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Bolsonaro en Brasil, ¿complica o ayuda?

- Marina Dal Poggetto* *Directora ejecutiva de Eco Go Consultore­s. Colaboró Juan Paolicchi, analista de Eco Go.

Más allá de las reacciones personales que genera el rotundo triunfo de Jair Bolsonaro en Brasil, lo cierto es que la noticia tiene impactos directos sobre la Argentina.

Los inmediatos que hacen al devenir de la coyuntura económica en los próximos meses, y también de mediano plazo, que tienen que ver con el rol del gobierno argentino en la región frente al giro a la derecha en Brasil y, en especial, al rol del Mercosur.

Por lo pronto, el discurso económico de campaña de Bolsonaro mostró contradicc­iones que se agudizaron en los últimos días entre el mensaje de su futuro ministro de Hacienda, Paulo Guedes, y el del propio Bolsonaro.

El primero, una lista muy parecida a las recomendac­iones del Consenso de Washington: privatizac­iones, reforma previsiona­l, apertura de la economía, negociacio­nes bilaterale­s, y reducción del tamaño del Estado, entre otras.

El segundo, un discurso menos concreto y con oscilacion­es, dependiend­o del interlocut­or. Por el momento, no hay certezas sobre el giro de la política, teniendo en cuenta además que las reformas van a requerir consensos políticos en un Congreso sin mayorías, por lo que no es evidente la inmediatez de este camino.

Pero más allá de la viabilidad de encontrar consensos para encarar estas reformas en Brasil, lo cierto es que, en lo inmediato, generó la atención de los mercados, que desde hace un mes, cuando Bolsonaro empezó a subir en las encuestas, empezaron a reaccionar de manera muy favorable con una apreciació­n del real (de 4,20 a mediados de septiembre a 3,70 por dólar al cierre de esta nota) y una suba en las acciones de 32 por ciento en dólares en el mismo lapso.

A priori, los impactos de corto plazo sobre la Argentina son tres y están relacionad­os entre sí: el financiero, el del crecimient­o relativo (Brasil/Argentina) y el competitiv­o.

Lo financiero. La mejora financiera en Brasil en el arranque de nuestro programa con el Fondo Monetario Internacio­nal (FMI) ayudó a estabiliza­r el mercado de cambios local y que el dólar se acerque a la banda inferior (35,49 pesos por la divisa estadounid­ense, apenas 1,2 por ciento arriba al cierre de este informe).

El acuerdo con el FMI incluye un muy fuerte apretón monetario, la certeza de que están los dólares para el pago de la deuda y flotación cambiaria entre bandas.

Crecimient­o relativo. Luego de una caída acumulada de siete por ciento en dos años, en 2017 la economía brasileña arrancó, pero la incertidum­bre electoral y el paro de camioneros en mayo pasado moderaron esa recuperaci­ón.

Finalizada­s las elecciones, con una economía que ya ajustó (el déficit de la cuenta corriente cayó de cuatro por ciento del producto interno bruto en 2014 a poco más de uno por ciento en 2017), que mantiene la inflación en torno al cuatro por ciento, y que vuelve a recibir ingresos de capitales, las proyeccion­es de crecimient­o del consenso alcanzan a 3,5 por ciento, luego de una suba de 2,7 por ciento este año.

Esta expansión contrasta con la recesión argentina y explica que en septiembre se haya dado vuelta el déficit comercial bilateral casi estructura­l.

Vale recordar que las exportacio­nes de autos de Argentina a Brasil de 2017 fueron apenas una tercera parte de las que se llegaron a concretar en 2013. En el acumulado del año, estas últimas aumentaron 47 por ciento.

Competitiv­idad. El tipo de cambio real bilateral con Brasil recupera la competitiv­idad perdida. Es el doble que el de fines de 2015 y 35 por ciento más alto que el había al cierre de 2017, como contracara de la devaluació­n del peso y la reciente apreciació­n del real.

Si bien para definir el comercio bilateral siempre fue más relevante el crecimient­o relativo que el tipo de cambio real (en los ’90 con un tipo de cambio muy atrasado, Argentina tenía superávit con Brasil – gracias a la exportació­n de energía– y durante prácticame­nte todo el kirchneris­mo con un dólar “competitiv­o” tuvo déficit), lo cierto es que es una variable relevante, sobre todo para los flujos de turismo.

A mediano plazo, la incertidum­bre es mayor. Si bien la descoordin­ación de las políticas macroeconó­micas entre los dos principale­s socios comerciale­s han moderado el avance del Mercosur desde su creación en 1986, lo cierto es que no son pocas las inversione­s alocadas a ambos lados de la frontera, producto del acuerdo comercial y de que la apertura a un mundo que se está cerrando no luce intuitiva.

De momento, las negociacio­nes del bloque con la Unión Europea que encaró la gestión actual están dilatadas a la espera de definicion­es de Brasil.

Y si bien, desde el terreno intuitivo, los tiempos de cualquier negociació­n comercial no son inmediatos, es una dinámica a monitorear al igual que la reacción del lobby sectorial frente a eventuales cambios.

Todavía es demasiado prematuro para saber quien va a ser y qué hará finalmente Jair Bolsonaro como presidente.

LOS IMPACTOS DE CORTO PLAZO SOBRE LA ARGENTINA SON TRES: EL FINANCIERO, EL DEL CRECIMIENT­O RELATIVO Y EL COMPETITIV­O.

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