La dama de hierro
“La mesa está servida”, de Rebekah E. Pite. Edhasa, 256 págs. $ 345.
Durantevarias décadas, un libro grueso, compacto, fue el eje frecuente alrededor del que giraba la vida doméstica de un hogar argentino. Como segunda Biblia, “el libro de doña Petrona” casi imitaba en su forma la figura básica de un cofre. En su interior, guardaba incontables recetas, numerosos apuntes prácticos, recomendaciones, ilustraciones claras. Después de varias ediciones privadas de la autora, Doña Petrona de Gandulfo, hubo muchas más difundidas por el sello Atlántida, y de las que se encargaba el segundo marido de doña Petrona, aunque su propio apellido siguió siendo el mismo, ya con la inmutabilidad del mito.
Este volumen excelente realiza una investigación minuciosa y a la vez bien estructurada, que va desplegando la vida y las actividades de Petrona Carrizo. Santiagueña muy poco interesada en la cocina en la infancia y juventud, después se convirtió en un adalid que, a partir de las promociones de la cocina a gas Primitiva, fue estructurando actividades cada vez más masivas. El Libro fue un elemento clave pero, antes que él, lo fueron las conferencias o clases a las que acudían cientos de asistentes.
Las reuniones fueron seguidas por las columnas o recetas en las revistas “El hogar” y “Para Ti”, por las ondas radiales, por los vínculos esquivos pero cuidadosos con el peronismo de los años ’40, finalmente por la televisión. Doña Petrona tenía una ductilidad especial para ir adaptándose a los cambios de las clases sociales y las estructuras económicas y no perder terreno. Como Batman, tuvo su propio Robin, Juanita, la ayudante estólida que parecía tratada con rigor en la pantalla chica, pero con quien se llevaba bien en la realidad. Se apellidaba Bordoy.
La autora va describiendo, en una larga vida que dejó atrás a dos maridos y casi orilló un siglo, los vínculos de la “ecónoma” Doña Petrona con el desarrollo del papel de la mujer en la casa, y los gastos en alimentos de una época que en el futuro se añoraría como feliz (los años ’40 y principios de los ’50). Fuera de los rasgos sociológicos, culturales o materiales, la persistencia acerada y el latido mítico de doña Petrona llevan a esta investigación ejemplar a compararla con el Martín Fierro y Carlos Gardel.