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NO SÓLO EN LO PROFESIONA­L SINO, SOBRE TODO, EN LO PERSONAL”.

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me corrió por el lado de la culpa y me pudo. Me dijo: “Vos no te podés guardar todo esto para vos. Es injusto”. Así que después de esto y de mucha terapia, entendí que tenía que hacer esta especie de catarsis.

NOTICIAS: En el libro hablan por primera vez en público los hijos de Cabezas, ¿qué significa su participac­ión?

Michi: A Agustina ya la había entrevista­do para un documental que se hizo cuando se cumplieron los quince años del crimen pero con Juan no había caso, nunca quiso hablar. Cuando lo llamé por el libro me dijo que sí porque era yo el que lo escribía. Eso fue muy especial. Candela, la más chica y que tenía cinco meses cuando pasó lo de José Luis, hoy vive en España. Para el libro me comuniqué con su mamá, con Cristina, y al principio no quiso. Le dieron ganas cuando el libro ya estaba terminado así que esas historias quedarán para otro momento. Que los hijos hayan participad­o ayuda a entender el proceso humano. Cabezas se convirtió en un símbolo de todos y redimensio­nar lo humano me parecía muy importante.

NOTICIAS: ¿Cómo viven los más íntimos que su amigo, su papá o su marido se haya convertido en un símbolo nacional?

Michi: Tanto los hijos como la propia Cristina dicen que es muy complicado ir caminando por una calle y encontrars­e con una plaza que lleva el nombre de su José Luis. Agustina me contó una anécdota muy clara sobre cómo es vivir con esto. Un día fue a un recital de La Renga, en Bragado, y mientras iba por la calle sus amigas se empezaron a codear. Era porque ahí había un monumento a su papá. Para nosotros, que éramos sus compañeros, también es muy llamativo. El último capítulo es un apéndice de todos los lugares que llevan el nombre de José Luis Cabezas. Es alguien con quien compartist­e el día a día, cenas, chistes, enojos. Verlo convertido en esto es muy fuerte.

NOTICIAS: ¿Cómo se construyó este símbolo?

Michi: No fue algo casual. Fue una construcci­ón colectiva muy lenta. Desde el primer momento dijimos que esto no podía quedar en el olvido. Primero salió la imagen con la frase “No se olviden de Cabezas” y su foto en la credencial de Argra. Ahí se empezó a pensar cómo evitar que esto no quede tapado con otra noticia, como siempre pasa. Entonces, previo a cada día 25 nos juntábamos para planificar cómo se podía llamar la atención. Un día eran los globos negros, otro la proyección de la foto de Cabezas en el Obelisco. Pero para entender cómo fue se tiene que tener en cuenta que el asesinato de José Luis ocurrió en un momento de muchísima credibilid­ad en la prensa. Había un enojo social con el gobierno de Carlos Menem, la sociedad estaba hastiada y depositaba en algunos medios en particular, como en la revista NOTICIAS de aquel entonces, mucha confianza. Por ese matrimonio entre sociedad y medios, la gente tomó el crimen como algo propio. “Mataron a uno de los nuestros, nos quieren silenciar a todos”, era el pensamient­o. De ahí que las marchas fueran tan masivas.

NOTICIAS: ¿Cree que esa reacción masiva frenó la posibilida­d de que ocurran más crímenes como este?

Michi: Sí. Colegas colombiano­s y mexicanos me han dicho que si ellos hubieran reaccionad­o como en Argentina, quizás su historia hubiera sido distinta. Se lo dijo el propio García Márquez a un periodista argentino que había cubierto el caso en Dolores. “Gabo” estaba fascinado cuando supo lo que se había hecho y le dijo que eso hubiera cambiado la historia en otros lugares.

NOTICIAS: ¿Cómo recuerda los días posteriore­s al asesinato?

Michi: En el momento del crimen de José Luis yo tenía 28 años. Cumplí 29 al otro día y pasé mi cumpleaños declarando ante la comisaría de General Madariaga. Uno no está preparado nunca para una cosa así. Primero me tuve que armar en lo personal para saber qué hacer con el sufrimient­o, con el miedo. En algún momento evalué si valía la pena poner en riesgo a mi familia por seguir haciendo periodismo. Me fui del país al principio y volví porque me descomponí­a darme cuenta de que tenía que estar acá dando batalla. Recibí amenazas en mi casa, tuve mucha exposición pública, algo que no le suele interesar a alguien de la gráfica. Estuve mucho tiempo sin salir en los medios porque quería que avanzara el tema judicial pero con el tiempo fue imposible mantenerse afuera. Es muy difícil ser periodista y un ser humano atravesado por la historia. Pedí en la revista quedarme en el equipo que investigab­a el caso. Estuve un año y medio dedicado exclusivam­ente al caso. Como yo había estado con José Luis, era una especie de fiscalizad­or de las operacione­s que nos mandaba la policía tratando de desviar la investigac­ión. Iba leyendo el expediente y desmenuzán­dolo. Algunas veces me encontré escribiend­o de mí en tercera persona, poniendo frases como “Michi no estuvo ese día…”. Todo era raro.

NOTICIAS: ¿Cómo fue trabajar en un medio que tenía que contar el asesinato de un compañero?

 ??  ?? COMPAÑEROS Gabriel Michi y José Luis Cabezas trabajaban juntos en NOTICIAS. En el verano de 1997, estaban cubriendo la temporada en Pinamar cuando asesinaron al fotógrafo. Michi tuvo que reconocer el cuerpo de Cabezas. En los días previos y posteriore­s...
COMPAÑEROS Gabriel Michi y José Luis Cabezas trabajaban juntos en NOTICIAS. En el verano de 1997, estaban cubriendo la temporada en Pinamar cuando asesinaron al fotógrafo. Michi tuvo que reconocer el cuerpo de Cabezas. En los días previos y posteriore­s...

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