Suben la vara a las “startups”
El ecosistema emprendedor y los inversores van por proyectos globales y disruptivos. Cuáles son las exigencias.
Desde el año pasado, está vigente un fondo del Gobier no provincial para financiar a emprendedores en actividad y convertirlos en empresas consolidadas.
Se trata del programa Córdoba Acelera, que por cada peso que pone un inversor privado en una startup (emprendedor de base tecnológica), la Agencia Córdoba Innovar y Emprender aporta por igual.
Con 50 millones de pesos, salió a buscar proyectos. Pero tras 14 meses activo, sólo hizo giros a tres emprendimientos y antes de fin de año apenas se sumarán otros tres.
¿Falla el programa? No en este caso. ¿No hay inversores privados dispuestos a apostar por nuevas iniciativas? Tampoco; de hecho, participan cinco aceleradoras, cada una con capitales de la región dispuestos invertir.
¿Qué sucede entonces? Lo que nadie esperaba: no hay suficien- tes emprendedores a la altura de las exigencias.
Una nueva etapa
La movida del emprendedorismo tomó fuerza con este siglo. La crisis de 2002 achicó el aparato productivo, dejando altos niveles de desempleo. Florecieron muchas organizaciones dedicadas a incentivar a las personas a generar su propio negocio.
El Ecosistema Emprendedor Córdoba llegó a contabilizar más de 60 organizaciones que en algún momento dieron apoyo a cualquier tipo de iniciativa.
En los últimos cinco años, con la aparición de las aceleradoras, organizaciones que buscan inversores privados para hacer crecer a emprendimientos en actividad, la movida empezó a elevar la vara, apuntando a proyectos capaces de generar resultados concretos.
Uno de estos casos es Incutex, que arrancó en 2012. Su primer fondo apostó a 15 startups, de las cuales tuvieron que salir de dos con pérdidas, pero recogiendo varias enseñanzas.
“Todas las aceleradoras estamos en un período de crecimiento y profesionalización. La más vieja tiene sólo cinco años. Ahora se pone más cuidado al optar por un emprendedor; se hace un análisis más exhaustivo y se aplican más de 40 variables. Y esto se nota en los resultados: el año pasado, la suma de las facturaciones de las startups invertidas era de 2,2 millones de dólares y este año es de 3,4 millones”, explica Walter Abrigo, director general de Incutex.
El principio general es poner foco en los mejores emprendimientos.
La misma experiencia tuvo Alaya, otra aceleradora integrada por capitales locales. Mario Barra, presidente de la tecnológica Vates y uno de sus inversores, asegura: “Al margen de colaborar para que el emprendedor genere empleo, hace falta demostrar que invertir en un emprendedor es un negocio rentable; el proyecto debe generar una rentabilidad, de lo contrario no se va a poder generar el círculo virtuoso que todos buscan”.
Ese círculo es poner dinero en un proyecto, a cambio de una participación, y salir al cabo de un tiempo, lo que se denomina exit (salida), con una ganancia importante que incentive luego a invertir en otro emprendedor.
Este esquema fue, entre otros factores, el que hizo famoso al Silicon Valley, el parque tecnológico de San Francisco (Estados Unidos).
Según Barra, el primer fondo de 1,6 millones de dólares logró dos exit que tenían un gran potencial, pero “el resto de las startups demoró en lograr resultados mucho más de lo que se esperaba, entre ellas dos con las que es posible que el fondo salga hecho o con un poco de pérdida”.
Ahora, con un fondo de 20 millones de dólares, apuestan a empren- dedores con propuestas globales y, por lo tanto, potencialidad de escalar.
Un hito
Para José Rodríguez Ponce, director ejecutivo de la Agencia Córdoba Innovar y Emprender, esto marca un nuevo punto de maduración.
“Antes se hablaba mucho de emprender, pero a la hora de los bifes no habían proyectos importantes. Ahora se habla de inversores, lo cual es un hito de cara a lo que se viene”, resalta.
Más allá que las muchas organizaciones que incentivan a nuevos proyectos, la movida pasa ahora por una docena de incubadoras que impulsan más de cien emprendimientos.
También hay aceleradoras, la instancia de apoyo posterior, que invierten en 39 emprendimientos cordobeses.
A esto se sumó el programa Más Empresa, que financia a emprendedores avanzados que llegan con un inversor “ángel”, que tiene seis startups.
“El gran interrogante es encontrar proyectos de valor. Es un camino de largo plazo y hay que ser pacientes; el deal flow (flujo de proyectos) es bajo; hace falta generar las condiciones para que Córdoba sea un terreno más fértil y en eso hay que apostar a la educación y a las oportunidades de innovación”, explica Rodríguez Ponce.