Flores, sexo y piano
Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín. Directora: A. Chinetti. Auditorio de Belgrano, hasta el 3 de septiembre.
Debidoa las reformas emprendidas en el edificio de la calle Corrientes, el Ballet del San Martín se trasladó al Auditorio de Belgrano para ofrecer uno de sus acostumbrados programas mixtos, esta vez con dos estrenos. El que abrió la velada, “Vibraciones”, firmado por Elizabeth de Chapeaurouge, puso sobre el escenario una coreografía sensual y luminosa, acompañada por la música original de Nicolás Di Lorenzo, con toques casi de comedia musical. Con bello vestuario en distintos floreados de Renata Schussheim, muy años 50, y tacos, hubo un marcado contrapunto entre las ‘vibraciones’ femeninas y las masculinas. Párrafo aparte merece el espléndido solo de Benjamín Parada, pieza que bien podría utilizarse para un certamen por lo compleja y completa. De corte diferente resultó “Cuál es quién”, el otro estreno, que Carlos Casella concibió con su habitual habilidad para sacudir al espectador. Atravesada por un fuerte contenido sexual, tuvo un solitario comienzo de un bailarín (Matías Santander) deambulando entre sus compañeros yacientes, que luego harán cola para besarlo, mientras Sandro canta ‘Te quiero tanto’ desde el éter. Bizarra propuesta, con semidesnudo masculino incluido en el dúo de Paula Ferraris y Adriel Ballatore al compás de ‘Celos’ de Gade, y acoso de siete bailarines a una muchacha que les responde con el ritmo de sus castañuelas. Mucha información visual en esta obra que no da lugar a la indiferencia. Para el cierre, Mauricio Wainrot reeditó su “Chopin, número 1” sobre el Concierto para piano y orquesta Nº 1 del compositor, estrenada hace seis años por la compañía, verdadera traslación de la música al movimiento, que los bailarines del Ballet del San Martín lucieron en todo su esplendor.