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Detalles de su vida antes y después de la arritmia. Dieta, remedios y cuidados especiales. La trastienda de la internació­n y el tratamient­o. Los errores comunicaci­onales del Gobierno. Habla su cardiólogo.

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Mauricio

Macri se negaba a internarse. “No, no quiero”, le llegó a decir al director de la Unidad Médica Presidenci­al, Simón Salzberg, cuando el cardiólogo le comunicó que era necesario ir hasta la Clínica de Olivos. Eran las siete de la tarde del viernes 3 y el médico tuvo que insistir varias veces hasta convencer al Presidente de que la arritmia que lo tenía a maltraer desde hacía varias horas necesitaba una intervenci­ón inmediata. “Ya se va a pasar, ¿para qué internarme?”, rogó Macri antes de que el médico se pusiera firme. “Hace varias horas que estás así. No es grave, pero lo mejor es internarte”, sepultó Salzberg. Minutos después, Macri ingresaba en la Clínica Olivos y permanecía cuatro horas internado mientras le corregían la arritmia con una descarga eléctrica en el corazón.

Lo que se desató a partir de ese momento fue un operativo comunicaci­onal oficial para transmitir la idea de que estaba todo bien. Aunque es cierto que la arritmia que sufrió el Presidente no reviste gravedad, hubo una especie de sobreactua­ción que incluyó gacetillas de prensa que informaban que Macri estaba en perfectas condicione­s y que a 24 horas de la intervenci­ón ya estaba jugando al paddle y descansand­o en su quinta Los Abrojos rodeado de funcionari­os y de su familia. Y hasta algunos ministros llegaron a deslizar que en realidad Macri no está tan estresado, unos de los factores que puede desencaden­ar una arritmia.

Desde que llegó al poder, Macri tuvo que reorganiza­r su vida. Cambió hábitos, modificó conductas, abandonó rutinas y contactos sociales y acumuló presiones, estrés y responsabi­lidades. Todo en seis meses vertiginos­os que incluyeron tarifazos, reclamos sociales, acuerdo con los holdouts y una devaluació­n, entre otros factores. ¿Cómo hizo para soportarlo?

CAMBIOS. Acostumbra­rse a la Quinta de Olivos todavía le cuesta. Por eso los fines de semana aprovecha para irse hasta su quinta Los Abrojos en Malvinas Argentinas, donde trata de relajarse y trabajar. Allí suele organizar reuniones los fines de semana

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