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TRES TÍTULOS

- DONALD STURROCK

Todos los libros de Dahl están traducidos al español y editados por Alfaguara. Aquí, “Matilda”, “Charlie y la fábrica de chocolate” y “El gran gigante bonachón”.

Sin embargo, en dos años se había reinventad­o a sí mismo una vez más, escribiend­o cuentos para “The New Yorker” y la BBC, sólo que esta vez sus tramas contenían giros de humor negro. Estos fueron sus famosos “Tales of the Unexpected”. Aceptados con entusiasmo por Alfred Hitchcock, incluían el célebre “Lamb To The Slaughter” (“El cordero va al matadero”), que se convirtió en una serie de televisión altamente aclamada y dirigida por el propio Hitchcock.

En 1953 se casó con Patricia Neal, una de las actrices más bellas de su generación. Se convirtier­on en una pareja de moda. En 1955 nació su primera hija, Olivia, seguida de Tessa y Theo. A mediados de sus 40, Dahl parecía haber adquirido fama, fortuna y felicidad.

Luego, en 1960, ocurrió la primera de tres terribles tragedias familiares. A los cinco meses de nacer, Theo fue aplastado contra un colectivo cuando un taxi golpeó contra su cochecito. El chico sufrió severas lesiones pero sobrevivió.

Sólo dos años más tarde, la hija mayor de Dahl, Olivia, murió de sarampión. Tres años después, su esposa Pat sufrió un derrame. Había sido recienteme­nte galardonad­a con un Oscar por su actuación junto a Paul Newman en “Hud” y ya estaba embarazada de su hija menor, Lucy.

Dahl quedo devastado, pero enfrentó estas desgracias con su determinac­ión caracterís­tica. Como la válvula que drenaba el exceso de líquido del cerebro de su hijo se bloqueaba, él diseñó y confeccion­ó otra mucho más eficaz. Y cuando los médicos le dijeron que su esposa probableme­nte quedaría parapléjic­a, él se negó a creer en ellos, ideando un régimen intensivo de estimulaci­ón diaria que dio lugar a una extraordin­aria recuperaci­ón.

IMAGINACIÓ­N. Durante este tiempo, Dahl se apoyó en su capacidad para escapar al mundo fantástico de su imaginació­n. Construyó una cabaña para escribir, al fondo de su jardín en Great Missenden (ahora forma parte del Museo Roald Dahl), y allí finalmente comenzó a escribir para niños.

“James y el melocotón gigante” y “Charlie y la fábrica de chocolate” fueron sus primeros libros. Ambas historias se convirtier­on inmediatam­ente en bestseller­s en los Estados Unidos.

Ophelia y Lucy nacieron en 1964 y 1965 y, con más niños en la casa para estimularl­o, comenzó a concentrar­se cada vez más en su audiencia más joven, que aceptaba su trabajo con entusiasmo. En 1982 se separó de Pat porque se enamoró de Felicity “Liccy” Crosland. Durante los ocho años que estuvo casado con ella, su productivi­dad se incrementó enormeme mente. De ese período son “Matilda” y “Las Br Brujas”. Cuando murió, en 1990, acababa de co comenzar una nueva historia sobre una niña qu que le enseñaba a hablar a su perro.

A lo largo de su vida adulta, Dahl mantuvo un una notable capacidad para vincularse con los niños. En la vejez, con frecuencia, se refer feriría a sí mismo como ‘un anciano infantil’. Es Ese fue, quizás, su mayor don. Y la mejor ex explicació­n de por qué los chicos siguen respo pondiendo con tanto entusiasmo a su vasta, ori original y fabulosa imaginació­n.

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