Reunión con Frondizi
El encuentro entre Castro y el presidente argentino contado por uno de los pocos testigos directos.
En primer lugar debo decir que lo que conozco sobre este tema proviene de haber estado al lado del Presidente Arturo Frondizi durante los dos últimos años de su gestión hasta el día en que fue derrocado, por las mañanas en Olivos y por las tardes-noches en la Casa Rosada, por estar adscripto como funcionario del Servicio Exterior a la Secretaría de la Presidencia, al mismo tiempo por mi pertenencia al equipo de trabajo denominado “La Usina” que dirigía Rogelio Frigerio. Ello me permite afirmar que la revolución Cubana influyó mucho en la política internacional que desarrollara el Presidente Arturo Frondizi durante su mandato, pero su posición frente a ella le molestó mucho más a nuestras Fuerzas Armadas que al gobierno de John F. Kennedy, porque a pesar de los diferentes enfoques sobre la conveniencia o no de su expulsión de la OEA y de la ruptura de las relaciones con todos los países del Continente, esas diferencias, muy francamente conversadas entre los dos presidentes, no perjudicaron en absoluto las relaciones comerciales, industriales o financieras. Pero fue uno de los tantos motivos que pretendieron servir de excusa para el derrocamiento del Presidente Frondizi por las Fuerzas Armadas, derrocamiento prácticamente planeado antes de su asunción. Y debo comenzar con la primer visita que nos hiciera, en mayo de 1959 Fidel Castro, viniendo desde Chile, donde había participado del “Comité de los 21.
Cancillería había diseñado un protocolo “a medida”, bastante informal. Sus edecanes militares eran bien jóvenes, no Generales, Almirantes o Brigadieres, y el único funcionario del gobierno que lo acompañó siempre fue el Canciller Carlos Alberto Florit. Su estadía fue apenas de poco más de 72 horas, durante las cuales dormía a cualquier hora y por cortos ratos, porque estaba activo y recibía gente a toda hora. Con Florit, Castro planteó su deseo de comprar armas a la Argentina, lo que nunca se concretó por falta de voluntad de Buenos Aires. Mientras Fidel estaba en nuestra ciudad, hombres armados provenientes de Cuba intentaban invadir Panamá para provocar la caída del gobierno de ese país. Era tal vez la primera acción internacional de este tipo, en que Cuba aparecía directamente involucrada. El Canciller Florit ya le había adelantado a Castro la categórica hostilidad del gobierno argentino a todo intento de recurrir a la fuerza o a acciones de desestabilización con el fin de influir en los asuntos internos de otros países. Para Florit, si bien los hechos de Panamá no eran en sí mismos relevantes, constituían un presagio de intentos que había que evitar, para mantener la paz continental. Sin rodeos, nuestro canciller le manifestó a Castro su preocupación, pidiéndole que hiciera algo. Desde el mismo Hotel Alvear