El empleo y la defensa de sus fronteras
En el mercado laboral creen que la conflictividad crecerá por la crisis. La mirada del abogado Julián de Diego.
Con un salario mínimo que no crece al ritmo de la inflación y que con un dólar que ronda los 40 pesos se traduce a una cifra que está entre los 200 y 300 dólares mensuales, para Julián de Diego, quien disertó en el 14° Congreso Regional de Recursos Humanos de la Universidad Blas Pascal, “estamos volviendo a parámetros de la convertibilidad”.
La crisis y el empleo. El abogado laboralista explicó que el problema más grave, en medio de los muchos que devienen de esta estanflación, es que no se van a poder mantener dotaciones y, a su vez, el despido tiene un costo que también es significativo.
“Puede llegar a haber desvinculaciones y bajas en el personal y ser de todas las calidades; desde la persona que trabaja en una empresa, y que va a recibir una indemnización por ese despido, hasta un pequeño establecimiento que va a cerrar la cortina y no va a poder pagar nada”, comentó.
Amén de la coyuntura, la res- ponsabilidad excede a las áreas de recursos humanos; ya son las empresas las que tienen que entender que la tecnología es un commodity y así procurar “que el recorte se haga por otro lado y que sea el último recurso e inevitable el achicamiento”.
Mantenerse a flote, sin señales de mejora. Su recomendación en momentos como el actual es cuidar a las personas. “La fuente laboral es lo más importante en este momento de expectativas inciertas”, resaltó.
Reconoció que es cierto que no hay ningún elemento que diga objetivamente que las cosas van a mejorar, sumado a una enor me presión fiscal que a veces es más fuerte que las dificultades para afrontar el pago de sueldos y que es la que a veces termina por asfixiar.
En suma, De Diego consideró que es preferible suprimir beneficios o servicios en el afán de no producir despidos, y afir mó, con contundencia, que “es un error despedir”.
Batallar la conflictividad. Para De Diego, el hecho de que en algunas empresas no se hayan sentido los paros generales habla de cómo esas organizaciones vienen preservando sus relaciones laborales, sus condiciones de trabajo y sus salarios en una relación directamente proporcional.
Esto no quita que, en líneas generales, “la conflictividad sí va a ir aumentando de la mano de la tensión social y de la precarización cada vez más fuerte de las condiciones de vida de los sectores más empobrecidos”.
La urgencia de la refor ma laboral. “Vengo de Singularity y de otras universidades en Estados Unidos y veo el atraso que tenemos y lo poco competitivos que somos”, reflexionó De Diego.
El atraso tiene que ver con las nuevas for mas de trabajo que ya existen en nuestro país “sin una sola nor ma en la le gislación que hable de las nuevas tecnologías, de home office, de teletrabajo”.
Pero hay otro aspecto al que también apuntó De Diego: “La presión fiscal y previsional disparatada que tenemos por las necesidades que tiene el Gobierno de recaudar”, señaló.
Haciendo énfasis en la necesidad de bajar esos costos, el especialista se preguntó: “¿Por qué podría elegir un inversor el país más caro de la zona?”.
Eliminar fantasmas y reforzar desde la reforma. “Una reforma laboral que mutile los derechos de un trabajador es un absurdo que está en la cabeza de algunos y que por supuesto no comparto para nada”, dice en forma tajante y explica que el rechazo de la reforma laboral, así planteado, es “absolutamente arbitrario” y lo que hace es perjudicar a la gente.
Tomando el ejemplo de las pasantías, uno de los puntos controvertidos, De Diego las defendió como un elemento para facilitar la contratación, aunque advirtió, que “el Gobier no se equivoca si vuelve a pasantías de un año un año y medio tanto como se equivoca la CGT en rechazarlas”.
LA CONFLICTIVIDAD VA A IR AUMENTANDO DE LA MANO DE LA TENSIÓN SOCIAL Y DE LA PRECARIZACIÓN.
Julián de Diego, abogado laboralista