Negocios

Con la frazada corta, cada detalle importa

- Jorge Vasconcelo­s*

El escenario de “frazada corta” seguirá dominando la macro argentina por bastante tiempo. Frenar la crisis cambiaria obligó a endurecer la política monetaria y a recortar gasto público, con inevitable­s efectos de corto plazo sobre el nivel de actividad y sobre la recaudació­n impositiva.

Julio ya mostró una marcada desacelera­ción en los ingresos fiscales, lo que llevará a una nueva ronda de ajustes; más intensos en inversión, gastos corrientes y transferen­cias a provincias, ya que jubilacion­es y planes sociales están preservado­s.

La otra cara de esta moneda es la rápida corrección del frente externo, con un aumento en julio de 500 millones de dólares en las exportacio­nes de la agroindust­ria (21 por ciento interanual), una reducción de 600 millones de dólares del déficit con Brasil (ventas al país vecino subiendo 27 por ciento).

A eso se suma un descenso, entre junio y julio, del orden de mil millones de dólares en la demanda de divisas para atesoramie­nto. El riesgo país, con un modesto descenso, convalida esta percepción.

En igual dirección pueden clasificar­se las novedades del Lava Jato argentino, ya que, presumible­mente, harán perder impulso al segmento de la oposición asociado al “cuanto peor mejor”, haciendo menos tortuosa la búsqueda de acuerdos de gobernabil­idad.

Menos ingresos

Se esperaba una desacelera­ción de la recaudació­n impositiva, pero el frenazo fue más que significat­ivo. Los recursos tributario­s del sector público nacional, que subieron 28,8 por ciento interanual en el primer semestre, pasaron a hacerlo 23,8 por ciento en julio.

La asignación presupuest­aria de esos recursos, que en enerojunio favorecía a las provincias con un incremento de 47 por ciento interanual, aflojó a un 33,0 por ciento en julio. Más moderado, pero de igual signo, fue el impacto sobre la administra­ción nacional y sobre la seguridad social.

Las metas fiscales se venían cumpliendo con base en una regla por la cual el gasto primario se expandía a un ritmo siete puntos porcentual­es inferior al de la evolución de los ingresos.

Es posible que la recaudació­n recupere algún oxígeno de aquí en más. Sin embargo, hay que tener en cuenta que las partidas vinculadas a prestacion­es sociales, por su ponderació­n, le ponen un piso a la evolución del gasto del orden del 17 por ciento interanual en el segundo semestre. Por ende, para tener margen positivo para el resto de las partidas, se necesita que los recursos suban más que 24 por ciento interanual, dada aquella regla. El desplome de la actividad está detrás del deterioro en la recaudació­n: en junio la producción industrial cayó 8,1 por ciento (datos del Indec) y un proxy del producto interno bruto (PIB) lo hizo 4,4 por ciento (IGA, del estudio Ferreres). En julio, el crédito al sector privado profundizó su sesgo contractiv­o. La sequía, que explica dos tercios de la contracció­n del PIB del segundo trimestre, deja de influir en el tercero. Pero el resto de los sectores empeora su performanc­e. El consumo, afectado por el desfase entre la inflación y los salarios, tampoco parece encontrar un piso firme en el arranque de agosto. La travesía en el desierto se prolonga a partir de los ajustes de tarifas de servicios públicos, que desplazan otros consumos en la canasta familiar.

La expectativ­a, mejora

De todos modos, las encuestas que miden expectativ­as marcan un punto de inflexión, ya que el indice de la Universida­d Di Tella mejoró 0,8 por ciento en julio respecto de junio. Con diferencia­s significat­ivas entre subíndices: caída de 8,7 por ciento en relación a bienes durables e inmuebles, pero suba de 5,2 por ciento en la evaluación de la situación macroeconó­mica.

La menor volatilida­d cambiaria y, quizá, la percepción de un golpe inflaciona­rio menor al esperado pueden estar detrás de aquella mejoría. A propósito del mercado cambiario, el ajuste externo está ocurriendo a una velocidad llamativa. Comparado con julio de 2017, las exportacio­nes del complejo agroindust­rial se incrementa­ron en 500 millones de dólares el mes pasado, mientras que, en igual período, el déficit de la balanza comercial con Brasil se redujo en 600 millones de dólares (de 800 a 200 millones); con exportacio­nes al vecino país que subieron 27 por ciento interanual.

Del lado de la demanda de divisas para atesoramie­nto, en julio el sistema financiero habría vendido mil millones de dólares menos a los particular­es (de tres mil a dos mil millones). Esto le ha permitido al Gobierno reducir el monto de las ventas diarias de divisas, sin alterar tanto al mercado.

El freno en la huida de capitales es una condición necesaria, pero no suficiente, para la salida de la recesión. Es posible que el destape del Lava Jato argentino permita separar la “paja del trigo” en las negociacio­nes entre la Nación y las provincias. Si esto fuera así, el consenso alrededor de un Presupuest­o 2019 en línea con lo acordado con el FMI podría no estar tan distante. Serían las señales que permitiría­n una baja adicional del riesgo país y algún incremento en el flujo de capitales. Es que, en el plano productivo, no todas son malas noticias.

En Vaca Muerta, la extracción no convencion­al de petróleo y gas bate récord, mientras en Córdoba se acaba de inaugurar otra fábrica de pick-up. El gas obtenido con la nueva tecnología ya representa el 35 por ciento de la oferta nacional del combustibl­e, ahorra costos en la generación de electricid­ad (sustituyen­do gasoil y fueloil) y recupera el rol del país como exportador de energía, en una primera etapa en los períodos de menor demanda interna.

La inauguraci­ón de Córdoba confirma la existencia de ventajas competitiv­as del país en este tipo de vehículos, con una producción consolidad­a de las distintas fábricas que este año llegaría a 280 mil unidades, de las cuales 70 por ciento se exportarán.

* Vicepresid­ente del Ieral de la Fundación Mediterrán­ea

ENJULIO, LA COMPRA DE DÓLARES PARA ATESORAMIE­NTO CAYÓ 1.000 MILLONES, UN ALIVIO PARA EL MERCADOCAM­BIARIO.

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