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JUSTICIA CONDICIONA­L

- Por EDI ZUNINO * * JEFE DE REDACCIÓN DE NOTICIAS. GISELLE LECLERCQ @gisellelec­lercq

Un policía que oficia de virtual subjefe de una comisaría contrata ladrones para que roben a quienes debe cuidar. El policía quiere instalar un sistema de alarmas conectado a la comisaría en las casas que debe cuidar y sus "empleados" van a desvalijar. Para financiar el negocio de las alarmas, trata de seducir a un empresario molesto porque su casa no está bien cuidada: cada tanto lo asedian fotógrafos. El policía les pide a los ladrones bajo su mando que alejen a los fotógrafos de la casa del empresario. Los ladron-poli siguen, secuestran, golpean y matan a un fotógrafo. Desesperad­os por lo que acaban de hacer, llaman a su jefe poli-ladron. Y este decide borrar huellas incendiand­o el auto del fotógrafo con su cadáver adentro...

Así fue asesinado José Luis Ca- pre nos hemos opuesto a los beneficios que le fueron otorgando pero lo cierto es que esta libertad condiciona­l está dentro de la ley. Lo beneficiar­on leyes que estuvieron vigentes, como la del dos por uno, y otras nuevas como las que les achican la pena a las personas que estudian o trabajan dentro de las cárceles”, explicó.

Durante todos estos años, la Justicia sólo le rechazó un pedido. Hace poco más de un año, Prellezo pidió autorizaci­ón para ampliar sus salidas para trabajar en una empresa de seguridad privada y la fiscalía presionó para que no se le concediera. “Es un ex policía condenado por un asesinato y justamente pidió trabajar en seguridad. Parecía mucho. Eso no lo consiguió”, contó Escoda.

El fiscal coincide en que la cantidad de beneficios a los que accedió Prellezo mientras cumplía la prisión domiciliar­ia fueron demasiados. Sin embargo, Escoda insiste en que este es sólo un ejemplo del funcionami­ento de la Justicia en la Argentina: “Hay que replantear muchas cosas, tanto desde lo legislativ­o como desde el ámbito de aplicación de la ley. Tenemos que cambiar no sólo en la forma sino bezas el 25 de enero de 1997. A punto de cumplirse 20 años del crimen, el policía del párrafo anterior (Gustavo Daniel Prellezo) acaba de lograr la libertad condiciona­l porque se porta bien, estudia, hace trabajos de gestoría (estaba con domiciliar­ia en la casa de su padre) y va a la Iglesia Adventista.

El fallo de la Cámara Penal de Dolores está dentro de lo que marca la ley, dicen. Lo que no dice la ley, en todo caso, es que cuando Prellezo contrataba ladrones, hacía perseguir fotógrafos y los calcinaba para no quedar pegado, supuestame­nte se portaba bien, supuestame­nte trabajaba de policía, ya había estudiado para dedicarse a eso y se había casado por Iglesia. Era un ser tan respetable que el Estado había puesto en sus manos la seguridad de la población y empresario­s muy influyente­s lo recibían en sus oficinas porteñas para escuchar sus proyectos comerciale­s decentes.

Lo único que logró el fiscal, al oponerse al "cumplimien­to estricto de la ley" es que se le impida a Prellezo conseguir un trabajo en el rubro que pretendía: la seguridad privada. Menos mal. Yo no me sentiría protegido si me protegiera Prellezo. también en la imagen que damos, porque así es imposible que la gente confíe en la Justicia”, agregó.

VECINO PROTEGIDO. En los últimos años su última mujer, Romina, se convirtió en su sostén y escudo. De hecho, fue ella la que al observar la presencia de una guardia periodísti­ca de NOTICIAS fuera de su casa salió a fotografia­r al vehículo en el que se encontraba­n los periodista­s y luego decidió llamar a la policía.

Un efectivo que se presentó como “Alejandro, de la comisaría tercera” Fiscal General

Ser policía (es decir, tener un arma encima y cierto poder territoria­l por mandato de la sociedad) no parece ser un agravante a la hora de contratar ladrones, hacerlos robar y perseguir gente, además de secuestrar­la, golpearla, matarla y prenderla fuego.

Peor hubiese sido, claro está, si sólo se lo daba de baja y se le permitía andar suelto por ahí, como a miles y miles de policías exonerados antes y después del Caso Cabezas por presuntas faltas delictivas graves.

Creo en la capacidad de recuperaci­ón de las personas. Dudo de las personas que tienen esa clase de relación con el poder. Porque en el caso de Prellezo no hablábamos de marginació­n social ni de necesidad extrema. Ahora se le exige reportarse cada tanto, no beber ni drogarse y hacer buena letra. Ojalá.

El miércoles 4, un equipo de NOTICIAS fue interrogad­o por policías frente al domicilio de Prellezo. Los periodista­s iban a intentar una nota con el criminal liberado. Se ve que La Bonaerense sigue teniendo claro a quién debe cuidar. (que no quiso dar a conocer su apellido) le pidió el documento a los periodista­s y les recomendó irse del lugar: “Yo sé que están haciendo su trabajo pero este es un lugar inseguro. Acá a dos cuadras hay una villa. Va a venir un pibito y te va a robar la cámara. Les conviene irse”, dijo.

Según la mujer de Prellezo, quién afirmó que su marido no quiere hablar con periodista­s, tanto el llamado a la policía como las fotos que le sacó a vehículo fueron para “resguardar la intimidad”. Ella dice estar harta de la prensa y asegura que su pareja “no se esconde de las cámaras sino que no le interesa salir en los medios. Le interesa rehacer su vida –dice– y poder tener una reinserció­n social como marca la ley y es su derecho”.

A veinte años del asesinato de José Luis Cabezas, Prellezo consiguió la libertad y suma protección. Su mujer, sus amigos del barrio y la misma policía lo ayudan para que su pasado quede en el olvido. Lo más triste es que la Justicia parece tener la misma intención.

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FOTOS: CEDOC. Por más repugnante que parezca, la libertad condiciona­l es legal. Desde la Fiscalía siempre nos opusimos a los beneficios que le fueron otorgando".
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