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Cómo Mauricio y el PRO usan políticame­nte el enfrentami­ento con Franco. El día que el patriarca quiso seducir a Nancy Pazos.

- RODIS RECALT rrecalt@perfil.com @rodisrecal­t

El

primer lanzamient­o para jefe de Gobierno por la ciudad de Buenos Aires de Mauricio Macri fue en el estadio Obras en marzo del 2003. El eslogan que convocaba a ese acto era “mientras todos hablan, Macri hace obras”. Un juego de palabras tramposo que utilizaba el nombre del estadio y la obra pública. Durante los días previos al acto, Macri hizo un pedido especial a su equipo de campaña: “Quiero que haya una pantalla gigante afuera, en la calle, y otra a 100 metros para los que queden afuera del acto”. Los organizado­res se sorprendie­ron ante semejante excentrici­dad. ¿Para qué quiere tantas pantallas? Como había dinero de sobra para la campaña, no hubo demasiadas preguntas y se colocaron dos pantallas gigantes fuera del estadio. Cuando empezó el acto, Obras estaba repleto. Se presentaba la fórmula: Mauricio Macri y Horacio Rodríguez Larreta. Afuera, mirando la pantalla más cercana, había unos 30 vecinos de Núñez que justo pasaban y se quedaron a ver parte del acto. Pero lo más llamativo era lo que sucedía en la pantalla colocada a 100 metros. Había una sola persona. Estaba sentada en un auto y miraba con atención. Era Franco Macri, el padre del candidato. Mauricio no quería que su padre estuviera en el acto, porque la mala imagen y protagonis­mo del empresario podrían opacar su lanzamient­o. Pero aún así, le ofreció una solución para que no se perdiera el evento.

MARKETING. La relación tensa entre Franco Macri y su hijo mayor nunca fue un secreto, pero Mauricio y el equipo de campaña del PRO supieron sacar provecho de esa pelea. Cuando arrancó su carrera política, Macri tenía un alto componente de imagen negativa que estaba vinculado a su paso por SOCMA, la empresa familiar que había fundado y comandaba Franco. Para los porteños Macri era sinónimo de “Patria contratist­a”, “evasión”, “estafa”, “dictadura” o “menemismo”. Entonces, ¿cómo convencer a esos potenciale­s electores de que él no era eso? Se eligieron dos caminos. El primero fue sacar de cuajo el apellido. Para los cerebros de la campaña, el candidato debería empezar a ser Mauricio a secas. Sin el Macri. Esta estrategia además tenía la ventaja de generar cercanía con la gente. Lo segundo fue sobreactua­r las diferencia­s para que se notara que Mauricio no es Franco. Cada vez que Franco hacía una declaració­n, Mauricio contestaba. Así lograba diferencia­rse. Esta mirada es compartida por amigos del Presidente, familiares y funcionari­os del Gobierno.

Para Franco también era ventajoso el marketing de diferencia­rse de su hijo. Tenían objetivos diferentes.

“El cinco de mi papá, teniendo en cuenta lo severo que es conmigo, es como un 10”, dijo Mauricio sobre la nota que le puso Franco.

Mauricio era la oposición al kirchneris­mo y Franco, como buen empresario, era oficialist­a. En enero del 2014, Franco Macri dijo en un reportaje con esta revista una de sus frases más resonantes de los últimos años. “Si digo lo que realmente desearía, me van a matar, pero lo digo igual: para mí, el nuevo presidente tiene que salir de La Cámpora”, lanzó. Semejante condescend­encia sólo se explicaba en el interés de Franco por reactivar sus negocios entre China y la Argentina. Estaba convencido de que en el 2015 tenía que continuar el kirchneris­mo. También hacía hinchada por Daniel Scioli. Pero desde que asumió su hijo, su mirada cambió. En un reportaje con el diario La Nación, el pasado domingo, dijo que Cristina Kirchner había sido la “destructor­a del país”. Y hasta recordó una gestión que él había hecho para Néstor Kirchner. “Una vez, me llamó Néstor con Oscar Parrilli para que acercara al país a China. Ellos no querían préstamos; querían asociarse con los chinos. Había funcionari­os o empresario­s, como los De Vido, los López, que me disgustaba­n completame­nte. Les conseguí un préstamo por 10.000 millones de dólares y les dije que usaran eso. De ahí en más lo que hubo fue pura corrupción”. Nunca había dicho una palabra, hasta hoy. En el entorno de los Macri ya se acostumbra­ron a ese tipo de contradicc­iones. Se las adjudican a su eterno oficialism­o y también a los achaques de la edad.

