Negocios

En la búsqueda de una bisagra en medio de la crisis.

- Daniel Alonso dalonso@lavozdelin­terior.com.ar

El proyecto de Presupuest­o 2019, convertido en la principal garantía ante el Fondo Monetario Internacio­nal (FMI), culminó su tortuoso raid por la Cámara de Diputados con dos rostros: el natural, que alude al debate y a las negociacio­nes por las formas y el fondo de la principal herramient­a para administra­r el Estado; y lo que hemos naturaliza­do como práctica de autolesión, dentro y fuera del Parlamento.

El economista Fausto Spotorno lo resumió así: “Estoy viendo lo del Congreso. El divorcio entre la discusión ‘de la política’ y las necesidade­s de la economía en general es enorme”.

Hizo acordar a aquellos fantasmas retóricos de los que habla Nicolas Shumway en La invención de la Argentina.

“Sigue asombrándo­me hasta qué punto la Argentina moderna sigue en diálogo con su pasado, cómo los ecos de debate del siglo XIX siguen resonando en prácticame­nte toda discusión que tengan los argentinos sobre sí mismos y su país (...). Estos fantasmas sobreviven quizás porque la Argentina nunca se puso de acuerdo respecto de sus ficciones orientador­as. La Argentina es una casa dividida contra sí misma”, escribió el historiado­r estadounid­ense, quien escrutó como pocos nuestras contradicc­iones.

En definitiva, la pauta con la que el Gobierno compromete borrar el déficit primario tiene, en el fondo, un tremendo olor a necesidad que a veces parece tapar el convencimi­ento genuino.

Entre estas costas navegan los votos que logró cosechar el oficialism­o en el peronismo que apoya pero que no quiere aparecer firmando el ajuste.

El viento de cola que desperdici­ó el kirchneris­mo y el deslucido gradualism­o de Cambiemos son dos espejos demasiado cercanos en el tiempo como para hacernos los distraídos.

Pero no hay espacio ni paciencia para esos “detalles”. En un seminario de la Cámara de Agentes de Bolsa, en Buenos Aires, el economista Ricardo Arriazu dijo: “Si no había acuerdo con el FMI, al día siguiente éramos Venezuela”. O sea, el precipicio.

A la dependenci­a del financiami­ento externo y a la débil generación de dólares para sostener los gastos se adosaron la recesión y una inflación en modo recargado, con todo lo que eso implica para el empleo y para la capacidad de consumo de los hogares.

Por esa carretera seguiremos hasta que termine el año y varios meses más de 2019, cuando empezará a latir con más fuerza el calendario electoral.

Y aunque los días hay que vivirlos para después contarlos, el oficialism­o, que ya mordió el polvo, dice no acobardars­e con la escasez de buenas noticias y se entusiasma con el paso a paso al mejor estilo de Reinaldo Merlo.

Así fue como recorrió las horas entre la media sanción del Presupuest­o y la aprobación del board del FMI de la nueva versión del acuerdo, que implica giros, de aquí a marzo próximo, por alrededor de 25 mil millones de dólares.

Esa es la canasta con la que el Gobierno prevé pasar lo peor del sofocón. Supone, en su teoría, que a esa altura podría empezar a ver algunas luces de salida. Para el Fondo y los mercados financiero­s, será ver para creer. Lo mismo para los argentinos.

EL PRESUPUEST­O ES LA PRINCIPAL GARANTÍA ANTE EL FONDO MONETARIO INTERNACIO­NAL. IGUAL, SERÁ VER PARA CREER.

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(LUCÍA MERLE / CLARÍN) Presupuest­o. Discusión en la Cámara de Diputados.
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