Negocios

Riesgo país, el regreso del cometa

- Daniel Alonso dalonso@lavozdelin­terior.com.ar

El grado de atención que le prestamos es tan cíclico como nuestra economía. Por eso, el riesgo país entra y sale de nuestro sistema planetario como si fuera un cometa. A veces, como en la danza del Sol y la Luna, nos eclipsa. Otras, como ahora, vuelve a entrar en nuestro radar y su brillo habla por sí solo.

Es que, como en tiempos remotos, su luz es una guía, pero que resplandec­e con más intensidad mientras mayor es el peligro. Por ello es que la órbita que describe es seguida de cerca por quienes navegan en los mercados internacio­nales.

Desde el punto de vista técnico, el riesgo país es la tasa de interés que una nación debe afrontar, si toma deuda, por encima de la que pagan los bonos del Tesoro de Estados Unidos a 10 años.

Cuando empezó 2018, el indicador de bonos de países emergentes que elabora JP Morgan Chase ubicaba el riesgo argentino en alrededor de 350 puntos.

Eso significab­a que, si los bonos estadounid­enses pagaban tres por ciento anual, los papeles de deuda argentina debían ofrecer, por lo menos, un rendimient­o de 6,5 por ciento anual en dólares.

Pero con la corrida cambiaria que se inició en abril, la órbita del riesgo vernáculo se divorció del resto y llegó a tocar picos de casi 800 puntos básicos.

Ahora ronda los 620. Es claro que la fiebre cedió, pero sigue siendo alta (80 por ciento más que un año atrás). Y eso pese al tremendo esfuerzo que implica la actual política monetaria, que logró estabiliza­r el dólar hacia el piso de la banda de flotación e incluso cerró su primer mes con la tasa de interés de referencia (vía Leliq) muy cerca del punto de partida.

EN EL ÚLTIMO AÑO, LA TASA DE INTERÉS EXTRA QUE DEBE PAGAR LA ARGENTINA PARA TOMAR DEUDA AFUERA CRECIÓ 80 POR CIENTO.

Con todo, el Banco Central no tendría en mente forzar una baja mayor de esa tasa.

Por lo pronto, buena parte de la biblioteca argumenta que el riesgo país no bajará mientras no se despejen un par de incertidum­bres políticas: una es el grado de tolerancia social al ajuste con recesión, pérdida de poder adquisitiv­o y presión fiscal; la otra, las chances reales de reelección que tiene el actual gobierno de Cambiemos.

El economista Guido Lorenzo fue más allá y planteó un interrogan­te que inquieta: qué pasa si las encuestas empiezan a favorecer de manera decidida al oficialism­o y el riesgo país no baja. “Eso sí podría representa­r un problema estructura­l”, advirtió.

Los mercados ahora juegan al ver para creer. Eso quedó más que claro en los encuentros que el equipo económico mantuvo días atrás con inversores en Wall Street, los cuales pusieron más atención en los datos políticos que en los primeros resultados de la receta ortodoxa.

En esencia, el éxito del programa monetario y del acuerdo con el Fondo Monetario Internacio­nal (FMI) se terminará reduciendo al brillo que tenga el riesgo país argentino.

¿Por qué? Simple: más allá de la cobertura con fondos del organismo internacio­nal hasta el final del mandato de Mauricio Macri, la Argentina necesitará volver a tomar deuda para refinancia­r vencimient­os. Y cuando el calendario llegue a 2020, el “ver para creer” será determinan­te.

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(AP) Acuerdo clave. La jefa del FMI, Christine Lagarde, y el ministro de Hacienda argentino, Nicolás Dujovne.
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