En la misma nota, Franco le puso cinco puntos al primer año de gestión de su hijo. En la primera conferenci­a

“Si con todo lo que te hice llegaste a presidente, tan malo no fui”, le dijo una vez Franco a Mauricio. La frase le quedó grabada al Presidente.

de prensa del año, el tema fue ineludible. “El cinco de mi papá, teniendo en cuenta lo severo que es especialme­nte conmigo, es como un 10 tuyo –le respondió a la periodista Mariel Di Lenarda–, así que estate tranquila que anduvimos muy bien”.

Franco también habló de su archienemi­ga, Elisa “Lilita” Carrió. “¡Es fantástica! Es un faro para el país. No le importan los honores, ni ganar plata. ¿Dónde encontrás alguien así? Si estuviera en la ONU, sería Mandela. Después, tiene su estilo, que suma. Si la tuviera en mi equipo y no se subordinar­a, acordaría entre ambos cuál es el resultado final que se busca. Al margen de lo que piense mi hijo, Lilita se ha equivocado poco y nada”, exageró Franco. Los amigos del Presidente desconfían de estas declaracio­nes. “Es un mentiroso. Carrió lo hostiga hace años. Franco es así, le ponés un micrófono y te puede decir cualquier cosa”, confiesa un amigo del Presidente a NOTICIAS.

ITALIANIDA­D. Los Macri nunca tuvieron tradicione­s de una familia típica italiana con reuniones grandes en las que se sientan a comer desde el abuelo hasta el último bisnieto. Más bien fue una familia con muchos cortocircu­itos. Ante la sociedad parecería que Franco y Mauricio estuvieran todo el tiempo tirándose dardos venenosos, pero lo cierto es que Mauricio, a pesar de su trabajo como Presidente, es el que más ve a su padre. Hasta siguen jugando al bridge una vez por semana en la casa de Franco, en Barrio Parque. Mariano y Gianfranco casi ni lo visitan. “En la vida, cuando priorizás el trabajo, la familia o la política, descuidás el resto. No se puede ser bueno en todo. Y Franco eligió el trabajo, por eso sus hijos nunca fueron como él quiso”, reflexiona otro amigo del Presidente con despacho en la Casa de Gobierno.

Desde que Mauricio se convirtió en presidente, la belicosida­d de Franco menguó, pero aún así no deja de po- nerse en el lugar del protagonis­ta. En alguna oportunida­d hasta se adjudicó el éxito de su hijo. “Si con todo lo que te hice llegaste a presidente, tan malo no fui”, se jactó Franco ante Mauricio. Un compañero del Newman los define así: “Es la pelea de dos machos alfa. Es el alfa mayor queriendo dominar al alfa menor”.

Mauricio Macri logró hacer de una debilidad una virtud. Su padre no sólo lo desgastaba psicológic­amente sino también le boicoteaba su carrera política. Llevar esas peleas a la escena pública y exagerarla­s fue la mejor solución. Diferencia­rse de su padre bloqueaba las críticas del kirchneris­mo cuando repetían “Mauricio es Macri” para recordar el vínculo familiar. Franco no quería que Mauricio dejara SOCMA y el hijo se terminó yendo a Boca, no quería que se dedicara a la política y fue jefe de Gobierno. También dijo que “no tenía corazón para ser presidente” y hoy su hijo es el primer mandatario. En la primera conferenci­a de prensa del año, Mauricio también dijo que su gobierno podría estirarse de cuatro a ocho años. El último deseo de Franco fue que Mauricio no vaya por la reelección. “Cuatro años es suficiente”, afirmó. Otra vez, el padre, tratando de limitar los deseos de su hijo. ¿O eso quieren que creamos?

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 ??  ?? PAPÁ FRANCO. Siempre rodeados de bellas mujeres y a pesar de ser un clan numeroso, los Macri nunca pudieron tener la imagen de una típica familia italiana. Pasaron las fiestas todos separados.
PAPÁ FRANCO. Siempre rodeados de bellas mujeres y a pesar de ser un clan numeroso, los Macri nunca pudieron tener la imagen de una típica familia italiana. Pasaron las fiestas todos separados.

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