La consagración de Marianela
Onieguin. Ballet en tres actos. Coreografía de John Cranko. Música de Piotr Ilich Chaikovski. Orquesta Filarmónica de Buenos Aires. Teatro Colón.
Unagran novela, una gran dramaturgia, una gran coreografía: “Onieguin”, de John Cranko, es favorito de público y bailarines.
Que semejante obra marque el debut de la argentina Marianela Núñez en el primer coliseo en un rol completo es más que extraordinario. El papel de Tatiana le queda de maravillas y devela un profundo y minucioso estudio. La evolución de joven soñadora a reposada princesa consorte está magistralmente traducida por Marianela.
En el protagónico, toda la experiencia escénica de Alejandro Parente queda expuesta en este “Onieguin”, transformada en uno de los mejores papeles de su carrera.
Lensky, el apasionado poeta, tuvo en la figura de Federico Fernández a un intérprete ideal. Romántico, con elegancia de ‘port de bras’, seguro como ‘partenaire’, y evolucionando en la faz expresiva, Fernández sigue afirmando que es uno de los más talentosos bailarines de su generación. Natalia Pelayo fue Olga con frescura y buena técnica; y Vagram Ambartsoumian puso su eficaz máscara actoral al servicio del personaje del príncipe Gremin.
El cuidadoso trabajo de reposición de Agneta y Victor Valcu posibilitó que la nueva camada del Ballet Estable pueda absorber todos los detalles del particular estilo neoclásico de Cranko. Además, los bailarines mayores fueron inteligentemente convocados para los deliciosos comprimarios de la obra.
Desde el foso, la Filarmónica rindió debido homenaje a Chaikovski acompañando con precisión a los bailarines siguiendo la experimentada batuta de Javier Logioia Orbe.