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“La fama no es mi mayor deseo”

Tras años consolidad­a en París, la bailarina regresó para debutar en el Teatro Colón. Amor por la soledad, familia postergada y plenitud.

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Alos quince años, el afán por beberse la vida de un sorbo es un poderoso acicate para emprender cualquier aventura. A esa edad, dos destinos tocaron la puerta de Ludmila Pagliero, bailarina, hija del medio de un matrimonio humilde de Palermo: Nueva York y París. Ya había cruzado la cordillera de los Andes, para bailar en el Ballet del Teatro Municipal de Santiago de Chile, durante un año. ¿Por qué no cruzar, entonces el océano y probar suerte en la deslumbran­te Ciudad Luz, para audicionar en el aún más deslumbran­te Ballet de la Opera de París?

Menudo reto: una sudamerica­na pretendien­do entrar en la compañía más antigua, tradiciona­l y cerrada de Europa… Además, presentand­o una coreografí­a que no conocía, aprendida a último momento en el mismo día de la audición. No entró. “Era obvio”, pensó Ludmila mientras volvía a la Argentina. Pero semanas después, recibió la oferta de un contrato por tres meses en la compañía, que como diría Humphrey Bogart en “Casablanca”: “Fue el comienzo de una gran amistad, y mucho más que eso”. Tanto, que en el 2012 fue nombrada Étoile, la más joven, la única no europea en los más de tresciento­s años del elenco, y la única que no se formó en la severísima escuela francesa.

Hoy vuelve a su país, profeta al fin en su tierra, para debutar en el Teatro Colón con “La bayadera” junto a otro argentino triunfador, Herman Cornejo, bajo el exigente control de la legendaria Natalia Makarova, ahora en su rol de coreógrafa. De una serena belleza, Ludmila matiza la charla con NOTICIAS con largas pausas, que aprovecha para recordar su infancia.

NOTICIAS: Su familia no tiene que ver con la danza. ¿Cómo fue su entrada al arte?

Pagliero: Tengo un hermano más grande y una hermana más chica, y mi mamá nos daba mucha libertad. Nos dejaba revolver la habitación, dar vuelta los colchones, inventábam­os naves espaciales… Fue un punto crucial en mi educación para mi carrera como bailarina, para mi parte artística. Tuve un abuelo asistente de dirección de teatro, y preparábam­os obras para Navidad, cantábamos, actuábamos, había mucho juego. NOTICIAS: ¿Sus hermanos también son artistas?

Pagliero: No. Mi hermano trabaja en informátic­a en Suecia, y mi hermana en hotelería, aquí en la Argentina. A la distancia seguimos nuestra relación de compinches

NOTICIAS: ¿Fue un problema para sus padres que la familia se disgregara?

Pagliero: Siempre nos prepararon para abrir las alas, tomar decisiones, viajar, ser muy curiosos. Nos dijeron que había que intentarlo todo, que no era un fracaso si no lo lográbamos. Por eso cada uno pudo volar hacia distintos lugares del mundo,. NOTICIAS: ¿Por qué la danza? Pagliero: Porque sentía la necesidad de moverme, entonces mi mamá me llevó a tomar clases. Una mala experienci­a inicial, pero luego entré a la escuela del Colón. NOTICIAS: Si no le hubiera gustado la carrera, ¿tenía otras alternativ­as?

Pagliero: Cuando tenía siete años quería ser científica. Ese sueño se fue muy rápido, porque apareció la danza que me fue absorbiend­o tiempo, mente y espíritu. Me hubiera gustado ser alpinista porque amo la montaña y las aventuras, pero lo dejo para otra vida.

NOTICIAS: Son actividade­s bastante solitarias. ¿Usted lo es?

Pagliero: Mi segundo nombre es Soledad. Fue un significan­te durante mucho tiempo, porque dejé a mi familia siendo muy joven. Ahora me gustan mucho los momentos de soledad, me permiten poner las cartas sobre la mesa, ver lo que quiero y lo que no. Evoluciona­r como ser humano. Por eso creo que soy una persona solitaria, pero para poder sociabiliz­ar mejor. NOTICIAS: ¿Vive sola? Pagliero: Sí, tengo pareja pe-

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DE VUELTA. Luego de dieciocho años en París, regresa al Teatro Colón que la vio nacer como bailarina clásica.

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