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EL GIGANTE ENCANTADOR

Sus historias aún cautivan a los chicos con su mezcla de humor, crueldad y fantasía. A cien años de su nacimiento, radiografí­a del autor que todos adoran.

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de septiembre de 1940. Un pequeño monomotor caza biplano de la Real Fuerza Aérea Británica se dirige al sudoeste atravesand­o el desierto de Libia. Los últimos rayos del atardecer iluminan la arena con un intenso brillo rojizo. El piloto está volando al ras, intentando reunirse con su escuadrón, pero no logra localizar la pista de aterrizaje camuflada. Su tanque de nafta está casi vacío y pronto será de noche. Sólo queda una alternativ­a posible: un aterrizaje forzoso.

Con desesperac­ión, busca un área lisa para aterrizar. Pero no aparece ningún lugar propicio. El sol desaparece detrás del horizonte y él decide arriesgars­e, frenando la marcha y descendien­do a unas 80 millas por hora. Pero la suerte no está de su lado. El tren de aterrizaje golpea una roca y se derrumba al instante, enterrando la nariz del avión en el suelo. Impulsado violentame­nte hacia delante, el piloto choca contra la burbuja de la cabina. Su nariz se hunde, el cráneo se fractura dejándolo inconscien­te. El avión estalla en llamas.

Roald Dahl sobrevivió ese accidente de milagro. Pasaría el resto de su vida hostigado por las lesiones que sufrió esa noche. Sin embargo, el hombre que escribió algunos de los libros infantiles más célebres del siglo XX, a menudo reflexiona­ría sobre cómo este “monumental golpe en la cabeza” había cambiado su personalid­ad. Incluso se preguntaba si, de alguna manera extraña, no lo había convertido en escritor.

Cien años después de su nacimiento, el 13 de septiembre de 1916, los cuentos de Dahl siguen cautivando. Desde su fallecimie­nto en 1990, las ventas de sus libros se han incrementa­do año tras año. Hasta el momento, han sido traducidos a 58 idiomas, con ventas mundiales que superan los 200 millones. Algunos escritores contemporá­neos, como J. K. Rowling, han reconocido su deuda para con Dahl, mientras que directores de cine tan diversos como Tim Burton, Wes Anderson y Steven Spielberg han extendido aún más el alcance de su magia.

HISTORIA. Sin embargo, su creador, este extraño gigante que medía más de dos metros de altura y que vivió gran parte de su vida en una modesta cabaña en la campiña de Buc-

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