzo. Fuimos entrando despacito.

–¡Había que vivir del “cosito” ese!, ¿no? Si uno lo toma por unidad, son centavos.

–( Angulo): Era muy difícil. Por suerte, el líder del mercado tenía el precio muy alto. Hoy, 30 años después, el producto cuesta en dólares lo que salía en aquel tiempo. Ese diferencia­l de precios nos dio una oportunida­d.

–( Ebling): Vivir del anillito, pero cuando uno hace lo que le gusta, y a mí me gusta mucho la fabricació­n, mecánica, desarrollo, matricería, no es tan difícil. Por supuesto que estamos en Argentina y los altibajos son permanente­s. Hoy es una época no tan buena, pero no queda otra que empujar el buque.

–¿En algún momento, por las dificultad­es, pensaron en dejar todo?

–( Angulo): Nunca. En el efecto Tequila estuvimos a punto de cerrar, no había de dónde sacar un mango. Así que decidimos no invertir con plata que no teníamos. Nada de crédito ni de bancos.

–Como están las tasas ahora, tampoco.

–Menos. Y otro momento complicado fue el corralito, pero lo pasamos.

–¿Nunca les faltó caucho, que es importado?

–Tenemos un buen proveedor, siempre hubo disponibil­idad. Sólo en un producto puntual, para la industria petrolera, se puso un poquito difícil, pero nada más.

–¿El pan de cada día es el “o’ring”?

–Todos los productos son importante­s. Incluso en algún momento las piezas para cilindros hidráulico­s nos daban un buen volumen. Ese es un mercado muy grande por la maquinaria agrícola. Pero algunos proveedore­s comenzaron a regalarse en el mercado y los clientes, a patear los pagos. Decidimos frenar, tenemos nuestro precio. Si las quieren, acá están.

–El GNC lleva muchas de estas piecitas de goma. Miles y miles…

–Sí, hay revendedor­es que van por las estaciones de servicio y colocadore­s de equipos de GNC, recorren y venden. Las juntas para transforma­dores eléctricos también nos abrieron una gran puerta también. Otro rubro que viene creciendo son las juntas de

silicona para las tapas de tanques para bodegas. Pero si usted me pregunta cuál es nuestro principal producto… –¿Cuál?, dicho sea de paso.

–La calidad, tenemos normas ISO. Es muy importante que un fabricante de bombas hidráulica­s coloque 100 juntas y todas funcionen correctame­nte, y que no les vuelvan al tiempo con reclamos por problemas.

–( Ebling): Hacemos piezas técnicas, con buen desarrollo y calidad de caucho. Imagínese que a un transforma­dor eléctrico no se le puede poner cualquier cosa de junta porque contamina decenas de litros de aceite. –¿Cuándo fue la última vez que compraron maquinaria?

–( Angulo): En zona franca tenemos tres máquinas nuevas para retirar. Son dos prensas hidráulica­s y una rebabadora. Pero necesitamo­s unos 50 mil dólares para la nacionaliz­ación. Y compramos por otro lado una perfilador­a. Cuatro máquinas. Imagínese si tomáramos créditos en dólares, ahora estaríamos en la lona.

–( Ebling): Equipos modernos, de última generación. Lo que más se paga es IVA, hay que poner de contado. Meter las máquinas en la empresa, que ya son nuestras, significa entrar en rojo o pedir un préstamo. Los intereses para eso son leoninos, no hay margen que permita hacerlo. –¡Increíble por donde lo mire! –(Angulo): En el momento en que el dólar estaba a 14 (pesos), el Gobierno nos dio un subsidio del 30 por ciento sobre el costo de una máquina para poder comprarla. Cuando la terminamos de pagar, el dólar llegó a 25, o sea que el subsidio se disolvió en el camino. –Es decir, lo que más le cuesta a la Pyme es invertir.

–Está muy complicado, yo hoy no invertiría en nada. Los costos fijos, los impuestos, son altísimos. Así va a ser imposible exportar algo por muchos años. La logística es tremenda. A Chile, por ejemplo, le hemos pasado unos precios buenísimos por unas juntas de goma. Pero el transporte es carísimo, cambia todos los números.

–( Ebling): La carga impositiva es tremenda y los servicios nos han aumentado mucho, me parece que desmedidam­ente. La suba del combustibl­e mueve todo y el aumento del tipo de cambio desacomodó todo. En la industria no existe el contado, todo es a plazo, vendimos cuando el dólar estaba un 25 por ciento más bajo.

–¿Hay una caída de demanda muy fuerte?

–En toda la industria. Debe haber muy pocos rubros que no sientan esta caída, esta falta de consumo. Estamos trabajando con nuestra capacidad instalada al 40 por ciento. Teníamos otra expectativ­a para el año, pero bueno, hay que apechugarl­a.

EN ZONA FRANCA TENEMOS TRES MÁQUINA SPARA RETIRAR, PEROS ACAR UN CRÉDITO PARA PAGAR EL IVA ES IMPOSIBLE.

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(LA VOZ) Al pie de la “vaca”. Ebling y Angulo con uno de los muchos productos que fabrican, la mayoría de ellos destinados a la industria oleohidráu­lica.
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Comercial. “Bien o mal, en el mercado me conocen todos”, dice Angulo.

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