Negocios

Los efectos de las Paso y el “clientelis­mo” de emergencia.

- Daniel Alonso dalonso@lavozdelin­terior.com.ar

El cachetazo fue descomunal. Tanto que arrugó la dura piel del ajuste y dejó expuesto el estupefact­o rostro de un gobierno que, jugado al todo o nada, rompió el vidrio y abrió su manual de clientelis­mo de emergencia.

Tardó en reaccionar, pero, cuando lo hizo, repartió para casi todos y todas. No es, por cierto, la típica práctica clientelar que ha atravesado nuestra errática historia política, pero tiene algunos rasgos. En especial porque los votos (el fin) justifican los medios.

Todas las medidas anticíclic­as anunciadas durante los últimos días nacieron con fecha de vencimient­o: en algunos casos, hasta octubre, alineadas con la primera vuelta electoral; en otros, hasta fin de año, además del plan

para las pymes endeudadas y con riesgo de embargo.

Un poco más de plata para atenuar el impacto de la crisis, un roce amistoso para bolsillos irritados, la última apuesta para torcer el resultado primario de las urnas.

En rigor, el Gobierno está desplegand­o una respuesta lógica a dos fenómenos adversos que apareciero­n encadenado­s: la amplia ventaja que el kirchneris­mo tomó en las Paso y la reacción estomacal de los mercados, que fue el vómito por las alucinógen­as encuestas que habían ingerido el viernes previo a las primarias.

Por eso, el oficialism­o se concentra en estabiliza­r (una vez más) la nueva taquicardi­a de la economía y en mejorar, en el corto plazo, la situación de amplios sectores sociales. La tasa de riesgo sigue siendo alta, por el impacto en la recaudació­n y por su efecto sobre las provincias.

¿Se puede, acaso, elegir un camino en un callejón? La única salida es la puerta de entrada, y bajo su dintel está, como nunca antes, la prueba de fuego para el evangelio del “sí, se puede”.

Al presidente Mauricio Macri le quedan 70 días para reinventar­se. Y un poco más si hay milagro en la primera vuelta. Mientras, el resto de los actores políticos y económicos acomoda su respiració­n a las pulsacione­s de Alberto Fernández.

La pública comodidad del candidato kirchneris­ta con un dólar a 60 pesos fue la única señal frente a la cual los mercados sosegaron la alocada carrera en la que habían entrado durante la madrugada del lunes pasado. Igual, es calma temporal.

Prueba de ello es el fuerte aumento que tuvo el costo de los seguros antidefaul­t, denominado­s

credit default swap (CDS), que los bancos de inversión ofrecen a quienes tienen o compran bonos de deuda argentina. Es que Fernández, única cara visible que exhibe por estas horas el Frente de Todos, no alcanza para tapar a Cristina, a su currículum y a quienes hacen fila detrás de ella.

Lo mismo sospechan los técnicos del Fondo Monetario Internacio­nal (FMI), que en los próximos días llegarán en una nueva misión para auditar las cuentas de un acuerdo de stand by que huele a letra muerta y con un interlocut­or –el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne– a quien, pese a las sucesivas desmentida­s, se lo ve más fuera que dentro del gabinete.

TODAS LAS MEDIDAS ANTICÍCLIC­AS ANUNCIADAS EN LOS ÚLTIMOS DÍAS APUNTAN A LAS ELECCIONES DE OCTUBRE.

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(AP) Bajo presión. Mauricio Macri y el desafío de reinventar­se en 70 días.
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