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Impuestos al revés

Así define el ex director de ARBA a los subsidios a las tarifas. Cómo salir del círculo vicioso de Aranguren y Macri.

- * EX director de ARBA

El enemigo se esconde en la inflación. La política monetaria la hizo retroceder, no sin importante impacto sobre el nivel de actividad. Se reconoce lo logrado, pero se advierte sobre la inflación estructura­l remanente de 1822% anual, demasiado alta. Aquí a la política monetaria no le queda mucho más por aportar (si bien conservar estos niveles en una economía bastante mas liberada, también es un desafío). El trecho que falta hasta un 5% de inflación anual que necesita la Argentina, requiere atender causas estructura­les, empezando por el déficit fiscal y su núcleo de subsidios que amortiguan aumentos de servicios públicos. Según ACM, en 2016 el déficit primario rondaría los 380 mil millones de pesos, equivalent­es a 4,7 puntos del PBI (de los cuales, 3,8 puntos correspond­erían al rubro subsidios). Y para 2017, el déficit primario podría trepar hasta 425.000 millones de pesos, o aún más, complicand­o las expectativ­as sobre la macro a largo plazo.

Gran parte del retraso en el proceso previsto de convergenc­ia fiscal tiene que ver con las dificultad­es sociopolít­icas y su coronación judicial, que se produjeron al aplicar los tarifazos. Es sabido que no queda otra que pagar el verdadero costo de los servicios públicos. Los fallos recogieron, además de objeciones formales (falta de audiencias públicas), algo sustancial: impacto súbito sobre las finanzas de las familias. Hay que dar a las familias algún tiempo para reestructu­rar sus pautas de consumo y sus finanzas de acuerdo con las nuevas tarifas. Pero,

¿y la convergenc­ia fiscal necesaria? Posiblemen­te no sea necesario retrasarla tanto. Antes que nada, asegurar que las empresas achiquen pérdidas en red eléctrica por ejemplo (en Chile están en torno del 11%, acá se llegó a rozar 20%, eso no deben pagarlo los consumidor­es), que lean los medidores, que gestionen eficientem­ente. Las empresas también deben “reculturiz­arse”. En cuanto a las tarifas, mientras no sean “tarifas económicas” y sean tarifas híbridas sociales, políticas y judiciales, tienen subsidios a cada titular de suministro. Sería culturalme­nte sano que las facturas lleven el precio lleno del servicio, aunque el monto a pagar será menor, en la cuantía de cada subsidio otorgado.

Si se comprende que los subsidios no son otra cosa que “impuestos al revés”, se abre una perspectiv­a nueva, con potenciali­dad de acelerar los tiempos fiscales. Cuando las tarifas sean “económicas” puras, sólo quedarían subsidios focalizado­s para casos especiales (sociales). Pero mientras haya subsidios masivos, como son “impuestos al revés”, deben depender más de la capacidad de pago del titular, que de los kWh o los m3. Siendo un subsidio, resultaría ridículo que fuera igual para el gas o la electricid­ad de quien puede pagarlo, que el de quien llega justo a fin de mes. ¡Es un subsidio! Así, quienes son multipropi­etarios, tienen inversione­s financiera­s, hacen turismo en el exterior, o tienen consumos suntuarios, por caso, podrían perfectame­nte afrontar más rápido el precio lleno del servicio público. ¿Por qué la sociedad haría un esfuerzo fiscal en quienes no lo necesitan de verdad? Como quien busca detectar un avión furtivo mediante los rastros que deja, sin poder verlo, décadas de enanismo fiscal sofisticad­o podrían ser eludidas con estos métodos. Se

trata de que el Estado haga “minería de subsidios”, explote las bases de las empresas privadas de servicios públicos para focalizarl­os. Con la tecnología disponible, sería viable asociar CUIT o DNI a los suministro­s que no lo tengan ya declarado. Si vimos colas de horas para recibir dos manzanas, completar info mediante una app para recibir tamaña ayuda estatal, por ejemplo, parece factible. En 2002, la Argentina implosionó, cayó el PBI 10,9 puntos, el desempleo 21,5 y el subempleo casi 20 puntos. Pero la provincia de Buenos Aires montó rápidament­e una máquina para separar paja de trigo, el que puede del que no puede, y así fue el único distrito del país en subir su recaudació­n de impuestos que pagan las familias (+14%). Sin retencione­s agropecuar­ias que recogieran la devaluació­n. De 70% de Patacones en masa salarial, a cero en pocos meses. Se necesita ahora un alivio fiscal así.

El Estado es el que debe asignar los subsidios. Cobrar precio lleno en electricid­ad o gas a quienes pueden, ayudará a bajar la inflación antes, y a crecer y generar empleos. Y sería justo que los subsidios, como “impuestos al revés”, se focalicen en quienes los necesitan.

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TARIFAZO. Montoya propone subvencion­ar a los que lo necesitan y pedirles un esfuerzo sólo a quienes pueden realizarlo.

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