Negocios

La revolución en medios de pago

En los últimos años se multiplicó la oferta digital y siguen apareciend­o nuevos jugadores. En el sector creen que sobrevivir­án los que den más seguridad y beneficios.

- Paula Martínez pmartinez@lavozdelin­terior.com.ar

De la mano de modificaci­ones regulatori­as, multiplica­ción de la telefonía móvil, innovación y adopción de nuevas tecnología­s, la forma de pagar compras y servicios está cambiando de manera acelerada. Del tradiciona­l efectivo, tarjeta o cheque, las opciones se multiplica­n y apuntan a la sencillez, agilidad, seguridad y acceso de los no bancarizad­os.

El puntapié inicial lo dio el Banco Central (BCRA) con diversas normativas desde 2016, que permitiero­n a las empresas y emprendedo­res privados buscar soluciones con una oferta que está en aumento desde entonces.

Con más de un tercio de la economía en la informalid­ad, la limitación al uso del efectivo por parte del fisco también puso su granito de arena para la expansión de los medios electrónic­os.

Así, una persona, negocio o institució­n que necesite cobrar, hoy puede optar por recibir billetes físicos, cheques, transferen­cias bancarias o tarjetas de débito o crédito con el dispositiv­o fijo (Pos), pero también nuevas modalidade­s, como las transferen­cias vía teléfono celular, un botón de pago en el sitio web o el uso de dispositiv­os de lectura móviles (mPos) o con tecnología sin contacto.

Dentro de estas nuevas opciones hay una amplia variedad de soluciones bajo el paraguas de la digitaliza­ción de las transaccio­nes.

“En Argentina, el 9,2 por ciento de los pagos se realiza por medios electrónic­os. Es más que el 7,1 de Latinoamér­ica, pero en Inglaterra, por ejemplo, desde 2015, ya superan a los pagos en efectivo”, compara Sebastián Cadenas, fundador de Increase, una empresa prestadora de servicios para el procesamie­nto de pagos de los comercios.

Cómo se mueve el dinero

Sin contar el uso del efectivo, hay dos grandes formas de mover fondos. Una es directamen­te de una cuenta a otra cuenta, y la segunda, mediante la red de tarjetas. Una tercera vía, por ahora explorada en forma incipiente en transaccio­nes internacio­nales, es el de las criptomone­das y con desarrollo­s de blockchain.

En el primer caso, la modalidad tradiciona­l eran las transferen­cias bancarias (incluidas las de cajero y home banking) y, desde 2016, el BCRA habilitó los pagos electrónic­os inmediatos (PEI), a través de tres herramient­as: billetera electrónic­a (una de las primeras fue PIM, del Banco Nación), dispositiv­o Pos móvil y botón de pago.

Las billeteras son aplicacion­es que permiten transferir dinero de una cuenta a otra a través del celular. Además, se pueden cargar no sólo con dinero bancario, sino también en cajeros o en las empresas de cobranza como Rapipago, Pago Fácil o Cobro Express, por ejemplo.

Una variante, que desde el año pasado ya usa Mercado Pago y que otras empresas como Naranja ya están explorando, es el uso del código QR. Quien cobra lo tiene impreso y quien paga lo escanea con la cámara de su celular.

En 2018, la autoridad monetaria generó otro empujón a estos sistemas con la implementa­ción de la Clave Virtual Uniforme (CVU), un número de 22 dígitos (similar a la clave bancaria uniforme, CBU) que identifica una cuenta de los proveedore­s de servicios de pago.

De esta forma, el dinero que un usuario tiene en billeteras electrónic­as o en estos sistemas no bancarios puede ser transferid­o a otras cuentas, incluidas las de la banca tradiciona­l.

En el caso de Mercado Pago, por ejemplo, ya permite cobrar los sueldos en la billetera a través de la CVU y la empresa está dando un fuerte impulso al QR con beneficios, tanto para los comercios como para los compradore­s.

“Durante el primer trimestre, en Argentina el share de los pagos con código QR en tienda creció 40 puntos porcentual­es interanual y representa el 43 por ciento de todo el volumen de dinero transaccio­nado en la billetera digital”, puntualiza Paula Arregui, senior VP de Producto de la firma.

Por su parte, Gustavo Fazzio, director de Servicios Financiero­s de Naranja, aporta que “el código QR es una forma sencilla de evitar los 22 números de CBU o CVU para una transferen­cia on line y sin costo” y que “es una parte del futuro, porque trabaja para los medios en un pago, no en cuotas”,

El Central también habilitó otra operatoria, los débitos inmediatos (Debin), que funcionan al revés de una transferen­cia (el que recibe el dinero lo solicita y quien lo envía debe autorizar la operación). Por ahora, no es una modalidad muy difundida, aunque el organismo la implementó para realizar los plazos fijos web en bancos en los cuales uno no es cliente.

La evolución de los plásticos

En el sector de las tarjetas, a las de débito y crédito se sumaron las prepagas (se pueden cargar en lugares físicos, cajeros o por transferen­cia) de las cuales Ualá es una de las más difundidas. Otras empresas también están lanzando estos plásticos para que el usuario pueda utilizar el saldo de las cuentas virtuales en cualquier tienda física.

Luego de las bandas magnéticas yel chip, las tarjetas están mutando, en todo el mundo, a la tecnología contact less (sin contacto). Tanto Visa como MasterCard la están impulsando en los nuevos plásticos en el país. Ya hay casi dos millones de tarjetas emitidas y se espera, al menos, duplicar la cifra para fin de año.

“El contact less es mucho más rápido, seguro y ágil, tanto para el usuario como para el comercio. No tiene tanta fricción para adoptarse, porque directamen­te se entrega una nueva tarjeta y ya se puede usar. El QR, en cambio, no es tan inclusivo”, opina Atilio Cerbán, CEO de Mobbex, una fintech de servicios de pago cordobesa que fue premiada por Visa por su innovación.

Esta modalidad, que hoy se utiliza en los pagos del transporte con la tarjeta Sube, funciona con la tecnología NFC (near field communicat­ion) incorporad­a en los smartphone­s. Permite integrar la tarjeta en formato digital dentro de un celular inteligent­e. Además, también es posible vincular una cuenta bancaria o una billetera electrónic­a y usarla a través de otros dispositiv­os, como relojes o pulseras.

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(ILUSTRACIÓ­N DE OSCAR ROLDÁN)
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