La devaluación llegó al humor
Peter Capusotto. Humor. Lunes a las 23 por TNT, y miércoles a las 23 y sábado a la medianoche por TBS. Guión: Pedro Saborido y Diego Capusotto. Productor y director: Pedro Saborido.
Estaes la tercera vez que este espacio se ocupa de “Peter Capusotto”. La primera fue en 2010 para festejar al mejor programa de humor de la televisión argentina. La segunda fue el año pasado cuando ya el desgaste, en la décima temporada, era creciente. Y esta, de la que sólo vimos el capítulo estreno, asoma como la peor.
Novedades: ahora el ciclo va por el cable y no por la TV pública, decisión tomada por los creadores, tal como ellos aclararon. La duración fue reducida a la mitad, es decir, media hora. “Y los videos” ya no aparecen del modo en que los conocíamos sino que hay un único bloque documental (real o no) sobre rock a cargo de Marcelo Iconomidis y que fue lo más atractivo y vivo del primer envío. Tampoco aparecieron los personajes de otras temporadas aunque, según prometieron, volveremos a ver a Violencia Rivas, Bombita Rodríguez y, en especial, a Micky Vainilla.
La dupla Capusotto-Saborido siempre dejó en claro que el programa continuaba porque les divertía hacerlo y no por exigencias del canal y mucho menos de rating. Esa frescura, esa rebelión frente a mandatos del establishment de pantalla y del mercado, era agradecida por los seguidores que poco a poco se fueron sumando, desde los mayores que venían de la época de “De la cabeza”, “Cha cha cha”, “Delicatessen” y “Todo por dos pesos” hasta los más jóvenes que fueron descubriéndolos por youtube y las redes, aluvión que empujó a Peter Capusotto a tendencia en Twitter la noche debut del lunes 11. Pasó con el rock, el Che Guevara y hasta los cómics: lo que empieza para pocos, de culto o con efecto corrosivo, termina convertido en remera, tanque o viejito simpático. Deglutido por el capitalismo, sí, eso. Aunque se patalee con la bandera de la autenticidad, la necesidad de aclarar la misión, oscurece.
Y al programa le está pasando lo que jamás debería pasar si queremos reír con las tripas y no con la sonrisita y el guiño. Los guionistas están más preocupados en contarnos lo que piensan que en divertirnos. Pulverizaron el absurdo en montones de malos chistes. Por supuesto que el humor es resistencia y crítica pero la burla obvia, la que señala con el dedo, la del “fulbito para la hinchada”, es su expresión edulcorada. No importa qué opinión se tenga acerca de si los medios y las instituciones pudren o despiertan mentes pero el “chiste” a partir de eso no debe ser ñoño y eso sí que importa. Se puede criticar la ineficiencia y las mentiras del sistema con el gag de cómo detectar drogadictos (ese genial curso de adoctrinamiento para policías) o con el de un meteorólogo de noticiero que lava cerebros vía discurso hegemónico: una distancia sideral entre dos formas de apuntar al enemigo. El capitalismo es demasiado fuerte como para tirarle con esas piedritas y Capusotto y Saborido lo saben aunque perdieron puntería. Ojalá la recuperen pronto.