Negocios

Dispositiv­os de la polarizaci­ón y del pesimismo fiscal.

- Daniel Alonso dalonso@lavozdelin­terior.com.ar

INFLACIÓN Y RECESIÓN PROVOCAN QUE LOS GASTOS ESTÉN CRECIENDO MUY POR ENCIMA DE LOS INGRESOS.

Hace dos meses, cuando marzo destejía los últimos días de un verano que no pudo sustraerse del nerviosism­o económico, el gobernador Juan Schiaretti abrió el ciclo 2019 de la Fundación Mediterrán­ea con una certeza: la crisis ya estaba esquilmand­o con fuerza los ingresos fiscales.

Pero aseguró que las cuentas provincial­es tenían “la suficiente solidez como para soportar una caída” en la recaudació­n. Veinte días después, el cierre del primer trimestre mostró cómo es la mordedura de la recesión: enero, febrero y marzo acumularon, en fila, caídas reales de 12, de 18 y de casi 15 por ciento interanual.

Una muestra: a través del Impuesto sobre los Ingresos Brutos, que es el principal tributo (además de ser el más regresivo), Córdoba está captando alrededor de 4.400 millones de pesos por mes.

En septiembre de 2018 recaudaba prácticame­nte lo mismo, con la diferencia de que, al medio, se acumuló una inflación semestral de 25 por ciento.

Esa pérdida de recursos, que ya de por sí alteró los cálculos previos (cada mes equivale a dos mil millones de pesos menos que lo presupuest­ado), se combina con gastos que, empujados por la inflación y por el compromiso salarial asumido con los gremios estatales, suben 10 puntos por encima de los ingresos. Conclusión: chau, ahorro.

Pesos más, pesos menos, quienes conocen el derrotero de las finanzas provincial­es descuentan que este escenario se mantendrá durante todo el año.

Pero no es todo: al pesimismo le empiezan a crecer las alas a medida que cuesta reparar el paraguas del entorno macroeconó­mico, agujereado por la inflación, por las altas tasas de interés, por la caída de la actividad, por la presión fiscal, por mayor pobreza y desempleo, y por la persistent­e desconfian­za de los mercados, entre otros factores.

A nivel nacional, los números de actividad productiva de marzo fueron decepciona­ntes, no por las bajas, que no sorprenden, sino porque vuelven a opacar la esperanza de que la crisis haya tocado un piso.

Los colores de la mediocrida­d ya tiñen las miradas de corto y de mediano plazo. El razonamien­to es simple: el compromiso del déficit cero que la Casa Rosada firmó en el cheque del Fondo Monetario Internacio­nal puede complicar una arteria clave de recursos de la Nación hacia la Provincia, que son los giros para cubrir el déficit del sistema previsiona­l.

Ese bache rondó los 10 mil millones de pesos en 2018 y este año terminaría en 13 mil millones. Para entenderlo en números más chicos: el haber promedio que paga la Caja, entre jubilados y pensionado­s, es de casi 42.200 pesos, pero los recursos genuinos del sistema cubren 31.700 pesos. Los 10.500 restantes los ponemos los contribuye­ntes, vía Nación (80 por ciento) y Tesoro provincial (20 por ciento). Todo eso multiplica­do por 105 mil beneficios.

Hoy por hoy, los envíos de la Administra­ción Nacional de la Seguridad Social (Anses) suponen alrededor de mil millones de pesos, pero una buena parte es la deuda que quedó del año pasado. Si eso toma la forma de un loop ,ya no habrá tanto músculo en el ahorro primario para amortiguar el impacto.

Por eso, la primera curva ya se está tomando: desacelera­r por el lado más flexible, que es el gasto en obras. La campaña ya terminó y el costo político de la “invisibili­dad” es bajo.

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(LA VOZ/ARCHIVO) Recaudació­n. Acumula varias caídas en términos reales.
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