Piazzolla siglo XXX
Elena Roger y Escalandrum presentaron “3001. Proyecto Piazzolla” frente a un teatro Coliseo colmado. Ahora: gira internacional y nueva fecha porteña para mayo 2017.
AEscalandrum, la música de Ástor Piazzolla les llegó por decantación “natural”. Nació como un grupo de jazz, pero su baterista se llama Daniel Ástor “Pipi” Piazzolla y es uno de los motores del proyecto, y el pianista Nicolás Guerschberg ya tenía un pasado muy valioso con esa música. De modo que cuando ocurrió en un disco de 2011 y en otros conciertos y CDs posteriores, esas grandes composiciones les resultaron muy cómodas.
Elena Roger es básicamente una cantante que jamás abandona su lugar de actriz. Su ámbito es la comedia musical, el teatro con canciones, el drama expresado a través de los sonidos. No es necesario explicar su prestigio, tanto aquí como en el exterior donde se consagró con su interpretación de “Evita”. Piazzolla, sin embargo, no había estado hasta aquí.
Los unieron, en principio, las relaciones personales y lo que fue una idea se transformó en un disco y ahora en un concierto que fue el comienzo de una gira por diferentes lugares del mundo.
Se trató de recrear una serie de piezas con letras (en su mayoría, de la pluma de Horacio Ferrer) escritas por Piazzolla, entre las que hay muchas de las clásicas pero también otras no tan escuchadas. “Chiquilín de Bachín”, “Balada para un loco”, “La bicicleta blanca”, “Los paraguas de Buenos Aires”, “Los pájaros perdidos”, “Oblivion” (“J’oublie”), fragmentos de la operita “María de Buenos Aires”, “Balada para mi muerte”, “Balada para el año 3001” (de la que se extrajo el nombre para todo esto), “La muralla de China”, “Che tango che”, “Siempre se vuelve a Buenos Aires”, etc., son algunos de esos temas seleccionados.
Roger es una intérprete superlativa que supo releer estos temas, llevarlos a su territorio y devolverlos con expresividad personal –más actuados, más dramatizados– y con su conocida solvencia técnica. El sexteto que se completa con Mariano Sívori, Martín Pantyrer, Mario Gusso y Damián Fogiel acompañó de modo impecable. Con arreglos atrevidos de Guerschberg, hizo su gran aporte: fueron compactos, respetuosos del lugar de la cantante, virtuosos en lo individual. Y la frutilla de la torta fue la puesta minimalista y elegante de Renata Schussheim.