El espacio con formato tradicional requerirá una adecuación
Aun en el modelo híbrido, la menor demanda se registra en la oficina tradicional, en general pequeña, mal iluminada y con escasa ventilación, ubicada en el centro de la ciudad, en cercanías a edificios públicos.
“El problema es que el centro no tiene edificios de categoría y se ha quedado con valores altos y sin densidad de población. Con los nuevos estándares y protocolos, se va a volver más difícil colocar metros cuadrados viejos. Los propietarios van a tener que pensar en otra cosa; por ahora, no hay una tendencia clara para estos productos”, explica Matías Merguerian, director inmobiliario en Merguerian Bienes Raíces.
Lazarte, quien también es broker inmobiliario, es categórica: “La pequeña oficina tradicional del Centro, desperdigada e informal, no tiene futuro. Los propietarios deben replantear los espacios partiendo de una propuesta de valor y de servicios; no alcanza con bajar el valor del metro cuadrado, porque el que ocupó estos espacios no va a volver”.
Al respecto, agrega que “empresas de segundo nivel están empezando a ocupar oficinas de categoría triple A (se caracterizan por su calidad arquitectónica, de diseño y equipamiento), aprovechando los espacios que dejaron las grandes compañías, la baja en los precios y las condiciones más convenientes”.
Pero este cambio tal vez necesite algo más que decisiones del sector privado. Sobre esto, previene Tea Funes: “En ciudades como Nueva York o Buenos Aires, se está permitiendo convertir a locales y a oficinas en loft y en departamentos; muchos se juegan a que todo va a volver a la normalidad después de la pandemia, pero el uso de las oficinas no va a ser igual que en los tiempos previos al Covid-19”.