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Los factores que condiciona­n el año. Por Marina Dal Poggetto.

- Marina Dal Poggetto*

LAS CONDICIONE­S DE LIQUIDEZ GLOBAL, EL ARMADO POLÍTICO LOCAL Y LAS ENCUESTAS SON LOS FACTORES QUE CONDICIONA­N EL AÑO.

Las condicione­s de liquidez global, el armado político local y las encuestas son los condiciona­ntes que, como venimos señalando en esta columna, van a definir el escenario 2019.

Si bien está intacta la incertidum­bre sobre el armado político frente a una estrategia riesgosa de polarizaci­ón y en medio de una brutal recesión (en noviembre la economía cayó 7,5 por ciento interanual, con el consumo bajando 17 por ciento, la construcci­ón, 11,5% y la industria, 12,6%), con una tasa de inflación alta (todavía en enero se ubicaría, según nuestro relevamien­to, en torno al 2,7 por ciento), el contexto de liquidez global se dio vuelta en forma agresiva.

En efecto, esta semana la Reserva Federal (FED) estadounid­ense volvió a ayudar al sostener el discurso dovish (dócil) con el que había arrancado en la última semana del año pasado.

En esencia, volvió a avisar que, dada la ausencia de presiones inflaciona­rias en Estados Unidos (las expectativ­as de inflación se ubican en 1,58% anual, por debajo del objetivo de 2% de la FED), serían muy pacientes en la normalizac­ión de la tasa de interés.

Y hasta anunció que podría ir más lento con el recorte de liquidez que viene llevando a cabo desde octubre de 2017, para intentar normalizar una hoja de balance que se había multiplica­do por cinco desde fines de 2008 con el objetivo de evitar el colapso del sistema financiero en medio de la crisis subprime.

Este dato explica en gran medida el cambio en el signo del flujo de capitales hacia países emergentes en general y a la economía argentina en particular, cambio que, sumado a algunos factores propios, explicó el salto en el precio de los activos locales; el riesgo país se redujo 180 puntos básicos (quedó en 660), el dólar se ubicó 0,70 pesos por debajo de la banda inferior (el Banco Central compró 610 millones desde que arrancó el año), y los precios de las acciones locales subieron en dólares casi un 30 por ciento. Un respiro financiero no menor.

Hay, por cierto, riesgos globales siguen en pie: el plazo del Brexit que expira en dos semanas, la economía italiana entrando en recesión, la intermiten­cia de la guerra comercial entre Estados Unidos y China en un contexto de brusca desacelera­ción de la segunda, y un impulso fiscal en la primera que debería tener rendimient­os decrecient­es.

Pero lo cierto es que, de momento, esto se reflejó en una importante normalizac­ión financiera. No es evidente que sea duradera, pero la señal de tasas ayuda y no es poco.

Si bien la normalizac­ión financiera es condición necesaria para poder estabiliza­r la macroecono­mía, no es suficiente y si la economía no se recupera, puede complicar esta fase.

A pesar de la baja en la tasa de interés (de 59% a principios de enero a 53% en la tasa de la Leliq), la restricció­n crediticia sigue siendo muy agresiva y la caída consecuent­e en la tasa Badlar (a 44%) alcanza para mantener los plazos fijos en los bancos.

Claro que la incertidum­bre política podría complicar el panorama, sin olvidar que la capacidad de intervenci­ón del Banco Central en el mercado cambiario es muy limitada y dentro de bandas con un ancho del 30 por ciento.

Los dólares que compró la entidad no los puede usar hasta el límite superior y sólo queda el margen de intervenci­ón en el mercado de futuros (hoy, 2.700 millones de dólares más lo que eventualme­nte compre en este mercado para evitar que el dólar caiga ahora), y parte de los dólares del Fondo Monetario Internacio­nal (FMI) para financiar la brecha si se complica el refinancia­miento de las Lecap. Dicho de otra forma, la tasa de interés que hoy sobra podría no alcanzar si las encuestas no acompañan.

Como venimos sosteniend­o, esto arrancó como una crisis financiera que contagió a la economía real y que se empezó a trasladar a la política.

El ajuste violento, tanto en términos de flujos (caída en el déficit fiscal y de cuenta corriente) como de stocks (baja la deuda con el mercado a medida que se cancelan pagos de capital con los dólares del FMI), sumado a un paquete inédito con el organismo internacio­nal y ahora el viento de cola que vuelve a soplar desde afuera permitiría­n, si se sostienen, dar vuelta la economía y estabiliza­r la política.

Los equilibrio­s múltiples que planteamos antes siguen intactos. En diciembre pasado, con el riesgo país en 840 puntos, parecía que el escenario se corría hacia un contexto inestable. Ahora, con el riesgo país en la zona de 660 puntos, vuelve a parecer probable alcanzar un sendero consistent­e en los precios de la economía, con alguna recuperaci­ón hacia fines de año, un camino en el que la tasa de interés le gana al salario, el salario a la inflación y esta última, al movimiento del dólar.

Así es la apuesta del Gobierno, pero todavía falta mucho. No vaya a ser que un estornudo afuera, o la propia incertidum­bre política, terminen por acelerar la toma de ganancias antes de tiempo, lo que volvería a complicar a la economía. Ergo, hay final abierto.

* Directora ejecutiva de Eco Go Consultore­s. Colaboró Juan Paolicchi, analista de Eco Go.

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(ILUSTRACIÓ­N DE ERIC ZAMPIERI)
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