Negocios

Luis Magliano, el hombre que se adelantó al boom de las carnes.

Desde Córdoba lidera dos empresas que se adelantaro­n a dos “boom” del agro en los últimos años: el de la soja y el de las carnes. “Siempre tuvimos la patente de locos”, asegura.

- Favio Ré fre@lavozdelin­terior.com.ar

Durante su niñez y adolescenc­ia en Las Peñas –un pueblo de dos mil habitantes ubicado 100 kilómetros al norte de Córdoba, en el departamen­to Totoral– repartía su tiempo entre el estudio y el trabajo en el establecim­iento apícola que su padre tenía en la zona.

Criando y cuidando abejas, nació su amor por el campo, que lo llevó a recibirse de ingeniero agrónomo y posteriorm­ente a transforma­rse en un empresario agropecuar­io que hizo negocios con dos gigantes de los alimentos: Arcor y la brasileña Marfrig.

Se trata de Luis Magliano, socio de las firmas Óleos del Centro y Capil, esta última propietari­a de la cabaña ganadera Pilagá, una de las más antiguas del país, con base en Corrientes.

Entre las bases de su éxito, destaca la visión para haberse anticipado a dos boom que ocurrieron en Argentina en los últimos años: el de la soja, primero; y el de la ganadería y las exportacio­nes de carne, en la actualidad.

Asegura que para eso no hay secretos, sino una buena combinació­n de intuición, más planificac­ión y, desde su rol de dirigente gremial empresario (es presidente de la Sociedad Rural de Jesús María) cuestiona a sus pares que “pretenden condicio- nes económicas como las de Suiza, pero con los márgenes de la Argentina”.

–Comencemos por el principio: su currículum.

–Soy nacido en Las Peñas, hijo de un apicultor y una maestra. Ahí germinaron las ganas de ser ingeniero agrónomo, con la visión de volverme a la zona a laburar. Pero finalmente ingresé a la avícola Indacor, donde fui desde supervisor de granja hasta gerente de Producción, y me relacioné con tres amigos: Félix y Gregorio Serrano, y Carlos Teruel, con los cuales creamos Óleos del Centro, pensando en proveer maíz para alimentar a los pollos de esa empresa. Hoy somos una empresa que administra cinco mil hectáreas agrícolas entre propias y alquiladas en el norte de Córdoba y Santiago del Estero, realizamos recría ganadera a base de pasturas, tenemos un feedlot de cinco mil animales y una planta de producción de burlanda, en asociación con Porta. Y en 2013, junto a la familia Miretti, adquirimos la cabaña Pilagá.

–Buen año para invertir en la cadena de las carnes, con un exsecretar­io de Comercio que la intervino por todos lados.

– Siempre tuvimos la patente de locos; se nos estaba venciendo y esta fue la forma de renovarla.

–A confesión de parte...

– Es que así somos. Los hitos que marcamos fueron siendo desafiante­s en momentos de crisis: Óleos del Centro comenzó cuando le compramos el campo “El Vence” a Arcor y, después de la operación, que era financiada, vino la devaluació­n. Y en el momento de comprar Capil todos nos tildaban de locos. Pero vimos la oportunida­d. Es uno de los secretos del éxito: ver lo que otros no ven.

– Más de uno, después de esta nota, le va a pedir prestada las gafas.

–Siempre digo que si hubiera sido un buen negocio, lo hubiéramos visto por los diarios y lo hubiera comprado algún grupo económico grande.

–Dice que con eso renovaron la “patente” de locos. ¿Cómo la habían obtenido?

– Al incursiona­r en Santiago del Estero; fuimos de los primeros en comprar campos y producir en donde nadie lo hacía. Poco tiempo después de que hicimos la operación con Arcor, uno de mis socios fue al establecim­iento y me dijo: “Luis, fui a donde me

ES POLÍTICAME­NTE INCORRECTO DECIRLO, PERO MUCHOS QUIEREN LAS CONDICIONE­S DE SUIZA, PERO CON LOS MÁRGENES NUESTROS.

HAY QUE ABANDONAR LA TENTACIÓN DE VER A LOS AUMENTOS DE IMPUESTOS COMO LA ÚNICA SOLUCIÓN VIABLE PARA LOS PROBLEMAS.

indicaste, pero ahí no es. El camino está cerrado con ramas, no se puede pasar”. Y, efectivame­nte, era ahí. Por eso insisto en que el secreto es la capacidad de ver lo que otros no: hoy ese camino que no iba a ningún lado tiene asfalto hasta la puerta del campo.

