Mantiene la receta familiar para un modelo que leuda
Es la gerenta general de Panadería del Pilar. Con 32 sucursales en Córdoba, la empresa proyecta salir de la provincia y exportar.
Panadería Del Pilar es un nombre tradicional del rubro, con más de 150 años en la ciudad de Córdoba. Paula Rodríguez está hoy al frente de la conducción y es la tercera generación de una familia que tiene muy presente el cuidado de los valores de la marca en el proceso de crecimiento y de industrialización.
“Somos una panadería industrializada, pero con sabor y calidad tradicional”, subraya Paula, quien asegura que la receta de los “criollitos” es la misma de siempre.
–Del Pilar es una mezcla de negocio moderno y tradicional, ¿es un aporte de tu generación?
–Yo soy tercera generación. Si bien la panadería existe desde hace más de 150 años, nuestra historia comenzó cuando mi abuelo compró el fondo de comercio en la época del “Rodrigazo”. Era el mismo local de la calle Salta, cerca de la iglesia Del Pilar, de ahí el nombre. Él empezó a trabajar con mi papá, fueron agregando locales, empezaron a crecer, hasta que se incorporó mi hermano Luis y empezó con el desarrollo de las franquicias.
–¿Por qué decidieron ese modelo?
–En ese momento, estábamos creciendo con locales propios, llegamos a tener casi 10. Nosotros queríamos crecer, llegar a los barrios, porque tenemos el concepto que Del Pilar tiene que estar cerca de la gente. Pero no podíamos abarcar tanto porque queríamos mantener nuestros valores, la calidad y la tradición de la marca. Por eso decidimos avanzar con franquiciados, quienes la valoran tanto como nosotros, y focalizarnos de lleno en la producción.
–¿Qué implicó para la empresa esa nueva etapa?
–Hace seis años, trasladamos toda la producción de la calle Salta y decidimos invertir en una fábrica, que tiene dos mil metros cubiertos. Importamos maquinaria y empezamos con el desarrollo de los productos ultracongelados. Fue un crecimiento en todos los ámbitos, empresarial y familiar.
–¿En qué sentido?
–Tuvimos que capacitarnos, implementar sistemas de gestión. Hubo una profesionalización completa, desde el depósito hasta el punto de venta,
incluidas la producción y la distribución, para que el producto llegue a todas las franquicias de la misma forma.
–¿Qué pasó con los empleados en ese proceso?
–Tenemos colaboradores que hace 20 o 25 años trabajan con nosotros, sobre todo los maestros panaderos. Al principio, fueron los más reacios, pero luego vieron que la tecnología no reemplazaba su trabajo, sino que los ayudaba, y se adaptaron. Además, las recetas son las mismas. Son productos tradicionales con la misma calidad, pero le agregamos tecnología e industrialización.
–¿Las franquicias son todas de Córdoba?
–Estamos en la ciudad y en varias localidades de los alrededores; este año abrimos en Carlos Paz y estamos por llegar a Capilla del Monte. Todavía no salimos de la provincia, pero estamos trabajando fuerte para eso cuando lo permita la pandemia, que nos demoró bastante. Tenemos interesados en el norte y en provincias del sur.
–Tu incorporación a la empresa se dio en medio de este proceso.
–Yo trabajé durante varios años en la empresa en varias áreas de administración y de recursos humanos. Hace cuatro años, mi hermano decidió seguir su rumbo y yo me hice cargo de la gerencia general porque mi papá estaba delicado de salud. Él sigue siendo presidente y mi mamá es directora.
Ambos siguen yendo a la empresa.
–¿Cómo fue esa incorporación?
–Tuve que aprender mucho de lo productivo; mi papá es un referente obligado porque sabe mucho de panadería. Costaba un poco por ser mujer porque es un rubro muy masculino en general. Pero fuimos demostrando que podíamos con el trabajo. Ahora tenemos muchas mujeres, entre ellas, la jefa de planta.
–¿Qué cambió desde que te hiciste cargo?
–Tuvimos que reorganizar y reordenar la empresa en sí. Hicimos refresh de la marca y nos focalizamos mucho en la comunicación, en las redes sociales, estamos atentos a las cosas nuevas y a escuchar lo que quiere la gente. Trabajamos mucho para poder exportar y también en la certificación de normas.
–Hablando de nuevas tendencias, ¿qué cambió en este tiempo? ¿La gente sigue consumiendo lo mismo?
–Los hábitos de consumo van cambiando. Hay cosas que la gente no deja de comer, como el pan, el criollo o la medialuna, que son muy tradicionales de Córdoba. Pero sí está incorporando productos saludables, que ahora estamos desarrollando. Está de moda lo nutricional, lo vegano, las fibras.
–¿Qué están haciendo en esa línea?
–Ya tenemos algunos productos, pero queremos desarrollar más la línea saludable para el verano. Son productos con semillas, con distintos tipos de harinas, avenas, frutas. Esto es lo que la gente demanda. Y eso surgió a partir de estar atento a lo que quiere el consumidor.
–¿El negocio de las panaderías cambió?
–Hay distintas formas de trabajar en las panaderías. Hay algunas que siguen igual que antes y son respetables porque mantienen la calidad. Nosotros decidimos expandirnos. Otra novedad que incorporamos es el bar. Quizá hace 10 años eso no existía, pero al cordobés le gusta mucho tomar un cafecito con un criollito o una medialuna. Es un formato que prefieren las franquicias.
–¿Qué proyectos tienen para este año?
–Para los próximos meses, queremos seguir creciendo con franquicias fuera de la provincia y comenzar a exportar ultracongelados. Desarrollamos un proyecto con el Pro-Córdoba e hicimos una ronda con países limítrofes, pero la pandemia frenó todo por-
que está restringida la circulación. Esperemos que, cuando se pueda, empecemos fuerte con esto.
–¿Qué productos van a exportar? ¿Afuera se consume lo mismo?
–No, pero la idea es salir con el mismo producto que se consume en Córdoba. Llevar afuera del país la impronta cordobesa. La medialuna y el criollo tienen que estar. Es la misma línea que producimos en la fábrica. Por ahora, pensamos en ir con nuestros camiones para abastecer a supermercados o a otros canales.