Alegría y escepticismo
Los cubanoamericanos festejaron la muerte de "el dictador", aunque desconfían de que cause un cambio. La palabra de los políticos.
En Miami, casa del exilio cubano, la muerte de Fidel Castro era ansiosamente esperada. “En cuarenta años en el exilio escuchamos de su muerte yo diría que unas cinco veces. Y luego Castro siempre aparecía con su discurso”, sostiene Conchita Pedrosa, esposa de un ex militar cubano. La mujer emigró a Estados Unidos con sus dos hijos, su esposo y padres durante el “éxodo del Mariel”, un movimiento en masa de cubanos que huyeron de Cuba en balsas, en su mayoría improvisadas y precarias, entre el 15 de abril y el 31 de octubre de 1980.
viernes 25 de noviembre se conoció en el mundo la noticia de la muerte de Castro, un día después de la celebración de acción de gracias. Aún quedaban tres días libres para la mayoría de cubanos que todavía digerían el cerdo que habían cocinado, o el pavo del popular Thanksgiving. Otros, aún descansaban después de un largo día de compras de Black Friday, y no se enteraron hasta la mañana siguiente.
La noticia era tan esperada que los medios de comunicación de Miami tenían su plan de acción preparado desde hace más de una década. Los gobernantes y ex gobernantes estaban listos, y hasta con su declaración ya pensada o escrita. La policía del condado sabía de antemano en qué calles se manifestarían los cubanos y cubanoamericanos, tanto en la ciudad de Miami como en la de Hialeah (la segunda ciudad más grande de residentes cubanos).
También era sabido por todos cómo se manejarían los protocolos de emergencias si había algún disturbio en las manifestaciónes de alegría, ya que en Miami también hay algunos cubanos a favor de Castro.
Otras de las cosas que se conocían con anterioridad era qué políticos saldrían a hablar con la prensa, y qué periodistas viajarían a la isla de Cuba a buscar reacciones de los habitantes ante la noticia. Lo que no se sabía, hasta entonces, era la fecha en la que el gobierno cubano anunciaría la tan especulada muerte de Castro.
EN CONTRA. En la ciudad del sol, como llaman a su tierra los miamenses, todos estaban preparados para el anuncio de la muerte del “dictador”, como tachan allí a Castro. “Nos enteramos que murió la madrugada del sábado por una llamada de mi hijo que es periodista. Él iba camino al canal de televisión donde trabaja para reportar el hecho”, repasa Conchita, quien deja notar una clara felicidad en su tono de voz.
Como tantos otros cubanos, Conchita todavía recuerda,