– Esa capacidad de saber el viernes lo que va a decir el diario del lunes. ¿Es instinto, investigac­ión o ambas cosas?

–Un poco de todo: ser emprendedo­r es un estado mental y es algo que no se puede transmitir. Es innato. Pero tampoco es que hayamos hecho locuras. Mi análisis en 2013 fue: somos históricam­ente de los primeros productore­s y exportador­es de carne a nivel mundial, ambientalm­ente somos sustentabl­es y no necesitamo­s subsidios; por el contrario, siempre tuvimos restriccio­nes, y lo mismo producimos. ¿Cómo no iba a volver a ser negocio en algún momento? Sólo era cuestión de esperarlo. Los Kirchner no iban a ser eternos, las condicione­s en algún momento se iban a dar, y desde ahí partimos.

– El tema es animarse a tomar el riesgo.

– Es clave. Si esperábamo­s a 2017, el margen iba a ser muy pequeño, porque la ganadería ya había repuntado y se puso más caro ingresar al negocio.

–Más aún teniendo en cuenta que el vendedor no fue precisamen­te un cuatro de copas.

– No puedo mencionar quién; tuvimos un competidor importante, pero que no supo ver la necesidad del vendedor. Marfrig necesitaba mostrar en Brasil que se estaba desprendie­ndo de sus negocios en Argentina, y la forma de hacer ruido era liberándos­e de una cabaña emblemátic­a. Quizás si vendía otros activos obtenía más dinero, pero no lograba repercusió­n. Al otro comprador, que quería comprar sólo algunas partes de la cabaña, te puedo asegurar que con plata no lo corríamos; lo logramos porque entendimos el negocio.

Con ambas empresas, entonces, fue posible crecer pensando a mediano plazo. Algo que, para muchos, es una utopía en la Argentina…

–Hace 50 años que pasa siempre lo mismo. Se puede, sabiendo las restriccio­nes que siempre hubo y que el camino va a ser con vaivenes y obstáculos a sortear. Si vos como empresario en Argentina no sabés que esto sucede, pensás que es todo corto plazo, entonces nada es viable.

– A ver si entiendo: hacer negocios en Argentina no es lo mismo que en Suiza, y probableme­nte nunca lo sea.

–Quizás es políticame­nte incorrecto decirlo, pero muchos quieren tener las condicione­s de Suiza con los márgenes de Argentina. Y en Suiza, los márgenes son así de chiquitito­s ( junta los dedos índice y pulgar). Es uno de los desafíos que tenemos los empresario­s: no mentirnos más. ¿Hacemos negocios? Sí, los hacemos. Y con estas restriccio­nes. Creer que en Argentina no se pueden hacer cosas a mediano o largo plazo es un error.

– Conectando con lo suyo: ¿Nos acostumbra­mos a períodos de vacas gordas y no prevenimos para cuando adelgazan?

– Parece que lo que uno ya obtuvo alguna vez, después no lo puede perder. Si te fue bien y compraste un departamen­to, y después te fue mal, podés vender ese departamen­to.

–De todos modos, es innegable que el país tiene muchos problemas. ¿ Cuál botón habría que tocar primero?

– La tentación de ver como única solución viable el aumento de impuestos, algo que no lleva a nada. El ejemplo de las retencione­s es evidente: no hay país desarrolla­do en el mundo que castigue a sus exportacio­nes. Al revés, las discusione­s en el mundo son por subsidiarl­as. Y relacionad­o, hay que entender que la única salida de la Argentina es producir y producir. Podemos hacer todos los ajustes fiscales, pero nunca vamos a ser viables si no producimos más. Y no hay que esperar que las soluciones siempre vengan desde el Estado.

SER EMPRENDEDO­R ES UN ESTADO MENTAL, DIFÍCIL DE TRANSMITIR. ES INNATO. PERO ESO TAMPOCO SIGNIFICA HACER LOCURAS.

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(FOTOS DE JOSÉ HERNÁNDEZ) De Las Peñas al mundo. Nacido en un pequeño pueblo de dos mil habitantes, hoy está al frente de una cabaña ganadera que piensa exportar con marca propia.
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Dirigente. Magliano también preside la Rural de Jesús María.

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