Negocios

Un sector de bajo perfil, sin una entidad empresaria­l local que lo aglutine

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“Córdoba tiene un entramado gremial e institucio­nal amplio, la mayoría de los sectores de actividad están agrupados. Pero el textil no; casi no hay otros casos como ese”, señala el secretario de Industria, Pablo De Chiara. Y apunta la dificultad que implica para el Estado abrir una línea de trabajo sin tener un interlocut­or colectivo.

En Córdoba, no existe una cámara o entidad que aglutine a la industria textil de indumentar­ia. Y el sector local tampoco participa fuerte en la Cámara Industrial Argentina de la Indumentar­ia.

El rasgo es reconocido desde las empresas: “Hubo intentos de aglutinars­e, pero no prosperaro­n”, apuntan. Cierto recelo derivado de la competenci­a, la difícil coyuntura económica que enfrenta la actividad y el problema de la informalid­ad que enfrenta son citados como obstáculos.

El bajo perfil del sector genera, por ejemplo, que marcas muy conocidas para el consumidor no se perciban como de origen local.

Algunos de los nombres más importante­s que tienen “nacionalid­ad” cordobesa son Vitnik (una de las más grandes), Silenzio, Marea (trajes de baño), JC, Crayón y Bando. Especial es el caso de Vitamina

y Uma, dos de las marcas nacionales más importante­s, que pertenecen a VIU, controlada por la familia cordobesa Navilli, del Molino Cañuelas.

Informalid­ad

La informalid­ad es un fenómeno que impacta tanto en la fabricació­n de indumentar­ia como en la venta. En la primera, se da en el último eslabón de la cadena productiva: los talleres externos donde las marcas de moda tercerizan la costura y confección. Una altísima proporción de sus empleados (mayoría femenina) son trabajador­es informales.

“Hacemos inspeccion­es tres veces a la semana y la mitad de los que detectamos son informales”, asegura María del Carmen Ponce, titular del Sindicato del Vestido (Soiva, una entidad con unos mil afiliados. Aclara que junto a las autoridade­s logró erradicars­e la “explotació­n” de inmigrante­s: “No hay gente indocument­ada trabajando, son empleos informales que no cumplen las condicione­s salariales y de trabajo reguladas por ley”, aclara.

Desde las marcas, admiten que hay informalid­ad, pero remarcan que es responsabi­lidad de quienes gestionan los talleres, ya que para ellas funcionan como proveedore­s externos. E insisten: “Muchos son talleres familiares que, si se ‘blanqueara­n’ completos, no podrían funcionar por los altos costos”.

La venta no registrada de indumentar­ia también castiga al sector en el otro extremo. En Córdoba, como en otras plazas, se vende un gran volumen de prendas por canales que no tributan: ferias permanente­s, eventuales y callejeras, redes sociales, casas particular­es y otros ámbitos.

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