El virtuosismo elegante
El guitarrista Larry Carlton volvió a la Argentina después de tres décadas. Tocó en el teatro Coliseo acompañado por un trío local.
Haymuchos modos de ser reconocido como un instrumentista virtuoso. La más habitual es la que muestra una habilidad evidente por encima de la media de otros colegas; es un virtuosismo que podríamos calificar como acrobático. Pero hay otro, más sutil, más profundo y, en nuestro criterio, más artístico, que es el de quienes tienen la capacidad de dar la nota justa en cada momento, de adaptarse a las situaciones, de manejar los silencios, de cantar dulcemente o de ser enérgico según sea necesario. Podríamos decir que es un virtuosismo menos demagógico y también menos frecuente. Y sin dudas el del tipo que expone el guitarrista norteamericano Larry Carlton que acaba de tocar en Argentina después de más de 30 años desde su anterior visita.
Califor niano de 68 años, con sus recursos intactos y con una elegancia que no perdió en todo su concierto, actuó esta vez frente a un Coliseo que no llegó a completar su capacidad. Para el caso, se acompañó con un trío rioplatense: los argentinos Gustavo “Colo” Silva en los teclados y Jota Morelli en la batería y el uruguayo Daniel Maza en el bajo. Elegidos por el productor local, el guitarrista los conoció en Buenos Aires y, sin embargo, logró con ellos una empatía que se mostró sobre el escenario.
Presentó una lista de temas ya conocidos de su repertorio: “Mama can’t Buy You Love”, “Friday Night Shuffle”, “March of the Jazz Angels”, “Gracias”, “Walk with Me”, “Josie”, “Roll with it”, etc. Y no faltaron hits como “Smiles and Smiles to Go”, “Sleep Walk” o, por supuesto, “Room 335”. El músico se movió entre el jazz –géneros al que podríamos considerar la base de su lenguaje–, el pop, el soul, el funk o el country; y el trío acompañante trabajó para el líder que, naturalmente, se lució en los solos con esa sutileza y esa elegancia de la que hablábamos al principio. Pero a ratos, y aunque por supuesto hubo ensayos antes del show, el combo se metió en una suerte de “jam session” que hizo lugar a los talentos personales de los músicos anfitriones.