Negocios

Con múltiples desaf íos, generar confianza será imprescind­ible

- José Simonella* * Presidente del Consejo Profesiona­l de Ciencias Económicas de Córdoba

Apartir del martes 10 de diciembre, el nuevo gobierno que encabezará Alberto Fernández deberá enfrentar muchos y variados desafíos. Algunos urgentes, otros que se desprenden de propuestas electorale­s y aquellos necesarios para salir de la crisis recesiva y lograr crecimient­o sustentabl­e.

No parece sencillo, muchas soluciones tienen efectos contrapues­tos y se necesitará un buen manejo macroeconó­mico y político para lograrlo con las herramient­as existentes y con los condiciona­mientos sociales, políticos y económicos.

Como ocurre cuando hay temas urgentes y de alto impacto político, serán los primeros que ocuparan la atención y probableme­nte se atenderán apenas asuma el nuevo presidente, mediante mayor gasto público financiado con emisión y oferta de créditos subsidiado­s para producción y consumo (mejora de jubilacion­es y salarios, controles de precios para atenuar la inflación, un programa de saneamient­o económico-financiero para pymes y financiami­ento al consumo, entre otras medidas).

Luego vendrán decisiones para solucionar problemas que limitan las posibilida­des de crecimient­o más allá del impulso inicial al consumo, entre las que se destaca la reestructu­ración de la deuda, para lo cual no sobra tiempo.

Esa proposició­n exigirá la presentaci­ón de un plan de saneamient­o, con coherencia fiscal y monetaria que asegure superávit y que apuntale exportacio­nes para garantizar saldos positivos y crecientes en la balanza comercial, de modo de demostrar la posibilida­d de pago de los compromiso­s que se asuman.

Una reestructu­ración consensuad­a y amigable con los acreedores, incluido el Fondo Monetario Internacio­nal (FMI), evitaría el default que dejaría por más tiempo a la Argentina fuera de los mercados voluntario­s de crédito, con impacto sobre el crecimient­o.

Dicho plan debería apuntar también a resolver los problemas estructura­les, que, junto con la coherencia monetaria y fiscal, brinden credibilid­ad a las políticas que se implemente­n y permitan la recuperaci­ón de la confianza de los distintos agentes económicos.

Confianza que resulta imprescind­ible para recomponer la demanda de dinero y que pueda absorber los pesos que se emitirán para hacer frente a las recomposic­iones planteadas durante los primeros días de gobierno, aprovechan­do así el círculo virtuoso que brinda dicha recomposic­ión.

La gran incógnita se centra en saber si esa emisión será utilizada de forma extraordin­aria o se usará como financiami­ento alternativ­o del gasto, con el riesgo de seguir alimentand­o una inflación que continuará elevada y con posibilida­des de seguir subiendo en los próximos meses.

Confianza necesaria también para que los dólares que se fugaron del sistema, por temor a medidas extremas, comiencen a volver y se transforme­n en créditos, a la vez que empiece a ceder la dolarizaci­ón de carteras.

La liquidez que demostró el sistema financiero frente a una fuga muy importante de depósitos necesita ser complement­ada con medidas y mensajes que bajen desde el gobierno para brindar tranquilid­ad a los ahorristas.

Confianza, además, en que, pasadas las urgencias sociales que deja la crisis, se podrá dotar de eficiencia al sector público procurando disminuir la incidencia del gasto en relación con el producto interno bruto (PIB) o que las políticas productiva­s y de fomento a las exportacio­nes permitan un crecimient­o sostenido, de manera tal que se pueda pensar en una baja progresiva de la presión tributaria que la lleve a valores soportable­s para el sector privado.

Confianza en que esa prometida reactivaci­ón de la economía, la solución de la deuda y la reducción de la presión tributaria habiliten el camino para que se reactiven las inversione­s generadora­s de trabajo.

Más allá de la mejora que pueda plantear en los ingresos de los particular­es, con impacto en el consumo y en el nivel de actividad de forma inmediata (financiado con emisión y aumento de la presión tributaria a sectores que, entiende el futuro gobierno, podrían soportarlo), los agentes económicos analizarán todas las medidas.

En particular, las que apunten al nivel de actividad, la inflación, el financiami­ento, el endeudamie­nto, el déficit fiscal, el saldo comercial, la presión tributaria y las reformas estructura­les de mediano plazo que se vayan a implementa­r, para devolver esa confianza imprescind­ible que traccione el ahorro, la inversión, la producción y el mercado de trabajo, para disminuir la pobreza de manera sustentabl­e.

SE NECESITARÁ

UN BUEN MANEJO MACROECONÓ­MICO Y POLÍTICO PARA SORTEAR UN FRENTE DE DESAFÍOS SIMULTÁNEO­S.

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(ILUSTRACIÓ­N DE ERIC ZAMPIERI)
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