Negocios y presiones
Denuncias por supuestos acuerdos entre la Conmebol y la línea aérea siniestrada que trasladó distintas selecciones y equipos.
La
investigación recién comienza. A casi una semana de que se estrellara el avión que trasladaba al club de fútbol brasileño Chapecoense desde Santa Cruz de la Sierra (Bolivia) hasta Medellín (Colombia), donde debía jugar la final de la Copa Sudamericana, las sospechas sobre una posible responsabilidad de la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) –organizadores del campeonato– comienzan a tomar relevancia. Sobre todo, al tratarse de un organismo manchado por el escándalo mundial de corrupción en el fútbol más conocido como FIFAgate.
El lunes 28, el plantel del Chapecoense se encontraba camino a Colombia, donde iba a enfrentar al Atlético Nacional. En el chárter que había contratado el club viajaban también dirigentes, miembros del cuerpo técnico, periodistas e invitados especiales. Pero la nave no llegó. A sólo 13,2 kilómetros de la pista de aterrizaje, se precipitó a tierra, dejando un saldo de 71 muertos y 6 sobrevivientes.
A pesar de que autoridades aeronáuticas confirmaron que la nave de la firma LaMia no tenía combustible suficiente para cubrir la ruta, aparecieron los cuestionamientos a los organizadores del torneo. Como máxima autoridad del fútbol sudamericano, ¿la Conmebol tiene que hacerse responsable de los traslados?; ¿la institución influyó para que los clubes contrataran a LaMia?; ¿los responsables de la confederación tienen nexos con esta empresa que, a menos de un año de haber obtenido la autorización para operar, lo-