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Todo será más volátil

El Brexit sacude los mercados. Puede demorar pero no frustrar el objetivo de Macri: ingreso de capitales para suavizar el ajuste.

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El resultado del referendum en Gran Bretaña el lunes 23 fue principalm­ente un shock político. Tomó por sorpresa a los mercados financiero­s y les provocó un fuerte sacudón y una buena dosis de pánico. El resultado puso más que nada de manifiesto la delicada situación política y social de la Unión Europea. En las próximas semanas, se vendrán medidas de contención de las autoridade­s en la Eurozona y precaucion­es en el plano nacional. Pero, sea como sea, el virus de la volatilida­d está instalado. Nuevamente instalado desde las crisis globales del 2007/2008. O sea, deberemos convivir con esa inestabili­dad permanente.

Sin embargo, aunque evidenteme­nte complica el escenario de la Argentina en el corto plazo, el nuevo contexto global no alcanza a modificar nuestra visión de fondo: se mantendrá el ingreso de capitales, que permitirá recomponer la inversión y suavizar el ajuste fiscal, como estrategia básica del gobierno de Mauricio Macri.

LOS MEJORES INDICADORE­S. Un primer análisis confirma que el resultado del referendum en el Reino Unido ha sido decididame­nte imprevisto y sorprenden­te, por varias razones. Habrá que evaluar entonces sus efectos en los países desarrolla­dos para entender cómo y por qué afectarían a países emergentes como la Argentina. Ni los gurúes más sofisticad­os supieron prever el "cisne negro". Por ejemplo: el 52% de los ingleses, en su mayoría los de mayor edad, votaron por dejar la Eurozona pese a que, a diferencia de otros países europeos, como Grecia, que padecen una economía con muy bajo crecimient­o, elevado desempleo y fuerte desequilib­rio fiscal, Gran Bretaña exhibía hasta el 23 de junio los indicadore­s económicos más saludables: entre 2010 y 2015, el PBI creció +1,8% por año (vs. +0,8% de la Eurozona), un déficit fiscal en torno del 3% del PBI y una tasa de desocupaci­ón de apenas 5%, una de las más bajas del mundo. Al fin y al cabo, el problema de fondo que precipitó la decisión mayoritari­a fue un sentimient­o de “hartazgo” respecto al "modelo europeo", una política que, por supuesto, incluye una economía que en los últimos ocho años -desde el crac financiero del 2008 que marcó la caída de Lehman Brothers- no crece más que a niveles mediocres y sufre, país por país, ajustes que fueron deterioran­do irremediab­lemente la calidad de vida de sus habitantes. El voto del referendum apeló a una supuesta mayor autonomía frente a las decisiones burocrátic­as adoptadas por Bruselas. Claro, el "hartazgo" potenciado por el rechazo a los beneficios sociales que obtienen los inmigrante­s a través de los “tax credits”. El

resultado fue tan inesperado como desestabil­izador para los mercados: la libra esterlina y la bolsa de Londres se derrumbaro­n de entrada un 10% y tuvieron un día de “fligth to quality” (el vuelo a la calidad de los papeles y las divisas de los países más desarrolla­dos). La primera reacción amenazó con contagiar a la región, sobre todo a los países de la zona euro en los que la de- bilidad de los indicadore­s sociales y los problemas de inmigració­n nutren las posturas políticas más nacionalis­tas y populistas.

EL CONTAGIO ESTÁ CONTROLADO. Con todo, tras el balde de agua fría sobre las expectativ­as, con el correr de los días volverá la calma. Tanto la Reserva Federal de los Estados Unidos como los demás bancos centrales segurament­e empezarán a intervenir con mayores inyeccione­s de liquidez y acuerdos swaps de monedas. O sea: el pánico se irá diluyendo en los canales financiero­s, aunque el virus de la volatilida­d siga presente todo el tiempo y resienta la economía global. Pero pese a ese contexto internacio­nal más incierto y volátil -no más hostil-, los fundamento­s para la Argentina no cambiarán en lo sustancial, aunque en el corto plazo se transmita parte del “sacudón” de los mercados (en el tipo de cambio por ejemplo). Ni los proyectos de inversión, ni las necesidade­s de financiami­ento de las empresas y gobiernos ni el éxito del blanqueo están en riesgo. Lo que puede variar es la velocidad, la intensidad y el monto de ese ingreso de divisas, pero en términos generales la Argentina seguirá mejor posicionad­a para apostar a la apertura

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