Misión totalmente cumplida
Bajo el rótulo de “Experiencia Piazzolla”, el gran músico tuvo un muy buen homenaje en la Ciudad Cultural Konex.
Muchodeberían aprender algunos de los festivales oficiales, de distintos rubros, que se han quedado en la comodidad de repetir lo que también puede verse y escucharse a lo largo del año en otros lugares. Esta “Experiencia Piazzolla” que tuvo su primera versión en distintos espacios de la Ciudad Cultural Konex mostró precisamente una gran virtud: la de mezclar cosas que aparentemente nada tienen que ver, la de sacar a los artistas de su espacio de confort, la de obligar a músicos, cantantes y público a acomodar sus cabezas para dejarse sorprender. Nadie puede dudar de lo merecedor que es Ástor Piazzolla de un homenaje como este. Lo interesante es que viniera de la mano de una fundación privada y que se propusiera esos atrevimientos.
La mera enumeración de lo que sucedió puede dar cuenta de lo interesante del asunto. El saxofonista Jorge Retamoza recordó el legendario disco “Reunión cumbre” (Piazzolla/Gerry Mulligan) del ’74, y Vibraphonissimo, la reunión de Ástor con Gary Burton. Hubo propuestas viradas a lo clásico (Mistango) o al jazz (Mario Parmisano trío). El flautista Julián Vat y el guitarrista Germán Martínez recorrieron la “Histoire du tango” del ‘86. El virtuoso Quinteto de la Fundación Piazzolla tuvo a Julia Zenko y a Jairo como cantantes invitados, y la Orquesta Hypnofón, dirigida por el heterodoxo Alejandro Terán, a Elena Roger y Daniel Melingo. El inefable multi-instrumentista Hermeto Pascoal jugó con la música del argentino junto a sus músicos. Pedro Aznar (cantante, bajista, tecladista, guitarrista, recitante) fue mucho más que un invitado de lujo para el sexteto Escalandrum, cuyo baterista (Daniel “Pipi” Piazzolla) es el nieto del homenajeado. Tres grandes bandoneonistas como Julio Pane, Juan José Mosalini y Néstor Marconi compartieron el escenario con la Camerata Bariloche. Y la Orquesta del Tango de Buenos Aires cerró la fiesta con las voces de Raúl Lavié y Susana Rinaldi. Pero además hubo danza en el patio con coreografías de Ana María Stekelman, una muestra de fotos y partituras, un espectáculo infantil del que también participaron algunas escuelas, una mesa redonda y clínicas de batería y bandoneón. Y lo mejor de todo: el público acudió en muy buena cantidad.