Un año espacial
En el 2017 la novedad serán los lanzamientos de vuelos tripulados por empresas privadas.
Este
año las expediciones más importantes al espacio exterior estarán protagonizadas por empresas del sector privado. Tres son las compañías involucradas, SpaceX, Blue Origin y Boeing, que estarán estrenando nada menos que cápsulas tripuladas en una serie de viajes que marcan uno de los cambios más radicales para la exploración espacial. ¿Por qué? Por primera vez en la historia, la responsabilidad de transportar astronautas fuera de los confines de la Tierra recaerá no en las agencias espaciales gubernamentales, como la Nasa de los Estados Unidos o la ESA de la Unión Europea,sino en firmas de total corte privado. Las misiones serán más cortas, menos arriesgadas y con menos pretensiones científicas; las de largo aliento, mayor complejidad y más respondedoras de preguntas en cuanto al origen y evolución del universo, seguirán corriendo por cuenta y orden de las agencias de los gobiernos, como por ejemplo las misiones al planeta Marte.
MISIONES. Una de las que más llama la atención es el lanzamiento de la cápsula Dragon, de SpaceX. De origen sudafricano, SpaceX está desde el 2012 llevando experimentos y herramientas de mantenimiento a los astronautas que están en la estación que orbita la Tierra. Dragon mide 7,2 metros de altura y 3,7 metros de diámetro y pesa 6 toneladas. Está equipada con propulsores y tiene la posibilidad de transpor- tar hasta a siete astronautas.
La aeronave de Blue Origin (firma del milloranario Jeff Bezos, fundador y CEO de Amazon) fue la primera en lanzar un vuelo exitoso en noviembre del 2015, y desde entonces ha estado haciendo mejoras a una cápsula cuyo objetivo es llevar astronautas y turistas al espacio. Bezos asegura que los primeros testeos de la aeronave se harán a lo largo del 2017 y que en el 2018 ya habrá viajes de turismo espacial.
En setiembre de este año, está previsto que la misión Osiris-Rex, de la Nasa, hará una compleja maniobra que la impulsará rumbo al asteroide Bennu, adonde la misión debería estar llegando en el 2018. La misión ya costó 800 millones de dólares, Bennu no es más que una roca de 500 metros de diámetro, pero el objetivo es lo fundamental: que dos astronautas puedan tomar muestras dos kilos de muestras del asteroide, considerado por los astrónomos como una reliquia de los primeros tiempos del sistema solar. Los especialistas creen que estudiar esos restos permitirá descubrir más sobre el origen de la vida en la Tierra.
Otro desarrollo de la Nasa que saldrá de nuestro planeta es el Transiting Exoplanet Survey Satellite (TESS), más conocido en el mundo espacial como "el cazador de planetas". La meta es que luego de su lanzamiento, este año, pueda identificar planetas que orbitan estrellas de un tamaño que se ubique entre la Tierra y Júpiter. Durante dos años, el satélite deberá monitorear más de 200 mil estrellas y catalogar más de 1.500 exoplanetas. Los datos de la misión serán usados para que el telescopio espacial que reemplazará al Hubble, el James Webb, elija posibles blancos para sus futuros análisis referidos a las atmósferas de esos planetas ubicados fuera del sistema solar.