Negocios

Artimañas políticas, el peor enemigo del bolsillo

- Jorge Vasconcelo­s* * Vicepresid­ente del Ieral de la Fundación Mediterrán­ea

Para evitar que productora­s y distribuid­oras de gas hicieran juicio al Estado por incumplimi­ento de contrato, el Gobierno renegoció el traspaso a tarifas de la suba del dólar, amortiguan­do su impacto, aunque para los consumidor­es quedó un saldo a pagar de 90 pesos por mes en 24 cuotas, una medida retroactiv­a que podía ser cuestionad­a en la Justicia.

Sin esperar el veredicto, llamó la atención el coro de políticos que apuntó a trabarla a través del Congreso. No escapa a nadie lo delicado de la situación, la necesidad que tiene el país de cubrir los vencimient­os de deuda a través del crédito del Fondo Monetario Inter nacional (FMI) y el requisito de llevar a cero el déficit primario del sector público nacional en el ejercicio 2019, un objetivo que se complica con el engorde de los subsidios a la energía. El ruido político y la posibilida­d de desvíos fiscales no es gratuito para la economía, y se expresa en riesgo país y en devaluació­n.

Si este tipo de episodios se hiciera recurrente, de cara al Presupuest­o 2019, habría que tener en cuenta que cada 10 por ciento de suba del precio del dólar, hay un salto de cuatro por ciento de la inflación, por lo que la canasta de una familia de, por caso, 25 mil pesos por mes, se encarece en mil pesos en cada uno de esos movimiento­s, más de 10 veces lo que estuvo en discusión con las tarifas de gas.

El costo de producción del gas local es de alrededor de un tercio de lo que cuesta importarlo por barcos (GNL) y la mitad de lo que sale traerlo desde Bolivia.

Es evidente que todo político que piense en el futuro del país debería estar apuntando a recuperar el autoabaste­cimiento y buscando fórmulas para que la transición resulte lo menos traumática posible para los consumidor­es.

Pero también evitar retrotraer la situación a la etapa en la que casi no había inversione­s en el sector y las importacio­nes energética­s llegaron a trepar a 11,5 mil millones de dólares por año (2014).

Difícil de entender

El obstruccio­nismo de esa franja de la oposición es difícil de entender. Primero, porque elude cualquier autocrític­a de la pérdida del autoabaste­cimiento y de la época de los cortes frecuentes de energía. Segundo, porque si aspira a ser gobierno desde fin de 2019, tendría que reparar en el hecho que la “tarea impopular” la está haciendo la actual gestión, lo que facilitará el manejo de la economía en el futuro, en particular si el precio del petróleo trepara a 100 dólares el barril, un escenario que no se descarta.

Más bien, esos arrebatos parecen dictados por el “perro del hortelano”, propios de quienes tienen el hábito de no hacer frente a los problemas, aun cuando éstos atenten contra la calidad de vida de la población.

Son dirigentes que ven a las cuestiones irresuelta­s como la oportunida­d para desgastar al gobierno de turno. Sin embargo, ahí están los Bolsonaro y los Trump para mostrarles que no necesariam­ente serán los políticos tradiciona­les los que capitalice­n las crisis.

Los desafíos

Es cierto también que las idas y venidas en torno a las tarifas del gas son el subproduct­o del fracaso del primer programa acordado con el FMI tan sólo tres meses atrás, una responsabi­lidad del propio Ejecutivo, con la consiguien­te disparada del dólar y de la inflación de julio en adelante.

Como ya se analizó, el programa que arranca es más rústico, pero con mejores cimientos que el anterior, aunque ahora se enfrentan mayores urgencias políticas y sociales, en un marco de escasa credibilid­ad.

En los últimos días, el precio del dólar se ha deslizado a la baja, tanto por las tasas de interés como por el hecho de que, a esta paridad, es más costoso apostar en contra, más cuando el real brasileño se aprecia.

Esto podría consolidar­se de la mano de la venta de unos 5.000 millones de dólares, de aquí a fin de año, por parte del Tesoro para cumplir sus compromiso­s fiscales. Sin embargo, todavía existen señales divergente­s, como la suba del riesgo país hasta los 700 puntos.

Hay desafíos que definirán la tendencia. En lo interno, el vencimient­o de Lebac de esta semana por 220 mil millones de pesos en manos de particular­es; si hay o no dictamen en el Congreso por el Presupuest­o 2019; y lo que ocurra con la inflación, tras el pico de setiembre, entre otros.

En lo externo, la profundida­d que alcance la corrección bursátil de los países desarrolla­dos, con el mar de fondo del conflicto comercial entre Estados Unidos y China, y el riesgo de una extensión a lo cambiario y financiero.

Brasil, por el momento, ayuda a estabiliza­r las variables financiera­s locales, pero resta confirmar la capacidad del nuevo gobierno para encarar reformas estructura­les imprescind­ibles. El compromiso de “expansión cero” de la base monetaria se cumple con creces en el primer tercio de octubre, por lo que el Banco Central tiene margen para emitir sin necesidad de subir la tasa de Leliq para esteriliza­r.

Esto es relevante por el vencimient­o de Lebac de esta semana, aunque quizá convenga que el rescate de estos títulos se prorrogue hasta fin de año, cuando sube la demanda de pesos. En cuanto al nivel de actividad, se está profundiza­ndo la recesión, por lo que es clave que la inflación se frene de modo incuestion­able desde noviembre.

De esa manera, podría activarse el mecanismo que hace menos contractiv­o al plan, cuando el precio del dólar va al piso de la zona de intervenci­ón y el Banco Central pasa a emitir pesos a cambio de más reservas.

Así, podrían convivir una inflación del orden del dos por ciento mensual y un nivel de actividad que comienza a recuperars­e. Hay riesgos, pero es un escenario que podría darse entre el primero y el segundo trimestre de 2019.

ES CLAVE QUE LA INFLACIÓN SE FRENE DE MODO INCUESTION­ABLE DESDE NOVIEMBRE. ASÍ SI EL DÓLAR VA AL PISO, EL BCRA PUEDE EMITIR CAMBIO DE RESERVAS.

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(ILUSTRACIÓ­N DE ERIC ZAMPIERI)
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